La claridad de la mañana que se hacía paso entre las hojas me despertó. Parpadeé varias veces intentando que mi vista se volviera nítida. Sentía todo mi cuerpo entumecido, no tenía suficientes fuerzas para moverme. Me quedé oyendo el sonido del viento y las copas de los árboles, viendo como las ramas y hojas bailaban. Conseguí oír algún que otro pájaro, aunque no estaba seguro de si vi alguno. Por mucho que parpadeara mi vista era borrosa. Oía el leve sonido de madera chocando entre sí y pasos acelerados. Giré la cabeza hacia aquel ruido tan cercano, sin embargo solo conseguí captar una silueta borrosa que se mantenía quieta en su lugar. No entendía muy bien lo que veía pero estaba seguro de lo que escuchaba. Oía como esa silueta apilaba madera haciendo que esta chocara entre sí, oía pequeños murmullos que daba la sensación que se encontraba más lejos de lo que inicialmente pensaba. Oía como frotaba rápidamente la madera, por lo que deduje que estaba intentando prender una fogata. Leves maldiciones se escuchaban escapar de entre sus labios con una voz aguda y temblorosa, posiblemente porque sus esfuerzos no daban sus frutos.
Volví cabeza al frente otra vez divisando el gran cielo y la copas de los árboles. Me dejé hipnotizar por la sinfonía de su baile, tan parecida a la de casa. Casi idéntica a la de aquellas tardes que me tumbaba junto al riachuelo que se encontraba cerca de casa, casi idéntica a la melodía que se escuchaba cada día antes de que se marchara. Marcharse sin despedida previa y para no volver. Desde entonces todo ha ido cuesta abajo. No hubo momento en el que no los añorara, a ninguno de los dos. No hubo momento en el que dejase de recrearlos en mis sueños antes del instante en el que se fueron. Pero ahora sí. Ahora puedo volver a oírla aquella melodía que me obsequió después de tantos años. Ahora que, aunque me sienta más amigo de la muerte de lo que debería, ahí está. No puedo evitar que mi sonrisa se ahogue con algunas lágrimas y con ellas vuelvo a recordar. Llorar está bien, pero que no te impidan las lágrimas perder de vista aquello que persigues. A pesar de aquellas palabras que resuenan en mi cabeza llego a la conclusión que hace tiempo que lo perdí. Hace tiempo que ya no sé por qué me embarco a realizar algún que otro cometido cuando ni siquiera se ciñe a mis objetivos. ¿En qué momento me dejé llevar sin pensar en si era lo que realmente quería? ¿En que momento se esfumó ese sentimiento de superación, de anhelar el éxito, de ese "nadie se va a interponer entre mi meta y yo"? ¿Cuándo? ¿Y por qué? No sabía a donde iba ni si debía volver. No sabía que conseguiría. No sabía ya cuales eran mis metas. Sentía como mi pecho se encogía de tristeza, sentía la presión en el corazón, las lágrimas bañando mi rostro y una sonrisa forzada rígida que no se desprendía de mis labios por mucho que me temblara la barbilla.
Una vida así no vale ni un solo minuto disfrutada. Tantas desgracias no compensaban los minutos de júbilo. Una tras otra. No hubo ni habrá descanso. Empezó con ellos, a quienes debo confesar que los vi. La muerte, amiga mía y egoísta como ella misma, me mostró sus rostros, ¿tristes? ¿Llenos de ira? Desde luego sonriendo no es como los recuerdo. Cuando quise acercarme ellos retrocedían, paso tras paso. Corría y no los alcanzaba. Con ellos debería estar pero no me aceptaron, todavía no. Prefieren que me pudra en este mundo lleno antes de reunirme con ellos. Prefieren verme inmóvil, con los músculos entumecidos, con la piel llena de manchas moradas azuladas y desnutrido hasta quedarme esquelético. Aquella ahora tan amiga mía se hacía de rogar mientras tanto yo le suplico que me lleve con ella y termine lo que empezó cuando se los llevó. Siempre fue muy egoísta.Sin esperármelo siento como tocan mi cara con delicadeza y me mueven suavemente la cabeza. Aunque sigo sin ver con claridad miro fijamente a la silueta. No habla. Solo noto como sus dedos acarician mis mejillas y como si no lo pretendiera limpia mis lágrimas. Noto como la comisuras de mis labios se relajan y descienden. Siento alivio. Sus dedos fríos recorren mi rostro, desde la mandíbula hasta la frente. Consigue que me concentre únicamente en el tacto de su piel contra la mía. La presión en mi pecho poco a poco fue desapareciendo al igual que el llanto. Mi boca se relajó y mi barbilla dejó de temblar. Mi cuerpo totalmente quedó anestesiado mientras cierro los ojos disfrutando de las caricias. A pesar de ello, mis pensamientos no cambiaron, aunque llegaron a disiparse un rato, no lo hicieron. No lo harán.
Me dedica bastante tiempo centrándose únicamente en el rostro. De vez en cuando me acariciaba el cabello pero duraba poco. Cuando sus dedos se volvieron temblorosos los apartó y quedó en silencio. Continué con los ojos cerrados. Debo admitir que algo de sueño me había entrado, sin embargo, en un momento dado pronunció algo. No llegué a entenderlo. Volví a oírle como si estuviera a lo lejos. Mis párpados ante el desconcierto hicieron un gran esfuerzo levantándose y aunque en un principio volví a ver solo la silueta, poco a poco pude por fin verla. Su pelo negro húmedo enredado, ojos grandes avellanados esmeraldas y labios rosados carnosos. Lilianna.
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Leyendas de la realeza II: La fábula del mago
Phiêu lưuSe marchan del paraíso para poder encontrar el primer diamante celestial, ¿lo conseguirán? Vivirán nuevas experiencias que harán que Lilianna nunca haya deseado huir de su hogar. ¿Volverá? ¿Abandonará su sueño de ser libre? "Entre las lagunas de t...