UNFAIR. (Terminada)

22.

BONNIE

-¿Por qué tenéis que iros tan pronto? -pregunto apoyándome en el hombro de Paul mientras bostezo.

Paul se ríe y rodea su brazo por mis hombros.

-Ya verás lo bonito que es el amanecer, preciosa.

Cierro los ojos y asiento. No me gusta madrugar, y son las malditas ocho y media de la mañana de la mañana. ¡Menuda barbaridad! ¿A quién se le ocurrió esto de salir tan pronto? Deacon aún no ha llegado, y Paul y yo estamos apoyados en una pared del instituto mientras esperamos a que lleguen todos.

Paul es un novio perfecto. De esos que están siempre para ti, que te tratan como si fueras una reina, y que te besa con dulzura infinita. En definitiva, Paul es increíble. No me cansaría de decirlo nunca. Puede que mi corazón sea de otra persona, y puede que esté siendo un poco egoísta, pero quiero estar con Paul.

-No te duermas, ¿eh? -bromea Paul.

Difícil. Abro los ojos de golpe porque siento que se acerca. Veo a un Deacon algo dormido y con el pelo revuelto, como siempre. Tiene un petate colgado del hombro y viene restregándose un ojo. Está tiernísimo.

-Hola, buenos días -dice Paul amable.

-Hola -saluda Deacon.

Me mira y le sonrío. Estos últimos días los hemos pasado bien, hemos estado juntos y hemos intentado volver a lo de antes, pero no faltaban esas frases de reproche, sobre todo por mi parte. Aún así tanto él como yo estamos intentado volver a lo de siempre, pero es difícil dejar de lado mis sentimientos hacia él.

Me dedica una pequeña sonrisa que solo yo entiendo. Me separo de Paul y voy hacia Deacon. Parece que le sorprende que le abrace, pero enseguida me rodea con sus brazos y me aprieta a su cuerpo. Nos quedamos abrazados durante unos segundos, y cuando nos separamos nos miramos a los ojos. Sus ojos del color el mar me transmiten tantas cosas que me quedo casi sin respiración. Doy un paso atrás cuando me doy cuenta de que nos estamos mirando durante demasiado tiempo y miro a mi novio. Le sonrío y le cojo la mano para aparentar normalidad. El entrenador nos llama de mala manera y nos dice que vayamos al autobús.

Entramos de uno en uno y nos vamos colocando en los asientos. Me siento al lado de Paul y Deacon se pone en el asiento de al lado, pero dejando el espacio del pasillo. Me pongo en el de fuera para poder hablar con los dos, y me siento mal porque Deacon está solo. Saca los auriculares y se los pone antes de que pueda hablarle. Suspiro y apoyo la cabeza en el respaldo, mientras noto cómo Paul pone su mano en mi rodilla. Le miro y me sonríe. Sus ojos negros grandes me observan con algo parecido al amor, con cariño. Apoyo mi cabeza en su hombro y cierro los ojos. Hora de dormir un rato y recuperar el sueño perdido.

Creo que no duermo mucho, pero sí lo suficiente, porque cuando me despierto es ya de día por completo y Paul está dormido. Bostezo y miro a mi lado. Deacon sigue con los auriculares y dormido. Está totalmente precioso y tierno. Sonrío y me quedo mirándolo. Alargo el brazo y le acaricio la mejilla. Tiene una barba de unos días y rasca un poco, pero le da un aire adulto que le queda genial. Se mueve un poco y se apoya contra mi mano. Abre los ojos poco a poco y me mira. Esboza una sonrisa dormida y lleva sus labios hacia el dorso de la mano, y la besa con ternura.

-Hola pequeña -susurra muy bajito, de modo que solo lo escucho yo.

-Hola dormilón.

Me sonríe algo más despierto y aparto la mano, pero no dejo de mirarle, ni él a mí. Nos quedamos mirándonos sin decir nada, por, por lo menos, diez minutos. ¿Esto significa nada? Porque yo no me lo creo. Nos quedamos así hasta que Paul se remueve a mi lado y giro la cabeza para mirarle. Abre los ojos y lo primero que hace es mirarme. Me sonríe y yo igual. Es irónico que tenga a un lado a mi novio y al otro a la persona de la que estoy enamorada, ¿no? Y que haya estado mirando a Deacon como si realmente él fuera mi pareja.