Frank despertaba como todas las mañanas para ir al colegio. El despertador taladraba su cabeza todavía soñolienta. Abrió los ojos y contempló en la oscuridad el techo, estiró la mano, apagó el despertador. Prendió el velador acomodándose en la cama, todavía bostezando vio su almohada, deseando seguir durmiendo. Revisó el celular para ver si tenía algún mensaje que no hubiera leído la noche anterior.
Nada.
Se levantó, fue al baño; una vez allí, vio el reflejo del espejo y se quedó embobado, contemplando lo despeinado que estaba su pelo, mientras que su cara era un rejunte de lagañas. Giró la canilla. El sonido del agua golpeando contra el mármol lo despejaba del transe de estar despertándose. Empezó a lavarse la cara, a mojarse el pelo, lavarse las manos y como todas las mañanas, ver la marca de nacimiento que tenía en la muñeca derecha: un círculo tachado. Era viernes de otoño, el fin de semana estaba a la espera.
Cuando terminó de higienizarse, volvió a su cuarto y se cambió para ir al colegio. Sus padres ya estaban despiertos, desayunando. Lo invitaron a que los acompañe a desayunar pero Frank no aceptó la solicitud. Se puso una campera, agarró la mochila y saludando, cruzó la puerta.
El viento lo golpeó en la cara, el chico suspiro, se puso los auriculares y seleccionó una canción en su celular. Otro día normal empezaba con su caminata hasta la parada del colectivo. Recordaba sueños mientras tarareaba My Hearts to Blame de Falling in Reverse.
El frío se sentía en la nariz y los huesos. Una vez llegó a la parada, esperó el colectivo.-o-
Lejos de la Tierra, mejor, del universo mismo, en una Realidad alterna con un mundo fantástico de cuento, un rey estaba por empezar su día.
-o-
El sol salía en el horizonte iluminando las calles del Reino. Poco a poco, su luz cubría las ventanas de las casas con aldeanos expectantes al alba. En lo alto del castillo, el rey se despertaba de un tortuoso descanso. Una noche cargada de malos sueños.
En la cama, miró a su armario donde colgaba su antiguo conjunto, su ropa de Caminante sin Reino, mal gastada por los años. En la esquina de su lecho, colgaba la dorada corona y más adelante, la ropa que usaría, seleccionada meticulosamente para la ocasión. Se levantó en dirección al baño. Vertió un poco de agua en la palangana y empezó a lavarse para sacar la transpiración que lo cubría.
Una vez limpio, miró su marca de nacimiento en la muñeca izquierda: un círculo tachado. Vio al espejo; se quedó mirando la imagen fija, recordando el horrible sueño que había tenido. Se llevó las manos a la cara, espabilándose del transe. ¿Los sueños siempre son sueños? Pensaba mientras volvía al cuarto.
Así empezó el ritual de cambiarse, colocando una camisa blanca con un moño rojo y negro. Su traje listo y su capa de rey colocada, por último, la corona en su cabeza. Así, el Rey Rojo y Negro, Maik Finter, salía al balcón a ver su Reino amanecer.
Dibujó una sonrisa en su rostro y contempló en silencio el ruidoso despertar. Las ventanas abriéndose, el alboroto de voces que se juntaban en el medio, perdiéndose como la noche misma. Todo el mundo estaba emocionado, ¡ese día era para celebrar!
Volvió a ver su marca suspirando. Acomodó la corona, deleitándose con el espectáculo vespertino.-o-
Así es como empieza una persona y un rey. Lo que estos no sabían, era que más temprano que tarde, todo lo que disfrutaban no iba a estar allí para contemplarlo...

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Entre Alas y Sombras
FantasíaFrank es un muchacho de diecisiete años en su ultimo año de secundaria. Maik es el rey de un Reino fantástico en un mundo de cuento. Ambos vivieron sus vidas en relativa paz, pero serían sorprendidos por la amenaza de Ercan Kreighter, el Realista...