Complicada situación

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Por suerte, las habilidades detectivescas de Ranpo ayudaron a que descifrara aquellas cosas horribles que el jefe de la Port Mafia estaba tramando hacer con Atsushi y Ryūnosuke en el futuro.

Se encontraban lejos de Yokohama, en busca de un lugar donde pasar la noche. Ranpo los acompañó, haciendo su papel de pareja protectora y padre de Atsushi.

Traía al niño dormido en sus brazos, recargado en uno de sus hombros, mientras que Chūya le ayudaba con las maletas que hicieron de improviso.

Estaban agotados de tanto caminar sin rumbo, hasta que un tetrero llamó su atención...

— Chūya. Eso parece un hotel. Lleguemos.

Dijo con cansancio, acomodando mejor a Atsushi. El menor dormía sin tener idea de que ya habían llegado a Tokio.
Se dirigieron hasta el hotel, y pidieron una habitación pequeña especial para los tres.

Ranpo recostó cuidadosamente a Atsushi sobre la cama grande que compartirían. Justo en medio.

— R-Ranpo... Mis ahorros se fueron, ¿cómo se supone que pagaremos el hotel? ¿Qué será de nosotros mañana? Es horrible vivir escondido.

Cuestionaba preocupado. Sacó de la maleta el Byakko de peluche de su hijo, y lo situó en las manos del niño, para que pudiera abrazarlo cuando quisiera.

— Ese Mori Ougai es muy molesto. Quiere experimentar con Atsushi-kun y el perro rabioso en el futuro, como hizo contigo y Dazai.

Dijo serio. Cubrió con un suave cobertor a Atsushi, haciendo lo posible para no despertarlo. Chūya miraba a Atsushi y se preocupaba más. ¿Qué sería de su vida siendo tan joven, sin dinero, huyendo de la mafia, sin familia que lo apoyara, sin Ranpo y con un niño pequeño del que tiene toda la responsabilidad y quien confía en él? Le daba miedo con sólo pensarlo. Su mundo estaba derrumbándose. Mundo que Ranpo quería reconstruir. Ni siquiera tenía tantas esperanzas en su sueño de convertirse en un gran médico cirujano, no tenía las posibilidades de estudiar.
Fueron a un par de sofás dónde se dispusieron a seguir hablando.

Atsushi despertaba, sin que ninguno se diera cuenta. Abrazaba a Byakko y apenas abría sus ojitos, visualizando un lugar diferente. Pero aún no pronunciaba palabra.

— Maldito Mori...

Murmuró Chūya entre dientes. Odiaba su vida, nada era como él planeó una vez a sus doce años, antes de lo sucedido:
• Estudiar.
• Seguir estudiando.
• Ir a la universidad de medicina y convertirse en médico cirujano cardiotorácico, su sueño desde niño.
• Ser adoptado antes que nada.
• Tener el amor y cariño de padres adoptivos.
• No pasar hambres.

Su vida era todo lo contrario:
• No comenzó sus estudios de universidad.
•Nadie lo adoptó, no tiene padres.
• Pasaba mucha hambre últimamente tras dejar la mafia.
• Su amor ya no pertenece a este mundo.
• Se convirtió en padre siendo un niño, y lo será por siempre.

Se sentía atado sin cuerdas.

— Obligarnos a tener sexo bajo sustancias desconocidas, observándolo todo con morbosidad. Para su "gran creación de habilidades". Hizo que dejara embarazado a Dazai, cuando yo nunca quise hacerle daño... Yo lo amaba, pero éramos unos niños para pensar en cosas de adultos, TENÍAMOS TRECE AÑOS, RANPO. No nos dejó disfrutar de esa maravillosa edad... Atsushi llegó a la vida para causarle más depresión a Dazai y ganas de morirse, seguramente. Quizás sea una de las razones por las que se suicidó y se metió al río...

Sin darse cuenta, había levantado la voz y Atsushi lo estaba escuchando, comprendiendo muchas de las palabras. Ranpo había estado tratando de decir a Chūya que dejara de hablar de eso, pero no le entendió.

Las lágrimas del niño comenzaron a salir de sus ojos y los tallaba con sus puños, en silencio, hasta que soltó el llanto, asustando al pelirrojo que recién se enteraba de que había despertado.

— ¡Mamá murió por mi culpa!~

Decía entre llantos, lamentándose. Ranpo iba a intervenir cuando Chūya se levantó primero del sofá y abrazó al menor, acariciando su cabecita y cabellera gris. Debía consolarlo de alguna manera y hacer que Atsushi olvidara las palabras de antes.

— Mami se fue a bañar al río porque estaba cansado de mí...

— ¿Eh?

— Mami se fue triste...

Repetía una y otra vez, sollozando.

— N-No digas esas cosas, mi bebé Atsushi. Tú no...

— ¿También estás cansado de mí, papá? ¿Me vas a dejar con el señor Detective?

Cuestionaba con sus ojitos llenos de lágrimas. Chūya lo abrazó más, de manera que él niño se aferraba más a él, llorando y recordando la vez en la que Dazai lo abandonó en el río. No podía olvidarlo.

El detective se acercó a ellos para buscar la manera de ayudar al chico que más amaba. Era nuevo en paternidad, pero quería hacer su mayor esfuerzo en ser padre de un niño bastante lastimado mentalmente. ¿Cómo lo haría? Teniendo paciencia, prestándole atención y dándole mucho amor a su pequeño niño y por supuesto a Chūya.

— Atsushi-kun. Chūya no dijo nada de eso. Él y yo tenemos algunos planes para hacerte feliz. Viviremos en Tokio unos meses, donde podrás ir al kinder también y hacer nuevos amigos.

Lo levantó en brazos, salvando a Chūya de una situación algo complicada. Era de las primeras veces en las que el joven pelirrojo tenía situaciones tan fuertes con el niño. Le preocupaba que Atsushi le dijera cosas peores más adelante inclusive cuando sea mayor. Tenía miedo.
Miedo a la paternidad. Miedo a fallar.
Un miedo que recién descubría.
Estaba temblando.

— ¿C-Chūya?

Lo llamó Ranpo, teniendo a un Atsushi más tranquilo y contento. El pequeño albino se abrazaba del cuello del detective, sin soltar su peluche.

— Ranpo... Me está dando lo de Dazai... Tengo miedo. Atsushi me cuestionará toda la vida y culpa de ese tipo que se le antojó irse al otro mundo. ¿Qué pasa si no cumplo con sus expectativas como padre? Culpa mía, la Port Mafia nos sigue... Tengo dieciocho años, y no tengo dinero para pagar el kinder de Atsushi-kun, ni para mantenernos. Tampoco quiero abusar de tu ayuda.

— Ya te dije que no te preocuparas. Hablaré con el presidente.

Animó. Acercó a Atsushi a Chūya e hizo que lo sostuviera, para que perdiera poco a poco sus temores.

El pelirrojo sentó en su regazo al niño, y no pudo evitar besar una de sus sonrosadas mejillas. Atsushi le sonrió y abrazó inesperadamente, recargando su cabeza en el pecho de su padre. Soñoliento.

— Perdón papi. Por decir cosas feas...

Chūya se sonrojó luego de escuchar la voz tierna e infantil a la que ya estaba acostumbrado.

— No pasa nada, mi niño. Yo también siento mucho hacer dicho cosas horribles. ¿M-Me perdonas?

— ¡Sí!

— Chūya

— ¿Sí?

— El presidente quiere que estudies lo que tanto deseas. Empezarás en una semana.

— ¡¡¿Ahh?!!

— Será un honor "Doctor Chūya".

Añadió Ranpo, causando más sonrojo en el contrario, quien sonrió ligeramente al imaginarlo.

"¿Doctor Chūya...? S-Suena bien. El presidente de la agencia es una buena persona. Pero si voy a estudiar... ¿Quién irá por Atsushi al kinder?"

Se cuestionaba mentalmente, con la emoción en su interior.

— Yosano se encargará de Atsushi. Sólo por la noches, estarán juntos. 

Respondió antes de que le preguntara.

— ¿P-Por las noches, solamente?


Gracias por leer!!

EL HIJO DE CHUUYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora