Kara Danvers tiene diecisiete años y es la típica adolescente con mala suerte que está enamorada de una de las chicas más temidas y respetadas de su instituto, con la cual cree no tener oportunidad alguna. Sin embargo ellas no son desconocidas, sino...
- Let's go lesbian- Me decía a mi misma mientras corría, finalmente con Andrea habíamos quedado en un lindo motel en las afueras de la ciudad para que nadie nos descubriera.
No sé como le hice pero llegué luego de casi ocho minutos corriendo sin parar, tomar el autobús y correr otros dos minutos, Usain Bolt se quedaba corto a mi lado. Luego de tomar un poco de aire entré rápidamente y me fui directamente a la habitación que me había dicho la perfección con patas, perdón, Andrea.
-De esta no te me salvas- Dije abriendo la puerta y lanzando lejos mi mochila, solo se escuchó el ruido de Dolores contra el piso y... un grito.
- ¡Aaaah! PERO QUÉ...- El tipo se puso delante de la chica para intentar cubrirla.
-¡Aaaah! ¡un hombre desnudo! Que puto asco- Fingí náuseas.
-¡¿Qué rayos hace una niña como tú en un motel?!- Tomó una almohada para cubrirse como si tuviera mucho que ofrecer.
-¿Qué dijiste?- Recogí mi mochila lista para utilizar a Dolores, no obstante decidí evitar la violencia.
-¿Qué hace una niña en un motel?- Repitió.
-Mira amigo, para tu información no soy una niña sino una adolescente- Corregí.
-¡Es lo mismo!.
- Créeme, no lo es- Sonreí- Una niña no podría saber que estos...- Mostre mis dedos- Tienen el poder de sacarle a ella...- Señalé a la chica a la cual no podía verle el rostro- Muchos más orgasmos que el pequeño amiguito que tienes entre las piernas- Reí y al instante se escuchó la risa de la chica- Bueno, me voy... tengo a una linda mujer que me está esperando para darle orgasmos, bye- Cerré la puerta y me di cuenta que la habitación correcta era la de al lado.
Abrí rápidamente la otra puerta y me encontré a Andrea en un lindo conjunto de ropa interior de color gris.
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- Santo padre que vives en la gloria- Susurré.
-Ven.
Con su dedo me hizo una señal para que me acercara a ella, cosa que no dudé en hacer.
- Por favor dime que no estoy alucinando- Lancé mi mochila lejos y llegué hasta donde estaba ella.
-Dime, Imra...- Me tomo de mi hermosa camiseta y me pegó a ella- ¿Si estuvieras alucinando podría hacerte esto?.
Pasó su lengua sobre mis labios para mojarlos y luego hizo que nuestras bocas apenas se tocaran.
-No- Dije firme- Ahora si me das permiso...
Me quité la camiseta y los pantalones como si alguien me estuvieran apuntando con un arma, bueno... Andrea tenía el arma de la belleza.
-Oh, tu vas directo al punto- Sonrió- Me gusta eso.
