5.

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BONNIE

-¡Déjame en paz, cabronazo! -le grito a Santiago.

Me sujeta más fuerte de la cintura y me sube en los aires para que no pueda moverme ni defenderme. Le doy golpes en la espalda y le grito para que me baje, pero no me hace caso. Camina conmigo en brazos por todo el salón y todos nos miran soltando risitas. Ahora les odio más, si es posible.

-Estás indefensa sin tu perrito baboso, ¿no? -dice riéndose con maldad.

Le odio por lo que me está haciendo, pero aún más por cómo se dirige a Deacon. Le pego lo más fuerte que puedo en la espalda, y aunque no consigo que me baje, consigo que suelte un quejido de dolor.

Me zarandea y me dice que pare y que me calle de una vez, a lo que yo hago caso omiso. No me gusta llorar frente a la gente, pero sin darme cuenta comienzo a soltar lágrimas recordando todo lo que me hizo en el instituto. Sus manos sobre mi cuerpo me causan repelús y asco. Deacon, ¿dónde te has metido? No debí aceptar quedarme con las amigas de Laila cuando me dijo que tenía que irse, debería haber vuelto a mi mejor amigo.

-Venga, déjate los juegos Santi -dice una voz a nuestro lado.

Paul, el amigo de Deacon, le mira con cara de pocos amigos, pero aún así no hace nada. Parece que ahora que no está Deacon nadie sale en mi ayuda, viendo que estoy atrapada y este cabronazo me está haciendo daño y me está asustando. Santiago es también parte del equipo de baloncesto, y es uno de los más populares del instituto. La verdadera pregunta es, ¿por qué tuve que ser yo la que eligió para joderle la vida? Aunque no le diría nunca nada a Deacon de lo que me hizo, Santiago se encargó de amenazarme conque no lo hiciera, así que da lo mismo.

-¿Por qué no nos vamos tú y yo a una habitación vacía, cielo? -me dice con un tono asqueroso.

-Ni en tus mejores sueños, hijo de puta -le digo con odio-. ¡Suéltame!

Se ríe, dejándome claro que no lo hará, y hace el amago de subir por las escaleras, pero se para de golpe y toda la sala se queda en silencio. La música ha bajado de volumen incluso.

-Suéltala, ¿no la has oído?

Oh, Dios mío, Deacon. Siempre es mi salvador. Su voz ha dejado de ser dulce como siempre a ser una de ira retenida.

-Vamos tío, solo estábamos jugando, ¿a que sí Bonnie? -dice Santi con una risa.

-No. -digo sin rodeos.

Noto como Deacon se acerca a nosotros, aunque no le veo porque solo veo la espalda de Santiago.

-Bájala de una puta vez, Santiago. -le amenaza con un tono de voz duro.

Poco a poco me va bajando al suelo y me alejo todo lo que puedo de él y su cara de gilipollas. Deacon me agarra de los brazos y no aparta sus ojos amenazantes de Santiago. Él, en cambio, le mira como si no se creyera que me esté defendiendo.

-Venga en serio, solo era una broma Deacon -le dice intentando calmarlo.

Él no dice nada. Me coge de a cintura y me pega a su cuerpo y comenzamos a caminar hacia la entrada de la casa. Cuando salimos de la casa le paro antes de que siga caminando más. Me mira con el ceño fruncido y con una cara muy seria.

-No, tú vuelve a la fiesta. Yo me voy a casa, nunca debí haber venido.

Resopla y aparta mis manos de su pecho. Me agarra de la mano y entrelaza nuestros dedos y tira de mí para caminar hacia su moto. Le sigo porque no tengo otro remedio, pero no quiero que se deje la fiesta solo por mí. Me da el casco y me lo pongo sin rechistar.

UNFAIR. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora