Kara Danvers tiene diecisiete años y es la típica adolescente con mala suerte que está enamorada de una de las chicas más temidas y respetadas de su instituto, con la cual cree no tener oportunidad alguna. Sin embargo ellas no son desconocidas, sino...
No lograba reaccionar aún, pero de todas formas escapé de las garras de Andrea para poder salir tras Lutessa, no podía perderla, estaba casi cien por ciento segura de que ella era la mujer de mi vida.
— ¡Lutessa por favor espera!— Corrí para poder alcanzarla, un poco más allá de la salida pude lograrlo— Lutessa, déjame explicarte lo que...
— ¡No quiero que me expliques nada! Cómo es que pude siquiera pensar que yo, una simple chica boba, iba a ser capaz de calmar a Imra Ardeen.
— ¡Yo no la besé, te lo juro!— La tomé del brazo para detenerla y que me mirara.
— ¿Debo creer eso? Tu misma dijiste una vez que cualquier día te podías aburrir y besar a una persona por ahí, pero definitivamente no pensé que fueras capaz.
— Lo dije de broma, sabes perfectamente que yo hablo porquerías pero eso no significa que lo vaya a hacer.
— ¿Y que hay de Andrea? Creo que debiste dejarle las cosas claras. Y además... siempre voy a tener que estar compitiendo con ella, Imra. Y la verdad es que no me siento suficiente como para ganarle a alguien que llegó mucho antes que yo.
— Sí, tienes razón. Ella llegó antes que tú a mi vida, pero la única que ha llegado aquí...— Tomé su mano y la puse en mi pecho— Eres tú.
— ¿Y que hay de todas las veces que recibias sus llamas cuando estabas conmigo y las contestabas? ¿Que hay de esas noches cuando tenías pesadillas y te escuchaba susurrar su nombre? Me guardé todo eso para ver si el tiempo hacía lo suyo y lograbas olvidar, pero no.
Me miró directamente a los ojos y pude ver en ellos lo rota que estaba, la inseguridad le había ganado una vez más.
— Lo siento Imra, hoy no me siento tan fuerte para perdonarte, hasta aquí llegó nuestra relación. Ya no puedo.
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Sin decir nada más corrió hasta su coche, ni siquiera fui capaz de seguirla, sus palabras me habían dejado mal, muy mal. Sin querer y como en las películas, caí de rodillas al suelo mientras me soltaba a llorar. Se había acabado.
Días después...
*Kara*
El frío parecía congelar mis huesos, la mandíbula me temblaba y mis manos estaban rojas por la temperatura baja, lo único que quería era llegar rápido al instituto. Minutos después por fin pude entrar en aquel enorme edificio para caminar hasta el salón, lamentablemente cuando llegué no había nadie aún.
Con el pasar de los minutos el aburrimiento se estaba apoderando cada vez más de mi, fue entonces que una pequeña idea se cruzó por mi cabeza, escribirle a Vic. Sin darle más vueltas al asunto tomé mi celular y busqué el número que días antes había guardado, antes de arrepentirme.
"Hola :)"
Fue lo primero que pude escribir, en primer lugar por los nervios y en segundo lugar por el frío, que me tenía las manos congeladas. Rápidamente sentí como el aparato vibró, tuve que mirar más de tres veces la pantalla para asegurarme de que era ella.
