Chaper Two

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                   Aidan

- Levántate, Aidan

Tras fulminar a mi hermano pequeño con la mirada, escondo la cabeza
bajo la almohada. Desde que comparto la habitación con mis hermanos, de doce y quince años, el único momento de intimidad del que dispongo es el poco que me proporciona la cabecera.

- Déjame en paz, Jackson-le espeto a través de la almohada

- Mamá me ha dicho que te despierte para que no llegues tarde al instituto.

El último curso. Debería sentirme orgulloso de ser el primer miembro de la familia Gallagher que terminara el instituto. Sin embargo, cuando eso ocurra, empezará una nueva época para mí. La universidad es sólo un sueño. Este último curso será como una fiesta de jubilación de un hombre de 75 años. Sabes que sirves para algo, pero todos esperan que te retires.

- Mamá dijo que te tire encima este jarro de agua si no te levantas.

¿Era mucho pedir algo de intimidad? Tiró la almohada y la lanzo al otro lado de la habitación. Impacta directamente contra Jackson, que acaba empapado de agua.

- ¡¡¡¡¡Imbécil!!!!!! -me grita- ¡¡¡¡Es la única ropa nueva que tengo!!!!

Oigo el ataque de risa a través de la puerta de la habitación. Nathan, mi otro hermano, ríe como una foca histérica hasta que Jackson se abalanza sobre él. Me quedo observando la discusión que acaba convirtiéndose en una descontrolada pelea en la que ambos se propinan patadas y puñetazos.
Son buenos, pienso con orgullo mientras veo la trifulca. Sin embargo, como el hermano mayor, mi deber es detener la pelea. Tomó a Nathan por el cuello de la camisa, pero me tropiezo con la pierna de Jackson y los 3 acabamos en el suelo.
Antes de poder levantarme, siento un chorro de agua gélida bajándome
por la espalda. Me doy la vuelta y veo a mamá, vestida con su uniforme de
trabajo, empapándonos a todos con un cubo de agua suspendido sobre nuestras cabezas. Su sueldo no es nada del otro mundo, pero tampoco necesitamos mucho.

- Levántense-exige con una actitud desafiante.

- Mierda, mamá -dice Nathan poniéndose de pie.

Mi madre se empapa los dedos con el agua gélida que queda en el cubo y le salpica la cara a mi hermano. Jackson estalla en carcajadas y de repente recibe la misma reprimenda que Nathan.

- ¿Algo más que añadir Jackson? -pregunta ella.

- No mamá -contesta mi hermano, enderezándose como un soldado.

- ¿Y tú Nathan? ¿Se te ocurre alguna grosería más por soltar? -pregunta sumergiendo la mano en el agua como señal de advertencia.

- No, mamá

- ¿Y qué hay de ti Aidan? -dice mirándome con los ojos entreabiertos.

-¿Qué? Yo intentaba separarles -contesto inocentemente con una sonrisa irresistible.

Ella me rocía la cara con agua.

- Esto es por no haberlos separado antes. Ahora vístanse y vengan desayunar antes de ir al colegio.

- En el fondo nos adoras -le grito mientras abandona la habitación.

Tras una ducha rápida, regreso a la habitación con una toalla atada a la
cintura. Pillo a Jackson con uno de mis paleacates y se me forma un nudo en el estómago. Se lo arranco y le advierto:

- No vuelvas a tocar esto

- ¿Por qué no? -pregunta con sus ojos inocentes.

Para Jackson, tan solo es un pedazo de tela. Para mí, es un símbolo del presente y de lo que nunca seré en el futuro. ¿Cómo se supone que voy a explicárselo a un niño de doce años? Él sabe lo que soy. La sed de venganza y represalia me empujaron a entrar en este círculo, y ahora no hay manera de salir de él. Pero antes muerto que uno de mis hermanos se deje engañar.

- Jackson no toques mis cosas. Si vuelvo a verte con esto, te dejare el ojo morado-le advierto- ¿Lo has entendido, enano?

- Sí, entiendo -contesta encogiéndose de hombros.

Me pregunto si realmente lo ha entendido al verlo marcharse de la habitación dando pequeños saltitos. Intento no pensar demasiado en ello mientras saco la camiseta negra y los jens desgastados del armario.
Cuando me ato el paleacate, oigo a mi madre que me grita desde la cocina:

- Aidan, ven a desayunar antes de que se enfríe la comida. Vamos, date prisa.

- Ya voy -contesto

Nunca entenderé por qué le da tanta importancia a la comida.
Mis hermanos ya están desayunando cuando entro en la cocina. Abro la nevera para echar un vistazo a ver que hay dentro.

- Siéntate.

- Mamá, sólo voy a llevarme…

- No te llevarás nada. Aidan. Siéntate. Somos una familia y vamos a desayunar como una.

Dejo escapar un suspiro, cierro la puerta del frigorífico y tomo asiento junto a Nathan. Ser miembro de una familia unida tiene a menudos sus desventajas.

Al terminar, me pongo la chaqueta negra, doy un beso a mi madre en la mejilla y salgo de casa preguntándome cómo voy a arreglármelas para conseguir que mis hermanos tengan un destino mejor y no acaben como yo.

En la calle veo a unos cuantos chicos con bandana del mismo color que la mía y que me dirigen el saludo.
Antes de subirme a la moto, les devuelvo el saludo a pesar de que me consume la rabia por dentro. Si quieren a un tipo duro como miembro de su banda, lo van a tener. Me he metido tanto en el papel que represento, que a veces me sorprendo a mí mismo.

- Aidan, espera -me implora una voz de chica que me resulta familiar.
Hannah mi hermosa vecina y ex novia, se acerca corriendo a mí.

- Hola Hannah

- ¿Qué tal si me llevas al insti?

Hubo una vez en la que podría haber hecho cualquier cosa por ella, pero eso fue antes del verano pasado, cuando me enteré de que me estaba engañando con otro

- Sube -digo
Hannah se sube a la moto de un salto, y mientras me abraza con fuerza el torso, acaba colocándome deliberadamente las manos sobre los muslos. Sin embargo, no surte el efecto que espera.
¿¿Qué piensa, qué he olvidado todo lo que pasó?? De ningún modo. Mi pasado define lo que soy en mi presente.
Intento concentrarme en mi último año en Beacon High School, en el aquí y ahora.  Aunque es muy difícil hacerlo porque, por desgracia, lo más probable cuando termine el instituto, es que el futuro que me espera sea tan jodido.

𝐓𝐡𝐞 𝐆𝐚𝐧𝐠 𝐁𝐨𝐲 (𝓐𝓲𝓭𝓪𝓷 𝓖𝓪𝓵𝓵𝓪𝓰𝓱𝓮𝓻 𝔂 𝓣𝓾)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora