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04. Claro y borroso.

Un pequeño niño de curiosas facciones y ojos azules como el cielo caminaba por los pasillos de un edificio departamental recientemente abierto

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Un pequeño niño de curiosas facciones y ojos azules como el cielo caminaba por los pasillos de un edificio departamental recientemente abierto. Todos los empleados lo saludaban con sonrisas amistosas mientras el niño caminaba con pasos indecisos a una sección del edificio que pocos civiles que no eran trabajadores visitaban.

Era la zona de las calderas, aquel lugar que brindaba calor en el edificio a base de chimeneas de hierro en los almacenes subterráneos. En aquella época el invierno estaba visiblemente presente en las calles con fresca nieve recién caída de las nubes.

—Louis, hola—saludó un chico de cabello rubio y ojos oscuros, su cara permanecía sucia y la boina de tela cuadriculada tenía la visera apuntando a su nuca.

—Lucas—respondió el pequeño con una sonrisa tímida y el rubio se desconcertó ante la acción. Louis solía ser un niño muy comunicativo además de social, extrovertido en muchos aspectos, a veces incluso imprudente en varios casos.

—¿Pasa algo? —el mayor dejó su trabajo para acercarse al pequeño, Louis sonrió con la boca cerrada.

—Noup, solo quiero hablar con mi hermano—tomó el cuello de su camisa y jugueteó un poco con el extremo.

—Leo está allá, en la caldera siete al lado de Kiled—el castaño asintió y comenzó a correr en la dirección a la que apuntó Lucas.

Sentía una de sus calcetas largas bajar con cada paso que daba al correr hasta que su pantorrilla ya no la sostuvo más y cayó hasta su tobillo. Los pasos veloces resonaban perdiéndose en el bullicio del trabajo, intentaba llegar lo más rápido que podía al lugar de su hermano.

Ahí estaba él, con el cabello alborotado sin una boina que lo cubriera, la camisa de manga larga arremangada hasta arriba de sus codos y el overol oscuro con manchones negros al igual que sus brazos y rostro debido al carbón que apartaba con una pala e introducía al horno.

—¡Leo! —gritó Louis a la distancia, sobresaliendo entre el ruido que los demás trabajadores provocaban, el mencionado dejó de prestar atención a su trabajo y se giró a mirar a su hermano, quien se acercaba corriendo a su puesto.

—¿Louis? —el niño se detuvo frente a Leo y una sonrisa dispareja se proyectó en su rostro—. ¿Qué haces aquí, pequeña comadreja? —preguntó con curiosidad dejando caer su pala en un montón de carbón. Louis no se sintió ni un poco ofendido puesto a que ese era el apodo que tenía él en especial, tenía uno para cada uno de sus hermanos.

—Q-quería decirte algo, ¿tienes tiempo? —Louis entornó los ojos con esperanza de poder tomar algo de la atención y tiempo de su hermano mayor. Leo colocó los brazos en jarra y miró a su alrededor, fingiendo pensar.

Dreaming Place » l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora