Capítulo 5

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El estómago me da un vuelco y mi corazón se pone a mil. Cada vello de mi piel se eriza al notar ese olor... ese olor que reconozco, que identifico y que amo. Ese olor almizclado, con cierto toque a tabaco. Noto cómo me pican los ojos y le devuelvo el abrazo, tratando de no volver a llorar.

-Mattia ... quei modi.- me parece escuchar a Salvatore.

Matt se separa un poco de mí, apoyando su mano en mi mejilla mientras me mira a los ojos. Sonríe ligeramente y luego se vuelve hacia mi madre.

- Disculpe mis modales.- dice mientras ofrece su mano para estrecharla.- Soy Matt.

- Alison, encantada.- responde mamá con amabilidad. No parece incómoda ni molesta, lo cual es de agradecer, porque yo ahora mismo noto que tengo la cara ardiendo.

- Ya he dejado todo arriba.- interrumpe Tony.- Ah, hola, Matt, no te he oído entrar.

- Acabo de llegar ahora mismo.- responde mientras se quita la chaqueta y se aleja para colgarla en la entrada. La camisa blanca deja que se marquen ligeramente sus fuertes brazos y realza sus rasgos morenos.

- Si me disculpan...-indica Salvatore, poniéndose en pie.

Quedamos las dos solas en el salón, mientras les oímos hablar en italiano en la entrada.

- No me habías dicho que estaba tan bueno.- me dice mamá en voz baja.

- ¡Mamá!.- la reprendo en el mismo tono. Creo que jamás he estado tan ruborizada como en este momento. Sospecho que no me queda sangre en el cuerpo para subir más el tono.

- ¿Qué, acaso no es verdad?- replica con voz inocente.- Está tremendo, yo también habría caído. Aunque un poco descarado, eso de abrazarte sin más...

- Mamá, por favor...

Sí soy capaz de estar más ruborizada.

- ¿Habéis cenado?- pregunta de repente Tony, asomando medio cuerpo por la puerta.

- ¡Antonio!.- oímos que le regaña su abuelo.- Quelli non sono modi per parlare con gli ospiti.

Tony suspira en silencio y se pone derecho. Me resulta curioso cómo un hombre entrado ya en la treintena tiene esa relación con su abuelo.

- Les consultaba, nobles damas, si les agradaría disfrutar de un ligero ágape o si, por el contrario, se decantarían por una sabrosa cena italiana.

No lo veo, pero estoy segura de que Salvatore lo está fulminando con la mirada.

- Bueno, con el cambio de hora, para nosotras es un poco pronto para la cena.- le respondo.- Pero vosotros sí debéis tener hambre, ya es tarde...

- No te preocupes por nosotros.- responde Matt, entrando en el salón.- Podemos preparar una cena ligera.

- Ah, no.- se apresura a decir Tony.- Tú tienes prohibido entrar a la cocina. La última vez casi la quemas.

Mamá se ríe y yo esbozo una sonrisa pero en realidad ese comentario inocente ha sido como un jarro de agua fría. Vittorio era un excelente cocinero. Algo tan sencillo como eso reanuda todas las dudas que tenía antes de recibir su abrazo cálido y fuerte.

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Pese a que insistimos en ayudar, entre los tres se ocupan de la cena y de la mesa, mientras nosotras vamos a refrescarnos un poco a la habitación que nos han ofrecido.

Mamá se dedica a rebuscar en mis maletas algo que considere apropiado y yo trato de encontrar a mi gata, la cual parece que está enfadada con nosotras. Finalmente la localizo debajo de la cama, de donde se niega a salir.

EL ATRIL 2: ISABELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora