Me levanté a las 3 de la mañana para poder estar a tiempo de ver el amanecer en Tikal. No es como si a mí particularmente me gustase hacerlo, pero ésa era la indicación de éste día.
Para llegar a Tikal, se viaja por carretera cerca de una hora, mas otros 40 minutos de viaje desde la entrada hasta el propio lugar...
El ambiente es entre cálido y húmedo. Propio y normal en una selva.
Luego del recorrido que incluía datos sobre el parque arqueológico y de ver el amanecer sentado en la cúspide del templo II, he desayunado en uno de los comedores que hay en el parque. Son ahora las 8 de la mañana y mi recorrido empieza oficialmente.
Las páginas y la persona que busco están aquí.
Me estremezco al recordar el rugido con que el hermano jaguar me dió la bienvenida al momento de ingresar luego de pasar la fila de boletos. Le susurré un "Gracias" en silencio, sabiendo que ése era un presagio de mi suerte en éste, el día que Mauri tanto deseó que llegase.
Voy con mi mochila llena de comida, y, aunque salimos algo tarde de Isla Flores, he alcanzado a ver infinidad de maravillas. El ambiente de la selva es muy inconstante. De un momento a otro me estaré derritiendo en sudor, y al otro momento estaré empapado en lluvia. Observo cómo el sol penetra entre las plantas y crea pequeños destellos de arcoíris efímeros. Las partículas que bailan grácilmente a la luz matutina me embelesan a la vez que los pequeños pezotes pasan caminando junto a mí.
Los monos aulladores hacen ecos en la selva con sus llamados. Será que es una advertencia que su hermano jaguar va pasando cerca.
La indicación de hoy dicta: "Busca las respuestas. Entonces, querido Sebastián, házte la pregunta '¿Porqué el destino nos reúne de la forma más ingrácil que se pueda concebir?' ".Decidí no hacer mi tour con algún guía. Es decir, llevo un mapa e indicaciones que Mau escribió para mí, a manera que las entienda clara y perfectamente. Sumado a mi buen sentido de orientación, no tengo qué temer.
La Gran Ceiba es un monumento vivo del paso del tiempo que conserva la magia de Tikal. El Gran Jaguar se erige imponente, sobresaliedo en el parque. Es aquí donde inicio el recorrido guiado. Voy con muchos turistas de diversas nacinalidades. Mauri me dejó un mapa del parque e indicaciones personalizadas, exclusivas para mí. Sin embargo, su indicación dicta que debo ir en un tour guiado. Una vez que dicho tour finalice, estaré por mi cuenta y será entonces que en algún punto conoceré a Santiago Paute.
Pasando por el complejo "Q" y "R". Caminando sobre la calzada Maler y llegando a la Gran Plaza. Subimos el templo V, el templo III, el II y el IV, en ese orden. No es permitido subir al templo del Jaguar, por lo que sólo puede ser apreciado desde abajo o desde los templos V y II. Acrópolis Sur la vimos en carrera y sólo de paso, Acrópolis Norte solamente de lejos. Una lluvia nada sorpredente nos obligó a refugiaros en uno de los tantos chalets que hay para que los visitantes compren refrescos o agua. Mientras esperamos, el guía nos explica algunas curiosidades de Tikal. La que más llamó mi atención fue la de una pirámide misteriosa, la cual es difícil de encontrar y, quien sea que la busque, no puede hallarla y su historia se suma a uno más de los relatos de la pirámide perdida. Ella sólo se le aparece a unos cuantos elegidos por ella misma. La lluvia comenzó a menguar y nosotros retomamos nuestro camino.Un viento fuerte ha comenzado a soplar luego de que la tormenta terminara. Mi mapa decidió jugar con el viento y heme aquí que salí corriendo tras él... He llegado a la base de una pirámide de casi el mismo tamaño que el templo V. Entre los árboles que la rodean del lado derecho hay una mujer, una anciana... Me recuerda a alguien, pero está muy lejos como para distinguirla. Entonces, ella señaló la parte más alta de la pirámide: Un jaguar bebé estaba dormido ahí. Dirigí mi vista hacia la anciana y junto a ella parecía estar la madre del jaguar. Ambas me observaban. La señora comenzó a alejarse mientras canturreaba unas palabras ininteligibles para mí. El cachorro se despertó, levantó la cola meneándola juguetona y suavemente. Se levantó, estiró sus patas delanteras y muy despacio bajó junto a su madre. A éste punto estaba muerto del miedo de hacer algún movimiento que a la madre del animalito no le gustase y me atacara por defender a su cría. Ambos felinos me observaban largo y tendido. Quizá del susto, quizá una alucinación... Pero juro haber visto que ambos inclinaron su cabeza hacia mí antes de emprender camino junto a la anciana. Luego de unos minutos de pasado el susto, tomé unas cuantas fotografías a la pirámide y seguí mi camino. Caminé hasta que por fin divisé otro templo: El templo de las Inscripciones. A este punto me comenzaba a sentir realmente molesto: Mi ropa estaba mojada, pesada. Mis pies dolían y mis energías estaban agotándose, miré mi reloj y...¡Sorpresa! Estaba descompuesto, pues ya sus manecillas no giraban.
Al diablo Mauricio y su estúpido plan de hacerme conocer a un maldito prófugo. Comencé a caminar en dirección a la salida del recinto. EL sendero era paralelo al que uno toma en la entrada. No había cómo o dónde perderse... Mi sentido de orientación nunca me había fallado, hasta ahora.Estaba bajando del templo V, pues la vista que uno tiene desde ahí me había enamorado. Había recorrido casi todo el complejo, faltándome únicamente Mundo Perdido y el Templo de las inscripciones. Las escaleras de madera por donde se baja del templo estaban resbalosas luego de la tormenta. Escuché que algo se desgajó, una rama muy grande quizá. Traté de correr hacia abajo, pues temí que la rama cayera justo en mi cabeza. Para mi susto y alegría, no fue una rama sobre mí: Era un pobre árbol joven que cedió ante los vientos de la tormenta y estaba a punto de caer. Me detuve unos escalones antes de llegar a suelo firme y, finalmente, el árbol cedió, asustándome y haciéndome trastabillar, por lo que me deslicé directo hacia el suelo, cayendo sobre un muchacho.
Estaba muy bien ubicado, ¿Cómo me había pasado esto a mí? No lograba salir de este maldito lugar... Había llegado de nuevo junto al templo V... De pronto, un tronco comenzó a ceder, quizá había sido plantado muy superficialmente, el pobre no resistió el viento de la tormenta anterior y cayó, haciendoun sonido sordo, hueco, un estruendo de su mandera quebrándose y desplomándose se dejó oír en la selva, o al menos en esa parte de ella. Me moví de lugar tan de prisa como mi instinto me dijo que podía ser un peligro para mí, no había terminado de aacomodarme cuando un hombre corpulento se sujetó de mi mochila y me empujó, dejando todo su peso sobre mí. Escuché mi nombre tan pronto como pude incorporarme y tener una visión lúcida. Era él. Era Sebastián Bauté. Aquel que me había robado lo que más atesoraba en mi vida.
-¿Santiago... Paute? -Pronunció mi nombre con cierto tono apocado, más por la manera en que nos encontramos que por habernos encontrado en sí.
-Así que tú eres el famoso Sebastián Bauté... -Era más alto de lo que imaginaba.
-Mucho gusto, realmente me alegra po-
-Déjate de estupideces... ¿Tienes mis fotografías y papeles?
-Sí, supongo que tú tienes lo mío... -Sonrió de una manera muy forzada
-Claro que las tengo yo. ¿Acaso crees que tus cosas las tendría un hombre enterrado 3 metros bajo tierra?
-... No...
-... -Me dí cuenta de lo tosco que sonó eso, aunque realmente no me importaba, quería que todo terminara para poder volver a mi país y prentender que mi matrimonio me devolvería a la vida.
-¿Podemos hablar en el hotel donde me hospedo, por favor? Aquí..., Ya llamaste mucho la atención... -Miré a mi alrededor y sí, había gente que me veía como a un bicho raro.
-¿En qué hotel te hospedas?
-En el Aurora...
-... También yo, supongo que tu diario dictaba hospedarte ahí...
-Sí...
-Pues entonces camina, debemos tomar un bus hacia allá.
Caminamos en silencio, incómodos, con demasiadas preguntas del uno para el otro. Sentía como si esto ya había pasado, pero jamás en mi vida había visto a esta persona, hasta ahora...
Sólo debo hacerle las preguntas pertinentes, reclamar mis fotografías y cartas, darle las de él y problema resuelto. Todo estaría arreglado y el mayor deseo de Mau estaría realizado. Sebastián y yo al fin nos habíamos conocido.
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A Más Ver.
RomanceNo te pido que me perdones... Léeme por lo que más quieras... Eres la única persona a quien puedo recurrir. No te pido que te responsabilices de él, pero lo que puedas hacer por él, házlo, por favor. No tiene la culpa de nuestras tonterías de jóvene...