CAPITULO 9

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Elena Samaras

Corría con fuerza en la oscuridad del bosque, disfrutando de la tierra fresca filtrándose entre las almohadillas de mis patas. La respiración agitada de Anker y Caronte hizo que una sonrisa se dibujara en mi hocico, era divertido que a pesar de ser de los más fuertes en mi manada, les costara seguirme el paso.

Me detuve de golpe al sentir la brisa nocturna golpear casi con ternura mi rostro. Mi pelaje se movió con suavidad y olfatee con curiosidad, había algo familiar en el aire. Al percibirlo, cerré los ojos y caminé despacio guiandome por el aroma.

-Es imposible.- pensé casi emocionada y acelere mi andar.

-Alpha?

La gruesa voz de Caronte sonó en mi cabeza, sin embargo continúe, ignorando su llamado.

-No lo hagas Elena.- reprocho mi loba.-no queremos entrar ahí.

-No me sigan.- ordene.- Déjenme sola!!.

Los mire de reojo dejando que mi loba blanca dejara en claro mi autoridad. Los enormes lobos bajaron la mirada y se giraron para montar guardia.

-Tenemos que hacerlo.- susurré obligándola a caminar.

Atravesé un par de arbustos y lo vi. Hayzel lloro con dolor. Parecía que habían pasado mil años desde aquella noche.

Ahí estaba. el acantilado donde peleé con Vigo. Baje la mirada y con mi pata acaricie la tierra. Aún podía olfatear su aroma de durazno y vainilla. Era como oler los recuerdos de aquella abrumadora noche.

Algo en nuestro interior se removió incómodo. Sentí un nudo en la garganta y mi vientre respondió a mi angustia, como si por un segundo pudiera volver a sentir algo más que no fuera resentimiento y deseo de venganza.

-En otra vida Elena...- en mi cabeza sonaron sus palabras, su voz sonaba tan viva dentro de mí que parecía que jamás se había ido. Me sentí traicionada por las lágrimas que comenzaron a salir de mis ojos.

Me acerque al final del abismo y respire tan hondo como me fue posible, dejando que lo que quedaba de su aroma me embriagara por completo.

-La diosa blanca nos trajo aquí por una razón.- lloro Hayzel.

Mire más allá de la copa de los árboles. Las luces de Arcadia brillaban a lo lejos y la realidad me golpeó con fuerza.

Un aullido salió de mi garganta, tan fuerte que el suelo vibró bajo mi cuerpo. Deje que Hayzel llorara la pérdida de nuestro amor, de nuestro único y verdadero amor. Lloramos tanto y tan fuerte que nuestro llanto se convirtió en un quejido lastimero. Me levanté en dos patas y con mis garras arranque mi piel, regresando a mi forma humana. Mire hacia el cielo sintiendo mis ojos aún inundados por las lágrimas y una ligera neblina se alzaba sobre la luna, lleve mis manos hacia mi pecho, cubriéndome, como si me hubieran arrancado el corazón estando viva y grite su nombre tan alto como me fue posible.

-Vigo!!!!!!!!!!!

Me dejé caer sobre la tierra, con un sentimiento semejante al vacío llenarme por completo.

Caronte:

-Aquí fue donde paso.- dijo Anker mirándome de reojo para seguir alerta, con la mirada fija en el camino por donde venimos.

Lo mire con atención por un momento. Estaba sentado sobre sus patas traseras. Su pelaje gris brillaba con la tenue luz de la luna. Sus orejas iban de un lado a otro captando los sonidos de la vida nocturna que habitaba en el bosque.

-Lo se.- dije parpadeando suavemente mirando a los insectos andar por el pasto delante de nosotros.

-Pero son esos golpes de la vida lo que te hace mas fuerte.

-Ella no solo se hizo más fuerte.- recalque.- Ella hizo lo que se tenía que hacer y abrazó su naturaleza.

-Hablas de salvar a su madre?

-No.- respondí.- Por siglos se nos ha inculcado que el animal y el ser humano puede vivir en completa armonía, que nosotros al ser mitad lobo y mitad hombre podríamos cumplir esa utopía. Vivir como iguales.

Anker me escuchaba con curiosidad sin descuidar ni por un segundo su puesto.

-Pero jamás hemos sido iguales.

-No.- agregue.- Lo único que pudo salvar a elena de la muerte fue regresar a nuestros principios, lo que se hacía en las primeras eras. Cazar y devorar al hombre. Estamos tan domesticados que incluso hemos evolucionado con prejuicios y moral cuando somos más lobos que hombres.

Anker suspiro.

-Por qué crees que nadie en Arcadia la mira a los ojos?.- pregunte.- La evitan como si fuera una extraña para nuestra especie cuando ha sido la única con el valor suficiente de romper las reglas impuestas para salvar a su gente.

-No son dignos de ella.- dijo Anker con recelo.

Un aullido nos erizó el lomo a ambos. Nos pusimos de pie de inmediato y miramos en dirección hacia donde había desaparecido nuestra alpha.

me impulse sobre mis patas traseras y corrí hacia ella seguido por Anker. El dolor que había en su llamado me hizo querer partir los árboles por la mitad.

.......

-Alpha?

Me acerque a ella despacio olfateando el aire a su alrededor. La piel canela de su espalda relucia bajo la negrura de su cabello negro.

Anker corrió hacia los arbustos y con su hocico tomó con cuidado una capa de musgo. camino hacia elena y con mucho cuidado cubrió su desnudez con ella.

La joven mujer abrió los ojos y nos miró.

Ambos nos quedamos callados. Sabiamos lo que habia pasado.

Anker se acercó a ella y usando su hocico como una silla colocó a elena sobre mi lomo.

-Solo saquenme de aquí.- dijo acariciando mi pelaje.

Asentí con la cabeza y a paso firme nos dirigimos a Arcadia.

Consejero Evan.

El fuego de la chimenea hacía que extrañas sombras se dibujaran en las paredes del pequeño cuarto.

-La luna está en la fase de primer cuarto.- dije al fin.

Liza con aparente calma siguió pasando las hojas del libro de historia antigua que tenía en sus manos.

-Sabes lo que eso significa. Verdad?

-Gibosa creciente y después Luna Llena.- alzó su mirada verde olivo para mirarme.

Sus ojos verdes resaltaban aún más con las líneas negras que se extendían por debajo de ellos. Sabía que llevaba noches sin poder dormir.

-Estamos a días, si no es que horas de que suceda el nacimiento.

Un aullido lleno de dolor sonó en toda Arcadia.

Liza se levantó de su asiento y camino hacia la ventana para mirar hacia la oscuridad de la noche.

Me levanté del respaldo del sillón esperando por un segundo aullido, pero no hubo mas.

-Es lo que creo que fue?.- pregunte preocupado.

-Elena.- suspiro.- Fue mi hija recordando lo que paso.

Suspire y agache la mirada. Camine hacia ella después de unos minutos y coloque mi mano sobre su espalda. Liza recargo sus manos sobre el marco de la ventana y tragó saliva.

- En qué momento dejamos que todo se fuera a la mierda, Evan?.- dijo con lagrimas en los ojos.- Solo espero que tus hombres estén preparados.

-Lo estan mi señora. No le harán daño, se lo prometo.

Liza sonrio.

-Se que ellos no pueden hacerlo Evan. No tienes que aclararlo. Solo diles que junten a todos los hombres que tengan.-recorrio las cortinas y le dio la espalda al mirador. Como si quisiera cubrir nuestro secreto de la Luna.

-El final se acerca.- asintió limpiando las lágrimas de sus ojos.- Repasemos de nuevo el plan.- dijo con aparente ánimo.- Dime donde y cuando debo de estar en el bosque para que puedan atrapar a Elena.

LA ALPHA: ÉXODODonde viven las historias. Descúbrelo ahora