Recuerdos en el Templo

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Hace tres años...

Dazai había invitado a Chūya a un templo en Yokohama. Dejó a Atsushi de dos años de edad, en un lugar donde podían cuidarlo, una guardería, para pasar tiempo libre con su compañero de la Port Mafia, de quién estaba enamorado y siendo correspondido.

Se encontraban en el templo, portaban sus yukatas elegantes para la ocasión, y hacían algunos rezos y peticiones a quienes creían. Después de ello, se alejaron del lugar, y fueron a caminar bajo los hermosos árboles de flor de cerezo. Un aroma natural y exquisito agradaba a sus narices.

Apenas tenían quince años, pero su amor por el otro era sincero y no podían evitarlo.

— Chūya, es un bonito día, ¿no te parece?

Comentó el castaño, deteniéndose bajo uno de los árboles. Sacó una cámara fotográfica y la preparaba para tomar fotografías.

— Lo es. Por cierto, ¿dónde dejaste a mi sobrino?

Preguntó curioso, pues Atsushi era muy apegado a Dazai como para haberse liberado de él.
El de vendaje acercó a Chūya y tomó forzosamente ma fotografía de manera rápida, teniendo un gruñido de respuesta.

— Atsushi-kun está en la guardería. Y ya te dije que no es tu sobrino, Chūya, sino tu hijo. ¿En verdad no recuerdas esa noche? Mori-san nos obligó a hacer...

— ¡¡No lo menciones!! ¡¡Sea lo que sea, no quiero problemas!!

Gritó asustado. Dazai sonrió.

— Bien. Se hace tarde. Vayamos por Atsushi-kun y a mi casa. Hay algo que quiero mostrarte.

Chūya accedió sin problema. Fueron a la guardería por Atsushi, y llegaban a la pequeña casita de Dazai, distinta a la que compartía con Sakunosuke.

El más alto traía al niño pequeño en sus brazos, feliz de volverlo a ver. Atsushi y Chūya juntos le daban esa alegría que si bien duraba poco, era significante. Besó una de las mejillas del menor y lo llevó a una de las habitaciones, para posteriormente recostarlo en su cuna.

— Eres buen padre, Dazai. El bebé es bastante tranquilo y de buen comportamiento. Me agrada.

Comentó sonriendo, mientras su compañero terminaba de mecer la cuna para dormir a su hijo.

No soy un padre, Chūya. Yo dí a luz a nuestro Atsushi-kun. Soy su madre.

Esa corrección hizo sonrojar al de sombrero, quien seguía negándose a entender aquello que Dazai tanto insistía. ¿Por qué Dazai decía que Atsushi era su hijo? Estaba confundido. ¿Cuándo él tuvo relaciones con Dazai? No recordaba una cosa así.

♥♥♥

— Vamos, Chūya.

Entraban a la habitación del joven de vendaje, donde se quitaba su Yukata, y acomodaba su cama para dormir. Chūya estaba confundido, aún.

— Hagamos cosas de adultos. Total, los dos perdimos la virginidad hace dos años, y ya no puedo seguir aguantando más tiempo.

Suplicó. Esa propuesta fue demasiado extraña para Chūya, quien curioso, decidió aceptar.

En el acto, varios deja vus venían a su mente, sin tener una visión muy clara del ocurrido hace dos años.

EL HIJO DE CHUUYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora