Capítulo 4

263 29 5
                                    

Sentía como hacían presión en mis hombros mientras me zarandeaban de un lado a otro. Gritaban mi nombre. ¿O estaba oyendo mal? Esas voces se oían muy lejanas, solo recuerdo que era una voz grave. ¿O tal vez eran más?

Mi cuerpo me dolía, me costaba respirar y mantener los ojos abiertos. Sentía mi torso húmedo y gran dolor que emanaba de ahí.

- ¡Lilianna!

Se oía a lo lejos.

- ¡Lilianna!

¿Quién me estaba llamando?

Su voz se desvanecía poco a poco, hasta que no la oí más.
La poca visión borrosa y las últimas fuerzas desaparecieron con su voz.
Me ahogué en un silencio oscuro y frío.

•••

Abrí los ojos lentamente. Me di cuenta de que estaba tumbada sobre la arena. Mis dedos inconscientemente la acariciaban con delicadeza. Dejé escapar un suspiro.
Estaba viva. Es lo primero en lo que pensé.  No sentía dolor ni cansancio, ni sed ni calor. Sin embargo no podía  levantarme. No podía mover ni un solo músculo de mi cuerpo.
Miré el cielo, nubes negras grisáceas esparcidas por un cielo teñido de un morado rojizo.
Fruncí el ceño pues este paisaje no correspondía a las noches del desierto que estuve presenciando por incontables días.

A pesar de saber que ese sitio no era donde debía estar, una tranquilidad inusual recorría mi cuerpo y en aquel momento, no me preocupé por permanecer allí. Algo de este lugar, me transmitía paz.

No quería irme.

El agradable silencio se rompió por el suave aleteo de un pájaro que vi cruzar rápidamente el cielo. Apurado, como si estuviera siendo perseguido.

- ¿Lo has visto?- Dijo una voz al lado mía. Era una voz femenina que nunca había oido y si fuera así, en aquel momento no la reconocía. Me sobresalté e intenté girar la cabeza mas no podía.- Siempre le gustó la velocidad. No ha cambiado nada después de tanto tiempo.- Dijo con un tono melancólico.

Aquella persona no dijo nada más. Permanecíamos completamente en silencio, lo único que se escuchaba era el aleteo de aquella ave. Aunque, ella hablaba cómo si fuera una persona, alguien querido, alguien que no había visto hace mucho tiempo. Intenté agudizar mis sentidos. Aquel ser seguía surcando el cielo, sin embargo no pasaba por encima nuestra por lo que no pude verle.
De repente un sollozo proveniente de aquella chica me sacó de mi trance.

- Tienes que ayudarle, Lilianna.- Dijo con la respiración entrecortada.- Ayúdale a ser feliz.- Me sobre saltó el tacto suave de su mano en mi vientre bajo.- Por favor, arregla mis errores, si no... desapareceremos todos.

•••

Abrí los ojos y me levanté rápidamente con la respiración acelerada. Miré a mi alrededor, todo oscuro no se veía nada. Sentí como me faltaba el aire. Me puse en pie, sin embargo choqué con algo y caí de rodillas al suelo. Inconscientemente llevé mis manos a mi cabeza.

- ¡Lilianna!- Gritó alguien. Elevé mi mirada y me encontré con un muchacho arrodillado enfrente mía, con sus manos indecisas de si tocarme o no, en alerta por si debía sostenerme.- Túmbate tienes una herida grave. No deberías estar así.

Me fijé más en su rostro. Cabello castaño, ojos marrones, cejas gruesas... era Yoi. Yoi estaba vivo.

- Estás vivo...- Dije en un hilo de voz. Sentía como se me humedecían los ojos, como mis manos empezaban a temblar. No pude contener la emoción y dirigí mis manos a su rostro, posando cada mano en cada mejilla suya.- Estás vivo.- Dije soltando lágrimas de alegría. Sus ojos se abrieron de la sorpresa y no pudo evitar, a los pocos segundos, que las comisuras de sus labios se elevaran un poco.

- Tú también.- Dijo con torpeza y nerviosismo.

Empecé a reír. En un momento dado me lancé a él abrazándole fuertemente. Repitiendo una y otra vez lo mismo, "Estás vivo". Mi abrazo, por extraño que parezca, fue correspondido. Sentí como me abrazada con fuerza. Sentí la alegría y preocupación. Sentí sus emociones por primera vez.

-Lilianna...

Giré rápidamente mi cabeza buscando a aquel que me había llamado en un hilo de voz. Mis ojos chocaron con los de Óscar, entrecerrados y tristes. Me llevé la mano inconscientemente hacia mis labios. Estaba desparramado en una esquina del lugar, respirando lentamente con su vista fija en mi y una sonrisa forzada.

Su pelo sucio y desordenado caía por su rostro, mostrando que la longitud de su cabello había aumentado. Sus ropajes rotos y con agujeros dejaban ver entre ellos su piel enrojecida por el sol y cómo había adelgazado en este periodo. En su rostro sucio y esquelético, podía ver sus ojos hundidos rodeados de un gran cerco oscuro. Los huesos de la mandíbula se remarcaban mucho más que antes. Sus labios carnosos y finos desaparecieron. Sus cejas permanecían arqueadas soportando el peso de los párpados. 

Sentí un pinchazo en el pecho ante aquella imagen.

- ¿Óscar?- Dije mientras me iba acercando a el gateando. Él solo me sonrió durante unos segundos.

Seguí acercándome haciendo que mi visión fuera más nítida, viendo con más detalle su rostro y su cuerpo, totalmente demacrado, casi sin vida y sin fuerza.

Cuando llegué a su lado me senté. Mis ojos no se apartaban de los suyos. Opacos. No tenían ese brillo característico.
¿Cómo había llegado a esto?

Llevé lentamente mi mano a su rostro temiendo hacerle daño. Posé mi mano en su mejilla acariciándola levemente con el pulgar. Su piel reseca y rasposa, él, iban haciendo que mi culpabilidad creciera cada vez más.
¿Esto sucedió por mi culpa?

- ¿Qué te ha pasado?- Dije en un hilo de voz, incrédula por el estado de Óscar.

- El metamorfo.- Dijo Yoi desde el otro lado.- Roba la energía vital de la víctima para poder convertirse en ella. En este proceso accidentalmente puede adquirir vivencias de la persona. Supongo que por eso no llegó a hacerte nada más.

Y así fue. Paró cuando le supliqué. Su expresión  cambió radicalmente. Tuvo una "vuelta a la cordura" al oírme sollozar, al ver como mi sangre manchaba la arena, al sentir culpabilidad y arrepentimiento por su acto desprendiendo así lentamente su arma de mi vientre, antes de que el original le degollara el cuello.

Ante ese recuerdo, toqué suavemente donde se encontraba la herida esperando un dolor o molestia, sin embargo, no sentí nada. No estaba húmedo, ni vendado, ni cicatrizado. Había desaparecido. Como si nunca hubiera existido. ¿Llegó realmente a herirme? ¿Fue una ilusión? Óscar era la prueba viviente de que ocurrió... a pesar de su condición.

- ¿Hay alguna forma...?

- Ninguna.- Dijo Yoi  interrumpiéndome.

- ¡Imposible! ¡Debe de haber una forma!- Dije desesperada. Yoi se limitó a bajar la mirada a sus manos frunciendo el ceño.- Yoi, por favor.- Supliqué.

Él levantó la vista chocando su mirada con la mía. Esperé a que dijera algo pero simplemente negó con la cabeza. Un suspiro ahogado se escapó de entre mis labios.

¿Óscar... morirá?


¡Más de 50k en el primer libro de Leyendas de la realeza!
Estoy muy emocionada por el apoyo y sobre todo el amor que está recibiendo esta trilogía. Espero que os siga gustando tanto como a mi.

¡Muchísimas gracias!❤❤

-Anastasia-

Leyendas de la realeza II: La fábula del magoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora