- ¡Responde!
Con gran fuerza clavé la punta de mi lanza de madera al lado de su cabeza, fue entonces cuando reaccionó.
- Sí. - Dijo esbozando media sonrisa.- Soy Yoi.
- Demuéstralo.
Se quedó callado. Clavaba su mirada en la mía anonadado, totalmente despreocupado. Caían gotas de mi cabello en su rostro. Ni se inmutaba. Mi cuerpo se empezó a tensar ante la espera. Sosteniendo con firmeza la lanza me preparé para arrancarla del suelo y encajar la punta en su boca entre abierta. Sonriente y con aire burlón. Desde luego, la actitud no era la misma a la que nos tenía acostumbrados Yoi, y aunque había cierto parecido que me hacía dudar, no debía fiarme de nadie.
- Se me está acabando la paciencia.
- Me besaste. - Soltó de repente. Los ojos de Óscar se clavaron en mí.
- ¿Qué?
- Me besaste pocos días antes de irte del oasis.
Mi cara comenzó a arder. Pero esto no significó nada cuando mi pecho se alteró al escuchar una voz ronca y débil que hacía mucho que no me daba el placer de oír.
- ¿Le besaste? - Dijo Óscar.
No supe que decir. ¿Debía afirmarlo? ¿Lo desmentía aunque fuera verdad? Su rostro me decía que esperaba que lo hiciera. Una parte de mí estaba convencida de que lo sabía y que no le importaba. Otra parte me decía que entre tanta arena y ventisca que se formó en ese momento hacía que fuera ajeno a tal hecho. Acabó confirmándose de la peor manera y en la peor circunstancia. No pude ni quise mentirle, así que simplemente le asentí.
Su rostro se desencajó. Se dejó caer hacia atrás apoyando su espalda en el gran árbol caído que había en el pequeño claro. Elevó el mentón y con una mano se tapó los ojos. Su pecho empezó a moverse irregularmente mientras su mano que se encontraba en el estómago apretaba con fuerza la tela de la camiseta. No pude evitar sentir una punzada de dolor ni que se me aguaran los ojos.- Lo siento.
Bajó la cabeza quitándose la mano de los ojos enrojecidos. Me miró con desprecio mientras las lágrimas adornaban sus mejillas.
- Óscar...
Negó lentamente con la cabeza.
No pude decirle nada.
•••
No apartaba la vista de él. Estaba sentando enfrente, lo único que nos separaba era el fuego. Óscar por el contrario se encontraba a mi lado tumbado. No me volvió a dirigir la palabra todo el día, ni a dedicarme una mirada, aunque si me permitía ayudarle. Dudaba de vez en cuando en si tocarle el cabello como lo estuve haciendo estos últimos días para que conciliara bien el sueño. Al final no me atreví.
- Desembucha. - Espetó el muchacho.
- ¿Perdona? - Pregunté incrédula.
- Pregunta lo que quieras saber. Te las responderé todas.
Dudé un instante. Me fijé bien en él intentando encontrarle parecido al Yoi que conocí en su momento. El pelo castaño, las cejas gruesas y tupidas... eran características muy generales. Realmente no sabía con certeza quién era. Sin embargo, ahora mismo no creo que fuera buena idea arriesgarse. Menos aún sabiendo él que no le acababa de creer.
- ¿Por qué no me recuerda? - Pregunté.
Me miró con el ceño fruncido mientras masticaba, lo que tenía pinta de ser, corteza.
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Leyendas de la realeza II: La fábula del mago ||Editando||
AventuraSe marchan del paraíso guiados por Yoi, en busca del primer diamante. Liliana deseará no haber huido de su hogar. ¿Abandonará su sueño de ser libre? "Entre las lagunas de tu mente se encuentra la respuesta." -¿Y eso qué significa? Mostró por prime...