Kara Danvers tiene diecisiete años y es la típica adolescente con mala suerte que está enamorada de una de las chicas más temidas y respetadas de su instituto, con la cual cree no tener oportunidad alguna. Sin embargo ellas no son desconocidas, sino...
—Familiaa ¿como están?— Saludó Lex bajando del auto.
El hermano mayor de Lena me daba miedo y no lo iba a negar, en cualquier momento me podría dar un soponcio si el se me acercaba.
—Por favor dime que no lo hiciste— Lena de verdad se veía disgustada.
—Sip, así que la cena será para seis— Dijo mientras cerraba la puerta.
Como si de una película se tratase pude ver una negra cabellera que se asomaba en cámara lenta, luego se dejo ver completamente.
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—Santa cachucha, afirmame que me caigo— Dije exageradamente, mi novia me miraba con el ceño fruncido.
—Hola, Lenn— Saludó cariñosa una vez que bajó del auto.
—Hola— Contestó totalmente seria, si las miradas mataran la chica frente a nosotras estaría bajo tierra y con dos tulipanes de adorno.
—Lena... mi amor— Hablé asustada— ¿Eres tú?— Rió pero aún así no me soltó por ningún motivo— Me perturba.
—No me compares, sabes que yo soy única— Me susurró mientras me daba una pequeña palmada en el trasero.
—¿Qué le sucedió a tus uñas largas hermanita?— Le preguntó a la ojiverde, obviamente con doble sentido.
—Nada— Lena me impresionaba, estaba más seca que mi alma.
—Bueno, veo que te has empezado a arreglar y que tienes amigas—Su mirada se dirigió a mi— Lutessa Luthor...— Se presentó con su mano extendida— Hermana mayor de la criatura que tienes a tu lado.
—¿Eres real, o me pegó bien fuerte la hierba de anoche?— Tomé sus mejillas y las apreté como si fuera una bebé.
—¡Kara!... por favor— Lena me miraba con la boca abierta y con el ceño fruncido— Quita tus preciosas manos de su rostro, no la toques— Quitó mis manos rápidamente.
—Tranquila hermanita, no la voy a morder si ella no quiere. Un gusto amiga de Lena, por cierto...— Me miró de una manera muy extraña— Eres linda, muy linda la verdad— Me dedicó un guiño frente a su propia hermana.
Esta no se anda con rodeos, pensé. Mi pobre Lena quedó boquiabierta.
—Es mi novia, ni siquiera la mires— Advirtió en su modo perra controladora.
¡Mierda! Que brava mi mujer, ahora solo faltaba que me cargara en sus hombros hasta la habitación al estilo tóxica.
—Así que la pequeña Lena tiene novia, quién lo diría— Se burló, aunque no de mala manera—Estoy más que sorprendida.
—¡SI! y no te le acerques, no respires cerca de ella ni nada de eso si no quieres sentir el poder de Morgana y Saskia— Empuñó ambas manos y las besó.
