¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Carlo suspiró, sentándose en el sillón de su departamento, miro sus manos manchadas de aquel líquido rojo que había traído. Se sentía bastante agobiado y preocupado por su hermano, había intentado de todo pero simplemente no le veía mejora. Estaba apunto de tomar la decisión más precipitada que se le venía a la cabeza para lograr salir de ese problema.
Volver a Italia, tal vez la su progenitora podría hacer algo con la condición de su hermano.
Aunque consistiría en que tendría que alejarlo del alcalde y eso haría dañó a ambos, pero no podría arriesgarse, Raúl les estaba pisando los talones y estaba a nada de descubrirlos.
Paso por la habitación en la que estaba Toni, se podía ver en la cama un bulto envuelto entre las sábanas. Que podría confundirse con un muerto, si no fuera por las lentas y débiles respiración que este emitía. Paso su mano por sus cabellos, su piel se encontraba algo perlada debido al sudor que empapaba su frente.
El ambiente en la habitación era caliente y hasta cierto punto asfixiante, algo que molestaba a Toni y no le dejaba descansar. Cogió su móvil tratando de buscar algún contacto que de confianza o que le ayudará en este momento.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La lluvia empezó a azotar la ciudad, ahora lo único que se podía ver rondando por las calles eran lo autos y una que otra persona con paraguas.
—¿Todavía nada? — Hablo Raúl por llamada, García le estaba dando los resultados hasta ahora de la investigación.
— Pareciera que a los hijos de puta se los trago la tierra —. El alcalde pensó un poco, mientras giraba el volante.
—...¿Podrías revisar los registros del aeropuerto?
— Pero... No creo qué se hayan ido de Marbella, ¡Salinas, que tienen una puta mafia y su mercancía está aquí!
— Pues, no se ha sabido nada de ellos durante tres días, a excepción de la otra vez de mi encuentro con Carlo. Quien sabe, a lo mejor movieron su mercancía —.
— Bueno, iré a ver, ¿Haz descansado por lo menos, Salinas?
— Soy el puto alcalde, yo no descanso —. Colgó mirando con el entrecejo fruncido al frente. Estacionó de golpe enfrenté del Krrule, este estaba abierto de sorpresa.