CAPITULO 1

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Nina Dimitrevna Nóvicova era conocida como la hija menor del magnate de los negocios ruso Dimitre Nóvicov. Con solo 17 años ya contaba con una extensa reputación entre los integrantes de esa pequeña sociedad que conformaba la élite del mundo, pues su belleza sofisticada, su trato refinado y el aura ausente con el que se dirigía a las personas le hacían sobresalir de entre las demás de su clase.

Se decía que desde una edad muy temprana se convirtió en el epicentro de innumerables riñas entre algunos de los hombres más poderosos de Rusia. También que existía una apuesta en la que se jugaba el destino de la joven, puesto que varios hombres habían estado proponiendo acuerdos desigualmente ventajosos al tratar de conseguir comprometerse con ella. Como si se tratara de una subasta en la que el ganador se la quedaría. Dimitre Nóvicov escuchaba propuestas sin distinción, más sin embargo se negaba a hacer promesas y advertía que su hija aún era muy joven para que hubiese alguna decisión que tomar. Aunque con aquellas palabras no había logrado engañar a nadie. Cuando las manifestaciones en contra del sistema capitalista comenzaron a generar revueltas en las calles de Moscú y se derivaron de ellas altercados a las familias de mayor adquisición económica, Dimitre decidió llevarse a la más pequeña de sus hijas fuera del país para protegerla. Se decía que llevaban meses visitando algunas de las ciudades más prosperas del mundo, entre ellas Hong Kong, Berlín y Nueva York, pero no fue hasta el septiembre pasado que decidieron asentarse.

A pesar de su reducida extensión geográfica, todos sabían que Corea del Sur obtenía una buena porción de los beneficios generados de la economía global y que eran pocas las familias que se repartían dichos beneficios. Además, que los Chaebol coreanos gozaban de cierta inmunidad dentro de las fronteras de su península.

Dimitre Nóvicov debía ser muy listo o estar muy desesperado al tomar la decisión de quedarse, aunque a Hyun Joong le daba la impresión de que era lo primero. Apenas llegar se encargó de que su hija recibiera una buena publicidad y a las pocas semanas la matriculó en el mejor instituto de la capital, donde los jóvenes herederos continuaban sus rigurosas preparaciones y se forjaban amistades para el futuro. Hyun Joong fue testigo de la popularidad creciente de Nina Dimitrevna Nóvicova. Todos los días recibía la tortura de verla relacionarse con las personas; la manera en la que poco a poco vencía la timidez al hablar con sus compañeras, su forma de rechazar discretamente las indeseadas atenciones de los jóvenes y el desinterés de sus ojos cuando se aburría de todo lo que estaba sucediendo a su alrededor. Entonces parecía sumirse en sus propios pensamientos mientras una tristeza intrínseca transformaba los bellos rasgos de su rostro en una máscara de serenidad forzada. De cómo las emociones parecían superarla, a tal grado de tener que abandonar una habitación.

Verla así de desamparada le generaba uno de los dilemas más difíciles a los cuales Hyun Joong se había enfrentado en su vida. Eso, y el hecho de no poder hacer nada para remediarlo. De estar atado a un papel del cual no podía desentenderse. Con la frustración a tope, Hyun Joong intentó cambiar el rumbo de sus pensamientos hacía algo más saludable, y como no consiguió pensar en nada menos desesperante, terminó sumergiendo la cabeza en los exámenes que debía calificar esa mañana.

A sus 26 años (coreanos), Hyun Joong se sentía plenamente satisfecho consigo mismo; Un hombre inteligente, responsable y firme, cuya descendencia no le había impedido seguir su camino y granjearse un nombre por su cuenta. Después de trabajar durante años para una importante firma de inversiones inglesa, ahora contaba con una fuerte cartera de inversiones a su nombre las cuales le generaban excelentes rendimientos. Gracias a ello no tenía la obligación de mantener un trabajo fijo y participaba únicamente en los proyectos de su interés. A excepción del último, claro está, al que se vio involucrado por las dificultades de un amigo.

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