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05

05. Pánico.

Después de dos semanas de sopas calientes, medicinas y la estricta orden de su madre de quedarse en cama, William Tomlinson había vuelto a sus horas laborales como si nada hubiera pasado. Con solo unos cuantos días trabajando ya se sentía casi como antes del cumpleaños de Harry.

Cargaba las cajas de vegetales que llegaban de los camiones de los pedidos que hacían diariamente, maldecía de vez en cuando por las molestias en sus músculos. Haber reposado demasiado tiempo había desacostumbrado un poco su cuerpo a caminar y cargar el peso de los encargos que le correspondían durante su turno.

Dejó el cajón de madera con repollos sobre uno de zanahorias y paso su antebrazo por su frente para limpiar el sudor, un chico de hebras rubias y mirada verdosa palmeó la espalda de Will mientras sonreía.

—Es bueno tenerte de vuelta, me entristecía ver a Louis cargar las cajas tan cansado, cuando notó que dejábamos las cajas más livianas para él fue como si un ogro hubiera entrado en ese pequeño cuerpo—explicó acercando sus manos para ejemplificar algo pequeño, William golpeó la parte trasera de su cabeza con su mano mientras reía.

—No somos pequeños, idiota—se cruzó de brazos mientras veía a los demás cargadores hacer su parte del trabajo. Arrugó el entrecejo al no recibir respuesta por parte de su compañero y volvió su vista al chico, este se encontraba comparando su altura pasando su mano sobre la cabeza de William—¡Deja de compararnos, Michael! —gritó molesto siendo respondido por la risa del menor, se cruzó de brazos y caminó fuera de ahí. Su turno había terminado de todos modos.

—¡Recuerda que hoy es la apertura, pequeñín! —gritó Michael colocando las manos alrededor de su boca y Will le mostró el dedo medio en respuesta.

Caminó entre los camareros para adentrarse en aquel baño especial para que los empleados cambiaran sus ropas, en cuanto entró se concentró en desatar los cordones de la faja que utilizaban los cargadores para una mejor postura y evitar lesiones. Louis entró al baño dejando escapar un par de gruñidos.

—¿Todo bien? —su contraparte negó con la cabeza mientras tomaba el puente de su nariz con sus dedos.

—Los ricos son una mierda de personas—declaró con frustración sin abandonar su posición.

—Vaya que sí, hermano—respondió mientras asentía con la cabeza y miraba el reflejo de ambos en el espejo. Louis pasó sus manos por su rostro con algo de cansancio antes de despojarse de su camisa mientras William sacaba su cambio de uniforme al de camarería, su turno estaba por comenzar y después de dos semanas de ausencia, aun con su hermano supliéndolo, no podía darse el lujo de retrasarse.

—Comenzaré con la limpieza, llega temprano, mamá pidió un pastel para celebrar el cumpleaños de Lina—informó Louis terminando de abotonar la camisa más amarillenta y acomodando su cabello.

—De acuerdo—respondió el mayor sin mirarlo mientras retiraba su camisa, quedando solo en una desmangada blanca y delgada que usaba siempre debajo de sus camisas—. Louis—llamó girándose a mirar a su gemelo pero este ya se había retirado del baño, dejándolo completamente solo en aquel baño que usualmente solo usaban como vestidor. William torció los labios en descontento, Louis continuaba ignorándolo, no tanto como cuando estaba en cama, pero seguía sin siquiera tratar de entablar una conversación con él.

Louis aún tenía cierto resentimiento por él, William solo se limitaba a darle espacio, confiaba en que con el tiempo Louis iba a acercarse para hablarle de lo que sea que quisiera hablar.

Por el momento debía ser paciente.

Edward caminó al baño indicado por uno de los camareros, tenía el sobre con el dinero correspondiente en el bolsillo interno de su blazer, le había tenido que pedir aquel monto a su hermano ya que sus padres serían aún más estrictos y desconfiados de lo que sería su hermano.