CAPITULO 11

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Elena Samaras.

Unos suaves empujones me hicieron despertar. Al abrir los ojos pude notar la mirada amarilla del lobo de Anker. Su nariz húmeda olfateaba mi cara y brazos buscando alguna anormalidad.

-Estoy bien.- me resigne a decir recargandome en el lomo de Caronte para bajar y ponerme de pie, me sentía débil y por un momento mis piernas parecían no responder.

-No lo estamos.- hablo Hayzel en mi cabeza.

Cuando al fin pude tener el control de mis extremidades empecé a caminar con dirección a mi casa, los dos lobos se posicionaron cada uno a un costado mío, lo más cerca posible para evitar que me cayera.

Arcadia estaba en completo silencio. Quizás se corrió la voz que su alpha había salido al bosque y temían encontrarse conmigo en persona. Se de los rumores que se dicen en mi manada. Que he caído en la locura y soy un monstruo devorador de carne humana, la verdad es, que sus miedos y creencias sobre mí no podrían importarme menos.

Mire hacia el templo de Lycaon, iluminado por las antorchas que adornaban la entrada así como eran protegidas por esas cuatro enormes estatuas. Parecía ser lo único que tenía vida en Arcadia.

Caronte regresó a su forma humana y me abrió la puerta para ingresar al recibidor. Me tomo en brazos y yo sin protestar me deje llevar por él hasta mi cuarto. Pude ver por el rabillo del ojo a mi madre y al consejero Evan observarnos  desde la penumbra, cerca de la oficina que fue de mi padre. Anker que iba detrás nuestro, los miró fijamente, como si estuviera esperando cualquier movimiento en falso para atacar. 

-Anker.- dijo Caronte deteniéndose y girando para mirarlo.

El consejero Evan dio un paso adelante cubriendo a mi madre tomando una posición de desafío.

Me deshice del agarre de Caronte y camine hacia Anker.

-Seguro que quiere hacerlo consejero? .- pregunte tomando del brazo a mi escolta para colocarlo detrás mío.- No tengo ningún problema en partirlo a la mitad.

Evan dio un paso hacia atrás, haciéndose más pequeño.

-Eso crei.- sonreí  y seguí caminando hacia las escaleras seguida por mí guardias.

Consejero Evan:

Cerré la puerta y me coloque sobre esta, como si quisiera bloquear el paso. Sentía como si mis ojos se fueran a salir de sus cuencas, así como un miedo muy humano expandirse por mi cuerpo como una hierba venenosa.

-Ya no podemos controlarla.- dije sorprendido.

-Nunca pudimos.- respondió Liza.- Pero está débil Evan, tú también pudiste verlo.

-Su cuerpo está guardando energía. Quizás el bebe nazca antes de la luna llena.- dije con ánimo.

-No.- respondió Liza.- Alguien como Elena solo podría tener hijos Alphas. No menos.

-Siempre hay una excepción.- tocaba mi barbilla sintiéndome ansioso, con la mirada fija sobre la ventana como si estuviera viendo una luz al final del túnel. Una oportunidad de lograr el objetivo y poder encerrar a Elena para siempre.

-Evan?.- preguntó Liza.

-Si?.

-Y si Elena hace El Llamado?.- vi el miedo en sus ojos.- Y si no puedo controlarme? Y si fallo por eso??

Tome su rostro con fuerza entre mis manos.

-No hay que temer Liza.- alce la voz intentando hacerla entrar en razón. 

LA ALPHA: ÉXODODonde viven las historias. Descúbrelo ahora