CAPITULO 6

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General de Ejercito 1, Gobernador Lachlan Ray.

Los hornos de inducción de mas de veinte metros de alto con capacidad hasta para cinco toneladas de plata, trabajaban sin parar. El ruido y calor que desprendían esos monstruos al fundir el metal era infernal.

-De verdad necesitamos tanta plata?.- pregunto uno de los militares recién llegados a la base. Sus ojos miraban con asombro el tamaño de la estancia.

-Solo es para encerrarla no para hacerle una mansión.- dijo otro.

Un sonido parecido al de una alarma náutica sonó con fuerza, haciendo que todo el personal presente se tapara los oídos, siendo yo la excepción.

- Esa alarma indica cuando la plata está completamente derretida. Ahora se debe vaciar en contenedores para seguir haciendo las piezas de lo que será el bunker. Y si.- agregue.- La necesitamos pero no es para que ella este cómoda, si no para darle un grosor casi imposible a las paredes.

Los mire a los ojos.

-No queremos que salga por accidente o si caballeros?

-No señor.- contestaron a coro.

Vimos como los hornos vaciaban la plata liquida en grandes moldes que habían sido modificados para ser elevadores y que descendían de manera inmediata a los pisos inferiores.

Me gire para ver sus expresiones de asombro, retrocediendo para una mejor vista. El brillo en sus ojos casi infantil me hizo querer reír. Caían en lo ridículo.

Me cruce de brazos y los observe. Todos parecían estar hipnotizados a excepción de uno que parecía mirar la escena con gesto serio. Lo reconocí de inmediato. Nicolás Price. Excelente como soldado pero impulsivo, una pelea con su último capitán al mando fue lo que lo llevo a estar en vigilancia. Fue uno de los militares que bajo al encuentro con los hombres perro y muy amigo de David, mi sobrino. El muchacho parecía competente pero el hecho de que entablara amistad con alguien como mi sobrino hacia que de inmediato su coeficiente intelectual fuera puesto a prueba.

-Debemos organizarnos bien caballeros.- hable en voz alta y nuestras miradas hicieron contacto.- La Alpha está cerca de tener a su cachorro, así que estamos a poco más de dos semanas de darle uso al bunker. Este estará listo dentro de cuatro días.

Muchos de ellos empezaron a susurrar con asombro.

-Vienen momentos difíciles.- alce las manos para hacerlos callar.- Dentro de ocho días se reforzara el entrenamiento a dieciocho horas al día. Comerán, respiraran y beberán todo lo que se deba saber sobre los hombres lobo.- cruce mis manos sobre mi espalda baja y los mire.- Esas cosas son máquinas de matar, son fuertes y nos doblan el tamaño. Los hombres perro no dudaran en matarnos después de ayudarlos a limpiar su mierda.

-Es por eso.- continúe.- Que no solo se esta preparando el bunker, si no también balas de plata pura, para que una vez que hayamos neutralizado a la Alpha, procedamos a eliminar al resto de los lobos.

Gritos de celebración se alzaron por encima del sonido de los hornos.

-Son más bestias que humanos. Una bestia carece de inteligencia.- dijo uno de ellos interrumpiendo.- No habrá problema en acabar con ellos.

Todos se giraron para mirar al muchacho de no más de veintidós años. Tenia las manos sobre su cadera dando un aire de confianza en si mismo, pero su comentario me hizo querer molerlo a golpes en ese momento.

-Su nombre cadete.- me acerque a él.

-John Thorne, señor.- respondió.

-John.- asentí.- En que basas tu teoría?

LA ALPHA: ÉXODODonde viven las historias. Descúbrelo ahora