Tiempos Pasados (1)

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Un año antes de la muerte de Oda y Dazai...

— ¡Feliz cumpleaños número tres, pequeño!—. Felicitó Odasaku, levantando en brazos a Atsushi, quien disfrutaba de su pequeño festejo.

— ¡Atsushi-kun! ¿Te diviertes?—. Preguntó Dazai. Atsushi sonreía.

En esos tiempos, pese a haber sido víctima junto a Chūya de una extraña e inusual violación por culpa de Mori; Dazai pretendía no darle más vueltas al asunto, y sólo disfrutaba de su pequeña familia, criando a su hijo junto a Odasaku, quien se convirtió en el padre de éste y de manera voluntaria.

Dazai mostraba ser feliz, aunque tenía su conducta suicida y cierto sentimiento depresivo en su interior. Pero si estaba al lado de las personas que más amaba, todo iría bien y podría vivir con ello.

— ¡Papá! ¡Pastel!—. Propuso el niño desde una silla, señalando con uno de sus dedos al delicioso postre que yacía sobre la mesa.

— ¡¡¿Ehhh?!! ¡¡¿Planeas comer pastel sin haberme esperado, mocoso?!! ¡¡Se más considerado con tu tío!!—. Gritó Chūya desde la entrada, caminando apresurado hacia el lugar y llevando su regalo en mano.

— ¡Oh! ¡Chuuuuuyaaaa!—. El vendado corrió a saludar a Chūya de una manera que más que saludo, molestaba al pelirrojo. — Creí que no vendrías. El niño quiere comer su postre ya.

— ¡Tío!—. Atsushi bajó de la silla, y fue hacia Chūya.

Odasaku sentía celos cada vez que Dazai tuviera ese comportamiento con el ejecutivo, pues creía que su novio tenía sentimientos hacia Chūya, después de todo éste era el padre biológico de su hijo, y de alguna manera lo hacía sentir menos.

El de sombrero levantó en brazos al niño, besando su mejilla y entregándole su regalo. Chūya no tenía ninguna mala intención de hacer menos a Oda, y mucho menos sabía de su paternidad con Atsushi. Sólo lo amaba, y lo consideraba un sobrino.

— Espero que te guste mi regalo, Atsushi—. Decía con cariño, bajando al niño al suelo.

— Le gustará. Atsushi-kun es un niño muy agradecido—. Respondió Odasaku, tomando una de las manos de Atsushi y alejándolo un poco de Chūya.

— ¡Ir con tío Chūya!—. Estiraba su brazo libre, hacia al pelirrojo. Oda lo encaminaba con los niños huérfanos de los que se hacía cargo, a los que también había invitado al pequeño festejo del peligris.

— No me iré todavía, Atsushi. Ve con tu papá, y convive con esos niños—. Dijo Chūya resignado. Miraba cómo Oda se alejaba con el niño, como si quisiera apartarlo de él la mayor parte del tiempo posible. Era extraño. Dazai también lo había notado.

Atsushi comenzaba a llorar, pero seguía caminando obligatoriamente. Si bien, los niños huérfanos jugaban con él y lo trataban como un hermanito, él se divertía más en compañía del adolescente de 17 años, Chūya, ese mafioso de personalidad extraña que le brindaba confianza y lo hacía sentir protegido.

Mientras Oda se había ido al patio trasero, Dazai pudo notar un leve gesto de decepción en el rostro de Chūya, lo que lo hizo pensar si debía o no decirle la verdad.

— Chūya...

— ¿Ah?

— Quiero... Que además de ser tío de mi Atsushi-kun, seas como un tercer padre para él. El niño te adora, Chūya, y lo sabes, ¿aceptarías...?

— Nunca—. Se negó, interrumpiendo al vendado, quien se sorprendió al escuchar tan fría palabra. — No sé cómo pudiste embarazarte, Dazai, pero si yo quisiera ser padre, seguramente ya lo habría hecho con una chica linda desde hace tiempo. ¿No crees? Soy muy joven para ser un padre de un niño de tres años, tú también lo eres. Oda-san es quien debe hacerse responsable, es el mayor.

Dazai suspiró. Se acercó a Chūya y posicionó ambas manos sobre los hombros del más bajo de estatura, incomodándolo.

— Chūya. ¿De verdad no recuerdas nada?—. Preguntó con seriedad, mirando fijamente a los ojos al ejecutivo.

— ¡¿R-Recordar qué cosa?! ¡¿Qué es lo que te ocurre, Dazai?!—. Interrogaba con confusión. Intentando no ser intimidado por la mirada del castaño.

— Seré más directo, Chūya. Eres el padre biológico de Atsushi-kun—. Reveló.

— ¡¡¿Ehhh?!! ¡¡¿Crees que soy tan idiota para creer tremenda estupidez?!!—. Respondió molesto. Quería liberarse del más alto, pero éste lo empujó contra la pared, evitando que escapara. — ¡¡¡¿Qué demonios te ocurre, Dazai?!!! ¡¡Oda-san malpensará las cosas y yo no quiero problemas!!

— ¿Quieres una prueba de paternidad, Chūya? Sólo, ningún comentario de esto a Odasaku, él podría...

— ¡¡¡No haré tal cosa porque yo no tengo ni tuve nada que ver contigo, idiota!!!—. Se quejó, empujando a Dazai y saliendo de esa habitación.

Mientras caminaba rumbo a la salida de la casa, Atsushi lo miró y corrió hacia él, jalando de su capa negra.

— ¡Quédate, tío Chuuya!—. Suplicaba con lágrimas en sus ojos, mientras sujetaba la capa negra del pelirrojo.

— ¡No! ¡Tu padre está muy raro hoy, y yo no pienso seguir soportándolo!—. Contestó molesto, jalando de su capa y haciendo caer al niño, quien se quedó llorando en el suelo.

Chūya se había ido.

— ¡Dazai! ¿Qué le dijiste a ese tipo que se fue tan molesto?—. Preguntó Oda. Levantó a Atsushi del suelo y se puso a su altura.

— Le dije que era el padre biológico de Atsushi-kun, tiene derecho a saberlo. ¿Te imaginas si mos ocurre algo a nosotros dos? Chūya podría hacerse cargo del niño y...—. Fue interrumpido por una cachetada de parte del mayor.

Atsushi lloró por el cruel acto hacia su papá Dazai, y se separó de Oda para ir a los brazos del vendado.
Por su parte, la conducta de Odasaku la había aprendido precisamente de Dazai, así que no había nada por lo que debía quejarse. Estaba agachado, a la altura de Atsushi; tocaba su golpe, y con la otra mano abrazaba al menor.

— Perdóname, Dazai. Sólo estoy protegiendo lo que es mío. Creí que al tener un niño de Chūya, podrías tener uno mío también, pero al no ser posible, quiero a Atsushi-kun como un hijo propio, aunque no tengamos lazos sanguíneos—. Explicaba.

Dazai estaba pensativo y algo consternado por la manera en que su novio alejaba a Atsushi de su verdadero padre. Oda ni siquiera quería que Chūya fuera un tío para el niño, y eso al líder de la Port Mafia le molestaba.

— Chūya es el Arahabaki. Yo soy el Demonio. Sólo nosotros dos siendo hombres podemos tener niños. Alguien se aprovechó de eso y seguramente buscarán a este niño en unos años. Atsushi-kun tendrá grandes poderes y habilidades inusuales. Él es el Demonio Arahabaki, y si se queda del lado de la Mafia, será el ser más destructible del planeta. Por eso, Odasaku... Si nos llegara a pasar algo a nosotros dos, Chūya debe cuidar de nuestro pequeño, es el más indicado para hacerlo y sé que estaría dispuesto a abandonar la Port Mafia si así lo requiera.

Odasaku suspiró no muy convencido. Odiaba a Chūya, pero a su vez, le tenía cierto miedo, cuando al que debería temerle mucho más es al mismo demonio y líder de la Port Mafia, Osamu Dazai, su pareja.

TIEMPO ACTUAL.

Chūya había decidido huir durante la noche, con Atsushi. Había avisado al presidente de la Agencia Armada, y le prometió volver un lejano día, cuando su peligro de ser encontrado por la Port Mafia fuera menor.

Habían conseguido una pequeña cabaña en medio de un bosque, donde posiblemente nadie resida cerca, pues no había otra casas alrededor.
El ex mafioso revisó alrededor de su nuevo hogar, asegurando que no hubiera nada peligroso que podría arruinarles la vida.

— ¿Te gusta la nueva casa, Atsushi? Sé que es muy pequeña y fría pero... Pronto conseguiremos una mejor—. Decía con esperanzas. Arropaba al niño entre los cobertores y su futón, que había recibido de parte de los integrantes de la agencia, quienes los ayudaron con cosas que necesitarían.

— ¡Sí, papá! Este lugar es bonito. Me gusta el bosque, pero... ¿No es en el bosque donde viven los demonios?—.
Dijo asustado, sin saber que se él el único demonio con vida.

— No conocerás tal cosa, niño.

EL HIJO DE CHUUYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora