CRUZADOS II

Capítulo 1

Capítulo 1

"El hombre que yo amo, sabe que lo amo,

Me toma en sus brazos y lo olvido todo,

Él es mi motivo, es mi propio sol,

Él me da alegrías que nadie me dio..."

Apenas salió, él le envolvió la cintura y le besó los labios.

Eu: perdóname... Pero debo volver pronto...

Ma: entiendo... Podemos ir por aquí cerca...

Eu: no, iremos donde tú quieras...

Llegaron al restaurant que ella escogió, y sí, quedaba cerca del bufete.

Ma: mi amor, Paloma está muy atareada, me hubiera gustado que viajáramos hoy...

Eu: si deseas, puedes hacerlo tú... Yo no podré acompañarte...

Ma: viajamos mañana...

Eu: tampoco podré... La hija del amigo que quiere verme está en la cárcel, me lo acaba de decir Luz...

Ma: ¿por qué...?

Eu: al parecer está acusada de desfalco... Y necesita mi ayuda... Lo siento... (Por encima de la mesa, le tomaba las manos)

Y Macarena lo entendía, porque ya no ejercía, pero de seguro su amigo le pediría el favor de su asesoría...

Ma: A Paloma no le va a gustar nada eso, va a reclamarte...

Eugenio rió, sabía que sería cierto. Pero besó las manos de su mujer.

Eu: espero que me perdone... Y tú también... Esto no estaba planeado... Pero por un momento me puse en el lugar de mi amigo y...

Ma: esperarías lo mismo si se tratara de Gabriel...

Eu: y de Paloma... Sabes cuánto la quiero...

Ma: sí mi amor... Y no me gusta la idea de viajar sola, pero lo haré por mi hija...

Eu: deseo que sea la última vez que viajas sola... Ahora, cuéntame ¿cómo te fue con las entrevistas de esta mañana...?

Ma: tenemos un nuevo grupo de niños de una casa hogar...

Eu: me da mucho gusto...

Ma: recibirán clases 2 veces al día...

Eu: no olvides decirme si necesitas cualquier tipo de ayuda... Sabes que te la brindaré....

Ma: gracias, mi vida...

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Esa noche, disfrutaban de una especie de despedida en la intimidad de la recámara... Aunque no necesitaban motivos para aquello...

Macarena sentada a horcajadas de Eugenio...

Con un brazo rodeándole la cintura y con una mano apoyada en el colchón, así él la veía cabalgar sobre su pelvis...

No había nada mejor que verla disfrutar... De verla ser feliz... Unicamente un hombre enamorado era capaz de pensar de ese modo...

Ella cayó encima de su pecho... Al no poder más, pues su liberación la había alcanzado vorazmente...

Pero Eugenio no había tenido suficiente, la recostó en la cama para tenerla a su merced y embestirla una vez más...

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