La Princesa y el Siphtet despertaron con un grito ahogado. Seguían en el mismo lugar ensangrentado. Por reflejo, ambos pusieron la mano en el pecho, ahí estaban los latidos que tanto habían echado de menos. Respiraron profundo, su viaje por el Descanso Eterno culminó, cambiándoles la vida por completo. Kane sentía la espada en su espalda, pero las alas habían desaparecido. Aún sentía el cosquilleó. No le gustaba mucho, pero sabía que tenía que acostumbrarse. Sobre el cinturón, estaba Cámbuj, que parecía resonar de felicidad. Arriba de ellos, un búho volaba en círculos.
Jiro pensó el chico. Se levantó y ayudó a la Princesa. Estaban mugrientos. Katherine observó el pelo negro con manchas blancas del otro. Ambos se abrazaron, felices de volver a verse. La Princesa quería preguntarle un millón de cosas.
—¿Encontraste lo que querías? —preguntó Katherine de forma calmada, su voz era algo que había extrañado.
—Sí, algo así. Tengo mil cosas para contarte.
—Me imagino —dijo, observando los objetos que se había traído. El chico que había conocido obtuvo un cambio.
—¿Y tú? ¿Encontraste a tu madre?
La Princesa se mordió el labio.
—Sí, la encontré. Supongo que tenemos mucho de qué hablar.
—Pero no aquí. Quiero irme de este lugar —dijo, tratando de sonar gracioso. La Reina Oscura no estaba ahí, solo su corona. Más tarde, preguntaría quién era ella.
Revisaron de tener todo encima antes de salir. Esa sala del trono los había cambiado por completo. Maduraron. Kane hizo seña para que el búho lo siguiera y este obedeció.
Cuando llegaron al pasillo previo, Katherine se detuvo para ver el cuadro que antes había inspeccionado. Con lo que sabía, cobraba otro significado. Pensó en llevárselo, pero abandono la idea.Si nunca lo dijo, por algo fue, pensó alejándose. Pero a mí, sí va a tener que explicarme.
Caminaron en silenció, repitiendo los cuartos recorridos. Todo estaba ordenado, como si nada hubiera pasado. Hasta el salón de los candelabros estaba ordenado. Esta vez no cayó ninguno cuando pisaron las baldosas, lo cual fue una gran satisfacción. Antes de salir, ambos voltearon para ver por última vez el Castillo Oscuro. Cruzaron el umbral hacía el exterior.-o-
Afuera los esperaban sus compañeros, los Viajeros sin Reino. Se acercaron ni bien los vieron salir, bombardeándolos de preguntas que no tenían ganas de responder por el momento. Observaron con detenimiento al chico, de los dos era el que más cambios parecían haber sufrido. Elizabeth lo abrazó, como si hubiera estado preocupada todo el tiempo, ignorando la suciedad.
—La próxima vez que me hagas esperar tanto me voy asegurar de hacerte la vida un infierno.
Kane sonrió.
—Te quiero ver intentarlo.
Ella lo miró, observando a alguien completamente diferente.
Valts acudió a la Princesa y ella le regaló una caricia; Crow observó en su forma de cuervo a Jiro, moviéndole un ala que el Buhean respondió con un aleteo leve. El Vagabundo se unió, llorando.
—Ha pasado algo terrible mientras no estaban —sollozaba—. Nero ha... ha muerto —empezó a desprender lagrimas demasiado exageradas. Un golpe en su nuca intentó distraerlo sin exito.
—¡No estoy muerto idiota! —gritó Nero, su aspecto estaba algo magullado, con los pelos parados.
—Todavía... puedo escuchar su voz...
El Cazador intentaba golpearlo pero Ianatsz y Ruminae lo detenían, riéndose.
Hubiera sido un lindo rencuentro de no ser porque un estruendo en el cielo los hizo exaltar. La tierra tembló en sus pies. El chico entendió que aquello era una advertencia, una señal a los problemas porvenir.Nunca debieron olvidar la traición de mis padres pensó, mordiéndose el labio.
—Elizabeth, ¿Hasta dónde pueden llegar tus portales? —preguntó, mirándola a los ojos. Era la primera vez que sostenía su mirada.
La Ladrona de Hechizos pensó en las palabras del chico, era diferente al sumiso que había secuestrado en el Reino de los Magos.
—Si tengo la ubicación, a cualquier lado supongo —contestó algo perpleja— ¿Por qué?
Kane miró al cielo y se estremeció. Sentía que estaba siendo observado.
—Si nos quedamos aquí estaremos en peligro. No hay tiempo para explicarles el por qué —todos lo miraron extrañados. Kane cambió la expresión, mostrándose amigable—. Necesitamos llegar al Reino de Maik, ahí estaremos seguros.
La pelirroja pensó un poco. La distancia era abismal; los seres, por su parte, muchos.
—Dame un segundo.
Cambió el color de sus ojos a gris. Levantó las manos y por unos momentos, empezó a murmurar. A su mano derecha, se acercó la de Kane con la palma abierta, cerró los ojos y respiró profundo, pudo sentir por primera vez su esencia fluir de manera eficiente, dirigiéndola al portal y ayudando a la Ladrona de Hechizos. Elizabeth se sorprendió, pero mantuvo la concentración. Dos minutos más tarde, hizo un arco con los brazos y creó el portal.
Katherine agarró la mano del chico con fuerza una vez terminó de ayudar. Ir al Reino de su padre iba a ser una dura prueba. Kane, por su parte, sonrió con confianza.
Todos cruzaron el portal sin mirar atrás. Menos Crow, el Cuervo Fantasma, que había entrado en el Castillo Oscuro. Una vez que se metió Elizabeth, el portal se cerró, dejando un silbido en el aire. Desde ese día, jamás volverían a aquel lugar que los vio crecer.-o-
El mundo era un caos. La Tierra había sido subyugada por la mano de Ercan Kreigter, el Realista. Todos le servían.
En un principio, trataron de atacar su castillo en el rio de Olivos, Buenos Aires, pero había sido en vano. Ejércitos de todo el mundo se unieron para hacerle frente al chico de pelo negro y ojos rojos, acompañado de sus dos sirvientes. Uno a uno, cayeron sin siquiera hacerle un rasguño a la imponente arquitectura que cubría todo su alrededor de espinas. Dos años de constantes ataques no hicieron nada más que deleitarlo y engrosar sus filas. In-yarne se encargaba de levantar los cadáveres, corrompiéndolos y atándolos a la voluntad de Ercan, creando un ejército de personas carentes de emoción. Los humanos eran tan predecibles que ante él no tenían nada que hacer. Los líderes de todo el mundo firmaron entonces servirle al Realista y su causa por encontrar la Realidad. Tea.
Tenía sirvientes, un ejército, ojos y oídos en todos lados. Era el tirano más grande en la historia. No obstante, era infeliz. Al principio, les había dado un tiempo límite, pero desde entonces había pasado muchísimo tiempo y no encontraba en ningún lado su tesoro.
Paseaba por los pasillos de su castillo día y noche sin descansar, dándole vueltas a un asunto pendiente. El Alto Mago Arcano y el Dragón rojo hacían cumplir todos sus mandatos con puño de hierro, pero eso a él no le importaba mucho.
Vio por la ventana al horizonte, más allá de lo que podía ver cualquiera, más allá del universo mismo, de la Realidad. Algo había despertado en Tharatia, algo que podía llegar a amenazarlo. Sonrió. Para cuando eso llegase a enfrentarlo, la era de la Espina ya habría hecho de las suyas. Las cosas iban a pasar a ser más interesantes desde aquel oscuro día y lo qué él ignoraba era que ahí, en la Tierra, un héroe surgiría para frustrar sus futuros planes.-o-
Cayeron en seco contra el mármol de la sala del trono. A su alrededor, parecía no haber nadie. El chico se sintió cómodo después de mucho tiempo. Ese era el lugar donde apareció allá hace quién sabe cuánto.
Uno a uno, se levantaron, admirando la majestuosidad de la sala. La Princesa siguió con la vista la alfombra roja, que iba hasta unas escaleras y terminaban en unos zapatos brillantes. Un nudo en el estomago se apoderó de ella. Sentado en el trono, estaba el rey, aquel supuestamente desaparecido. Con un traje elegante, un moño rojo y negro y una corona incrustada de joyas preciosas, acompañado de una expresión tranquila. Kane abrió la boca para decir algo, pero el rey lo calló con un ademan. Todos se quedaron en silencio.
—Creciste mucho desde la última vez que te vi, desgraciado —dijo Eric, el Vagabundo, aligerando el ambiente.
El rey tembló un poco y tomó su cabeza, verlo le traía una lejana resaca.
—Ni lo menciones —respondió—. Tú no cambiaste nada. Pensé que estabas muerto o algo así.
—¡Hierba mala nunca muere!, que agradable volver a verte, Maik.
El rey rió.
Bueno, me has ahorrado el trabajo de buscarte pensó Katherine algo aliviada.
Detrás del trono apareció una chica pálida. Kane pensó al principio que era Caroline. Pero no. De hecho fue como ver un fantasma, uno que había olvidado por completo.
—¿Valentina? —preguntó, con la voz temblorosa—. ¿Eres tú? ¿Cómo llegaste aquí?
Su mejor amiga de la Tierra. La última persona que vio cuando Ercan apareció. Recordó entonces que desde su llegada, nunca había revisado el celular. Era un detalle menor, más tarde preguntaría donde estaban sus pertenencias.
—Me llamó Charlotte —respondió—. Charlotte Neven.Esto tiene que ser una broma pensó, encogiéndose. Maik Finter, el Rey Rojo y Negro se paró. Para muchos era la primera vez que lo veían y en efecto, era imponente.
—La tormenta está portornarse contra nosotros —dijo, clavándoles la mirada—. Es mejor ponernos atrabajar.Continuara en "John Tineline: nuestro héroe".

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Entre Alas y Sombras
FantasyFrank es un muchacho de diecisiete años en su ultimo año de secundaria. Maik es el rey de un Reino fantástico en un mundo de cuento. Ambos vivieron sus vidas en relativa paz, pero serían sorprendidos por la amenaza de Ercan Kreighter, el Realista...