CAPITULO 2

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Elena Sámaras.

Cerré los ojos aun masticando el ultimo pedazo de carne. Mi pecho subia y bajaba con fuerza, incluso podia sentir el sudor corriendo por mi espalda.

Habia devorado al hombre en tan solo minutos. Solo quedaban astillas de huesos regados en el piso sobre una enorme mancha de sangre decorando la alfombra.

Me recargue sobre el suelo aun jadeando, no importaba cuantos mortales comiera. El hambre ya no desaparecía.

Liza Sámaras.

-Podemos quitarle al bebé cuando nazca.- dijo el consejero y no pude evitar reír ante lo que parecia una broma.

-Dime que es un chiste.- lo miré esperando que su respuesta fuera un "Sí, es una jodida broma", pero el negó con la cabeza despacio.

-No habremos dado ni un paso cuando Elena ya haya destrozado nuestras gargantas.- apreté los labios en una mueca sintiéndome acorralada.- No podemos hacerle eso.

Evan se echo hacia atrás con brusquedad, recargándose por completo en el respaldo del sillón. Podia sentir su mirada acusadora clavada en mi espalda.

-Avísame cuando dejes de verla como tu hija y la percibas como la amenaza que representa para todos nosotros. Quizás cuando empiece a matar a la manada que juró proteger entonces se te caiga esa venda de los ojos.

Incline un poco la cabeza hacia un lado solo para escuchar mejor el temor que habia en su voz.

-Mi hija, la mujer de la que estás hablando.- parpadee rápidamente para deshacerme de las lágrimas que amenazaban con salir.- Fue traicionada por su mate y por su hermano. Regreso de una muerte segura solo para salvarnos del destino que nos esperaba con Héctor. Dudo que alguien mas haya sufrido tanto como ella.

-No es asi Liza!.- alzo la voz.- Tu hija regreso por venganza.

-Regreso porque le hizo una promesa a su padre asesinado!.- grité.

-No.- se levanto del asiento para empezar a caminar hacia mi.- Elena corrió ese riesgo porque sabia que no moriría. Sabe que ninguno de nosotros puede matarla.- susurró a mi oído. Sus palabras se sentían frías sobre mi piel.

-Se equivoca consejero.- murmuré.- Mi hija murió esa noche. Pude verlo Evan, esa mirada en sus ojos cuando Vigo iba a matarme. Sabia que Elena no dejaría que me hiciera daño y sin embargo pude ver en ella esa decisión. - sentía el nudo en mi garganta.- El hizo lo que ella esperaba, lo que quería.- hice una pausa.- Porque aun cuando ya se habían rechazado ella prefería morir a su lado que vivir en un mundo donde no estuviera él.

Sentí sus manos tocar mis hombros con suavidad.

-No fue necesario que esa caída la matara. - la humedad de mis lagrimas comenzó a acariciar mis mejillas.- Mi hija murió en el momento en que Vigo dejo de respirar.

Me gire para mirarlo.

-Lo que ahora queda de ella es lo que nosotros mismos nos hemos encargado de alimentar. Es el dolor, es la pérdida. Es la venganza. Veo la misma amenaza que tú Evan. La escucho respirar y alimentarse cada uno de los días...pero aun es mi hija.- a pesar del dolor que sentia en el alma fueron las únicas palabras que parecieron calmarme desde mi interior.

-Ella ya no es tu hija Liza.- refutó con compasión.

-Podemos darle otro entrenamiento al cachorro.- dio dos pasos hacia atrás alejándose de mi, pero sin dejar de mirarme.- Mandar al bebé a aprender técnicas de combate que Elena desconozca.

-Con quién? ¿Con otra manada de lobos que al final también le deba obediencia a mi hija? Elena es decidida Evan.- me acerque a el.- Una vez que se convierta en madre no habrá manada que no se hinque ante ella.

LA ALPHA: ÉXODODonde viven las historias. Descúbrelo ahora