INTRO

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"Si en algún momento se te cruza alguien que te sacude el alma; agarra su mano, abrázate a sus besos, empápate en su tiempo. Aunque sea por un ratito, esos que duran toda una vida..."


Las puertas de lo que parecía una oficina se abrieron y dejaron ver que se trataba de un lugar muy agradable y confortable.

Para sorpresa de las visitantes, fue la misma directora del Centro quien los recibió.

Una mujer renovada, feliz, realizada, hermosa y mucho más...

Ma: buenos días...

Xx: buenos días Sra. Lizardi.

Ahora era conocida así y no le molestaba, al contrario, le gustaba porque le recordaba que era la mujer de Eugenio.

Ma: pueden llamarme Macarena... ¿Con quién tengo el gusto...?

Aplicaciones para ingresar al centro, que era una mezcla de escuela, fundación y un lugar donde se recibía a quien le gustara la pintura.

El reloj dio las 12 y ella salió rumbo a la firma de abogados Lizardi.

Pasantes y becarias que realizaban prácticas y tesis preguntaron por aquella mujer que acababa de entrar al despacho del licenciado Lizardi.

Sec: es la esposa del licenciado... Siento destruir sus ilusiones, pero sí. Ya tiene dueña...

Aunque Eugenio no se encontraba, Macarena lo esperó de pie. Y no pudo evitar ver el retrato del escritorio. Una imagen suya... Completamente diferente a la mujer que era hace más de un año.

>> Buenas tardes señora, ¿en qué le puedo ayudar...? <<

Esa voz terriblemente seductora la hizo estremecerse.


"El hombre que yo amo tiene algo de niño,

La sonrisa ancha, tierna la mirada,

Tiene la palabra de mil hombres juntos,

Y es mi loco amante, sabio, inteligente..."


Ma: licenciado, ¿le dedica esa mirada a todas las mujeres que lo visitan en su despacho...?

Eu: solo a una que viene constantemente a raptarme...

Se fundieron en un beso largo y amoroso.

Ma: ¿nos vamos...?

Eu: sí... Vamos...

Aunque tenía una cita con un viejo amigo, le prometió que saldrían a comer y le cumpliría.

El teléfono sonó y contestaría al tratarse de alguien importante.

Eu: dame un minuto, mi vida... No tardo, es Luz...

Ma: me la saludas...

Eu: por supuesto... Bueno... Bien, Luz, ¿y tú...? Te escucho...

Macarena iba a escuchar lo que hablaban, al menos del lado de su marido, pero sintió una especie de mareo.

Ma: voy al baño... (En un susurro e intentando disimular que estaba bien)

Eu: sí... (En otro susurro)

Los niveles de glucosa otra vez... Luego de estar unos minutos sentada y que se le pasara el mareo, sacó la maquinita para chequearse el azúcar en la sangre...

Pero antes de fijarse en el resultado, Eugenio estaba tocando a la puerta.

Eu: mi amor, debo estar de vuelta en hora y media... ¿Nos vamos...?

Ma: sí, ya voy...

Ella se apuró en envolver la tirilla y esconderla, al igual que guardar la máquina. No quería preocupar a nadie con su salud, menos a Eugenio...

Tampoco quería volver con la enfermedad que le afectó durante mucho tiempo...

CRUZADOS IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora