CAPITULO 9

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- Nina, estás sonrojándote de nuevo - Las palabras de Yoo Jin, dichas en un susurro, sirvieron para devolverla al presente.

Dios bendito. Está era la tercera vez que sucedía. Nina trataba de controlarse y prestar atención en su trayecto por la ciudad, pero era incapaz de sacarse de la cabeza lo sucedido en la biblioteca. Aún le causaba escalofríos recordar como Hyun Joong se rindió ante ella; el cómo la tomó de la cintura, la pegó a su cuerpo y devoró su boca desenfrenadamente.

Nadie se había atrevido a besarla de aquella manera, como si quisieran absorberle el alma. No fue un solo beso. Fueron decenas de ellos, cada cual más intenso que el anterior. La boca de Hyun Joong fue exigente. Le pidió cosas que ella jamás se habría permitido hacer con ningún otro hombre. Aún conservaba la hinchazón en los labios, y había cierta tensión en el cuerpo que se negaba a desaparecer.

- Lo que sea que estés pensando no ayuda. Estás poniéndote más roja.

- No sé qué me sucede - escondió su rostro con las manos.

- Yo sí - se burló su amiga - Pero debes tranquilizarte. Levantaras sospechas si continúas comportándote así.

- ¿Qué debería hacer? No puedo sacármelo de la cabeza.

- Para eso me tienes aquí, ¿lo recuerdas? - Yoo Jin agarró su mano y la apretó para reconfortarla - Por hoy me convertiré en tu fuente de distracción personalizada. Ahora, ¿podrías preguntarle a tu chofer a donde piensa llevarnos? Siento que llevamos siglos en la carretera.

Nina echó un vistazo por la ventanilla y se encontró con el panorama recurrente de todas sus vueltas a casa.

La mansión Nóvicov estaba ubicada en la zona noroeste más apartada de la ciudad, en las inmediaciones de un área campestre y montañosa. El único sendero para llegar a la casa desde la carretera era de terracería y estaba delimitado por el espesor de un bosque de abedules y robles jóvenes. La maleza permanecía seca y los árboles ya habían perdido todas sus hojas, ahora tendidas sobre la tierra como un manto texturizado de tonalidades cafés, amarillas y naranjas. Las actividades de los animales del bosque pausadas por el continuo descenso en la temperatura del ambiente.

- Ya casi llegamos - avisó Nina, haciendo que Yoo Jin contuviera el aliento.

Unos cientos de metros más adelante pudieron divisar el final del camino. Los muros exteriores de la mansión Nóvicov no superaban los dos metros de altura y estaban conformados por hileras irregulares de piedras areniscas muy maltratadas y cubiertas de tomillos secos. El portón principal era de metal sólido y había sido pintado de un verde lechoso con la finalidad de camuflarlo entre los colores naturales del bosque.

Cuando estuvieron cerca, el portón fue abierto desde el interior de la mansión.

Aunque los muros exteriores pudiesen parecer un desastre, por dentro la cosa era completamente distinta; la explanada frontal estaba recubierta de adoquines de granito blanco que también servía de estacionamiento para una pequeña colección de autos de lujo. La casa se encontraba justo en el centro del terreno, era de dos pisos y había sido construida con el mismo tipo de piedras areniscas que el de los muros exteriores, aunque estas si fueron limpiadas y restauradas.

Bratt detuvo la camioneta frente a la entrada principal de la casa, se bajó de ella y la rodeó por delante para abrir la puerta de Nina. Luego de ayudarla a bajar, le arrebató la mochila de las manos, la tomó del antebrazo y se apartó con ella lejos de la camioneta.

Si bien el semblante del chofer no era autoritario, estaba lejos de ser amigable o comprensivo.

- Sabe que a su padre no le gustará.

SU REFLEJO EN ELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora