epílogo

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mateo
31 de diciembre 2025, Buenos Aires Argentina

— Dale pajero, ponele un poco de onda— me insistió Camilo—, es año nuevo, hay que ponerse hasta el pingo.

— No entiendo cómo podes estar tan arriba, tu wacha te acaba de dejar— respondí desinteresado.

— ¿Y que tiene?— elevé mis cejas—. Ya llore toda la semana, hoy me quiero poner bien en pedo— solté una carcajada y le tiré con una de las almohadas del sillón.

— Camilo Moretti llorando, que raro— solté con sarcasmo, el me miró mal y me tiró la almohada que le acababa de tirar.

Su celular empezó a sonar muchas veces, al igual que el mío.

Lo saqué de mi bolsillo, y el agarró el suyo que estába sobre la pequeña mesa.

Mis ojos se abrieron como platos, las notificaciones de instagram eran millones y todas hablaban de una sola cosa, Lola.

Entre a ver qué pasaba, millones y millones de fans mencionando a Lola, y a...

— ¡Es ella!— grito Camilo.

Una tal Gaia... Gaia, es...

— ¡Mateo es ella!— volvió a gritar Camilo. Mí cuerpo volvió a reaccionar y lo miré, sus ojos estaban cristalizados y sin darme cuenta, los míos también.

Volví a mirar el celular y empecé a ver las publicaciones.

Eran capturas de una cuenta, "adarx.ok".

Busque la cuenta y por alguna razón, no me aparecía. Me tiene bloqueado.

— Busque la cuenta, la tiene privada— me informo Camilo sentándose a mí lado.

— No puede ser ella— me negué—, es imposible.

— Tenés que ser optimista— contesto entre lágrimas, el timbre sonó—, ¡Anda a abrir!— asenti y me seque las lágrimas.

Fui a abrir la puerta, sentí como el mundo dio un freno.

— ¡Me aceptó la solicitud!, ¡Es ella!— grito Camilo desde el living.

— Sos... Sos vos— susurré, mire a su lado.

Una nena de ojos claros, con pelo largo y con rulos, me miraba atentamente. Parecía tener unos cuatro años.

— Gaia— se agachó a la altura de la nena—. El es Mateo, el es tu papá.

Mis lágrimas caían sin parar y mí cuerpo temblaba levemente.

Era real, eran reales. Después de cinco años, después de una larga espera, están acá...

— Mateo, ¿por qué no contes...— escuché a Camilo atrás mío, pero no siguió la oración—, ¿Lola?— preguntó lentamente.

— Hola Camí— ella se paró y agarró la mano de la nena—. Mateo, ¿estás bien?— pregunto preocupada.

Parpadee varias veces y me agaché, agarré la otra mano de Gaia, de... De mí hija.

— Hola Gaia...— susurré mientras acariciaba su pequeña mano, ella me miró algo tímida—. Soy Mateo— me presenté, mis lágrimas mojaban toda mi cara.

Ella solto la mano de Lola, y con esa misma mano trato de secar mis lágrimas.

— Mí mami siempre me habla de vos...— contesto casi en un susurró—. Pero no me dijo que eras tan llorón.

perenne | trueno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora