Cita de tres

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Chūya sólo vestía casualmente, pero con cualquiera que fuera su tipo de ropa, lujosa o de lo más barata, el pelirrojo siempre lucía muy llamativo, fino y delicado. Había quienes lo confundían con chica por llevar su coleta de lado, pero no era así, su voz delataba su género.

Por insistencia de Ranpo había aceptado ir a esa cita, pero con la única condición de que Atsushi los acompañara, pues no tenía dónde dejarlo y solo jamás lo dejaría.

Se encontraban en un bote en forma de cisne, flotando en un lago de cierto parque de atracciones infantil. Chūya eligió ese lugar por Atsushi, un lugar que fuera apto para niños pequeños.

El pequeño albino se emocionaba con ver tantas figuras animadas a su alrededor. Estaba fascinado.

— ¡Papá, mira! ¡Un tigre!

Señalaba con ilusión. Sus ojitos brillaban. Chūya sonrió ante esa felicidad. La sonrisa de Atsushi era algo que nunca cambiaría por nada.

— Un hermoso tigre como tú. ¿Te gusta este lugar, hijo?

Preguntó con ternura.

— ¡Sisisi! ¡Me gusta!

— Agradece a Ranpo por traernos aquí.

Revolvió los cabellos grises de Atsushi, despeinándolo. Ranpo no podía borrar esa sonrisa de sus labios.

— Gracias, señor Detective.

El Detective carraspeó indignado.

— No soy señor. Si alguna vez me convierto en tu padre y me caso con tu padre Chūya, seré señor. Mientras, sigo siendo un joven adulto de veintidós años. ¿Cuál señor, niño? Puedes llamarme...

— ¿Ranpo-san?

Interrumpió travieso, entre risitas.

— Sí. Ranpo-san.

Respondió con calidez.

— Ranpo, no le metas ideas raras a Atsushi en la cabeza. No estoy interesado en tí ni en ningún otro chico vivo. Tampoco me atraen las chicas. Viviré con Atsushi-kun el resto de mi vida esperando la muerte para reunirme con él, con Dazai, el único al que amo y amaré siempre.

Contestó serio. El semblante de Ranpo se tornó triste, pero sonrió. Sabía que no podía obligar a Chūya. Perder a su amor debió haber sido demasiado doloroso y lo sigue siendo, pero el Detective no iba a rendirse tan fácilmente y haría lo posible por conquistar el corazón de Chūya y el del pequeño Atsushi.

— Chūya, sabes que no me rendiré. Te esperaré el tiempo que sea necesario incluso si en ese entonces Atsushi-kun ya va a la universidad.

Dijo esperanzado. Chūya sonrió.

— No te aseguro nada. Me gustaría ser solamente amigos. Akutagawa también me lo propuso y lo rechacé. Él me lastimó mucho a mí y a mi hijo cuando Dazai murió. Ahora cree que es fácil arreglar las cosas.

— Ese perro rabioso no te volverá a hacer daño nunca más, Chūya. No lo permitiré.

Aún cuando el pelirrojo le respondió un "No", y no le daba ni siquiera esperanzas, Ranpo lo abrazó repentinamente, colocando una de sus manos detrás de la cabeza de Chūya y la otra en su espalda. El ex mafioso se sentía extraño. Él siempre quiso ser el protector con Dazai pero... ¿Por qué esta vez se sentía débil, y cómodo con alguien que lo protegiera? No lo sabía.

— Ranpo, ya te dije que yo no...

Iba a liberarse, pero el Detective no lo soltó.

— Sólo relájate, estás muy tenso. Es hora de que dejes el pasado atrás, Chūya. Dazai ya no está con nosotros y debes irlo superando poco a poco, el niño también. Es malo para ambos vivir con eso siempre...

EL HIJO DE CHUUYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora