EL HIJO DE CHUUYA

Adopción

FLASHBACK.

— Chūya, ¿Crees que algún día alguien de buen corazón nos adopte?

Preguntó el castaño, mientras amamantaba a su pequeño niño de apenas tres meses de nacido.

— Sería lindo, Dazai. Un bonito regalo de catorce años para los dos. Ser adoptados por buenas personas.

Se sentó sobre la cama, al lado de Dazai. Aprovechaban la ausencia de Odasaku para platicar y convivir juntos, aunque Atsushi estuviera de por medio.

El bebé albino se separó de su alimento, indicando que ya era suficiente. Seguía darle palmaditas en su espalda y hacerlo eructar.

— Dámelo, Dazai. Lo quiero intentar.

Ofreció. Cuidadosamente, Dazai le cedió a Atsushi, de modo que el pelirrojo podía sostenerlo y empezar a darle esas palmaditas en la espalda, mientras mantenía al niño recargado en su pecho.

— Ten cuidado, Chūya. Atsushi-kun es tan pequeñito que pareciera que podría romperse con cualquier cosa.

Aconsejó con una sonrisa.

— Déjamelo a mí. Puedo hacerlo. Seré muy cuidadoso.

Respondió seguro de sí mismo. Dazai abrochaba su camiseta y contemplaba al bebé. Le llamaba la atención que el niño no se pareciera a ninguno de los dos, pero sabía que era hijo de ambos.

— Si alguna vez alguien nos adopta. Deben adoptar al bebé también, ¿verdad Chūya?

Preguntó con preocupación, poniéndole una calcetita a Atsushi en su pie desnudo.

— S-Sí... El bebé ya es parte de la familia y no deben dejarlo de lado.

Fin del Flashback.

♥

Todos habían regresado en vacaciones de Chūya y Atsushi a Yokohama. Estaban quedándose en una casa que sólo Fukuzawa y Ranpo conocían, para estar más seguros de Mori y de la Port Mafia.

Era de noche, Fukuzawa tenía una conversación con Ranpo sobre el pelirrojo y su hijo, a quienes apoyarían con todo su corazón.

— Fukuzawa-san...

— "Papá", recuerda que te he adoptado.

— Cierto, lo olvidé. Papá...

Abrió una bolsa de papitas con sal y empezó a comerlas. Tenía hambre.

— Dime, Ranpo-kun.

— Me preocupa que Chūya esté solo con Atsushi-kun. Aunque a veces parezca fuerte y maduro, Chūya no deja de ser un niño cuidando a otro niño. Eso es doloroso para mí...

Respondió triste.
El hombre del kimono se acercó a él para palmear su cabeza un par de veces y posicionar su mano sobre un hombro del Detective.

— Aunque así sea, ese niño poco a poco se convertirá en una persona madura, en un médico, como tanto lo desea. Se esfuerza por ser un buen padre y ahora por ser un buen novio para tí. Apóyalo, Ranpo. Pero también, dale sus tiempos a solas, ellos tienen mucho por conocerse.

Aconsejó amable. Ranpo sonrió.

— Tienes razón. Lo haré.