𝐃𝐎𝐒

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━━━━━━━━━ESTOY BIEN :(:━━━━━━━━━

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ESTOY BIEN :(:
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Estaba respirando con dificultad, las lágrimas brotaban sin control y empapaban la camisa de Ricky. Pero a él no le importó; me sostuvo con fuerza, dejándome utilizarlo como un pañuelo humano, mientras intentaba calmar mi tembloroso cuerpo.

—Todo estará bien, estoy aquí —murmuró, atrayéndome más hacia él, envolviéndome en su calidez—. ¿Recuerdas cuando huimos de aquel mercado después de que el panadero nos sorprendió haciendo un bocata en medio del pasillo?

Asentí levemente con la cabeza, mientras mi mano se aferraba con fuerza a la suya, como si temiera que pudiera perderlo también.

—Céntrate en ese recuerdo —dijo con voz suave—. Olvida el resto, estamos solo tú y yo.

—¿Para siempre? —susurré, recuperando poco a poco mi respiración.

—Para siempre —afirmó sin dudar—. Hasta que la muerte nos separe.

Sentí cómo sus manos se posaron sobre mi pecho, justo donde mi corazón latía desbocado. Acaricié sus dedos mientras las lágrimas seguían cayendo. Aquel gesto sencillo, su cercanía, era lo único que me anclaba al presente. Solté un sollozo, un sonido ahogado que escapó de mis labios sin permiso.

—Solo quiero estar contigo, Ricky. No me importa si me rompes el corazón —confesé, incapaz de contener el miedo y la angustia que me había abrumado desde que recibí el horario de entrenamiento y los exámenes de recuperación del trimestre pasado. La carga era demasiado, parecía imposible organizarme y cumplir con todo.

Ricky me miró con ternura, comprendiendo la magnitud de mi ansiedad sin necesidad de que yo lo explicara. Con delicadeza, pasó su mano por mis caderas y me giró para enfrentarme a esos ojos castaños en los que siempre encontraba seguridad y consuelo.

—¿Te sientes mejor? —preguntó, su voz tan suave como sus dedos, que ahora acariciaban mi cabello.

—Podría estar peor —admití, soltando un suspiro tembloroso.

Ricky sonrió ligeramente, y sin decir nada más, dejó que su mano descansara en la curva de mi cadera, atrayéndome aún más cerca de él. En su abrazo, todo el ruido de mi mente comenzó a desvanecerse, dejándome un poco más en paz.

—¿Quieres desayunar ahora? —me ofreció, como si ese pequeño gesto pudiera aliviar un poco la tormenta que se arremolinaba dentro de mí.

Negué con la cabeza, sintiéndome avergonzada por mi propia debilidad.

—No tengo hambre... —aparté la mirada, mordiéndome los labios, y murmuré—. Lo siento.

—No me gusta que no desayunes —dijo, con una mezcla de preocupación y cariño. Al ver que escondía mi rostro en su pecho, insistió con suavidad—. Come una fruta o algo, por favor.

SKATE 2: LUNA || 𝗥𝗜𝗖𝗞𝗬 𝗕𝗢𝗪𝗘𝗡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora