Aquel era un día luminoso, un perfecto día nevado en la pradera de la muerte. El frío que envolvía el cuerpo de Nina lo sentía antinatural, como una digerible ventisca de otoño en lugar de la gelidez que acompañaba los días nevados. Sus pies se arrastraban por la nieve húmeda mientras su cuerpo se sacudía en una serie de estremecimientos que provocaba que los sollozos fueran interrumpidos por el castañear de sus dientes.
Cuando la obligaron a arrodillarse sobre la nieve cerró los ojos con fuerza. Apretó las manos contra sus orejas y comenzó a tararear la canción del gato gordo, su canción favorita de la niñez. Sabía lo que venía a continuación, al abrir los ojos y ver como obligaban a su madre a arrodillarse frente a ella.
Nina... no lo soportaría.
Cambio el tarareo por un canto en voz baja. La voz que salió de su garganta no era la suya, era la de su mamá cantándole para inspirar sus sueños. Desafinando y equivocándose con la letra, y repitiendo los versos por aquellos que no se sabía. Nina trató de enfocarse en ese recuerdo, en cualquiera de las noches de su infancia. En el dulce abrazo de su mamá cuando la arropaba con las mantas y la saturaba de besos en las mejillas. El inconfundible aroma de su perfume, a rosas silvestres y vainilla. A los sonidos de su casa en medio de las montañas antes de dormirse; el crepitar de las llamas ardiendo en la chimenea, el viento azotando los cristales de una ventana lejana y las respiraciones acompasadas de su hermana.
- No debes preocuparte. Todo estará bien - Nina abrió los ojos de golpe. Esas palabras... No era su mamá quien estaba arrodillada frente a ella. Era Hyun Joong con una venda de satín blanco cubriéndole los ojos - Te lo prometo.
- Oppa - susurró Nina sin poder creérselo. Hyun Joong no debía estar en ese lugar de pesadillas. Él era bueno, y ella estaba irremediablemente enamorada de él. Jamás permitirá que sufriera el mismo destino al que fue condenada su mamá.
- Todo estará bien - volvió a repetirle. Pero nada lo estaría si Nina permitía que esto continuara.
Luchó con todas sus fuerzas por liberarse de la pesadez que restringía el uso de sus extremidades. Cuando se dio cuenta de lo inútil de sus esfuerzos, comenzó a gritarle que se fuera. Que intentará huir de allí. Gritó hasta sentir la garganta en carne viva.
- ¿Es a él a quien elegiste? - la pregunta de Dimitre le llegó desde algún lugar a sus espaldas. No podía verlo, pero luego de escucharlo la presencia del hombre se intensificó, acechándola.
- No lo sé - grazno su respuesta.
- Tienes que elegir a alguien - el tono de su padrastro era apremiante, como casi siempre que hablaban del tema.
- ¡No quiero! - porque admitir ante Dimitre su elección aseveraría la condena.
- Tu madre estaría muy decepcionada de ti - sentenció molesto, aunque no volvió a hablar.
Bratt apareció de la nada, vestido con la misma ropa que llevaba puesta el día de su rescate. Nina no tuvo tiempo de sentir alivio de verlo llegar. Bratt desenfundó el arma y apuntó a la cabeza de Hyun Joong.
En esta versión de la pesadilla, Bratt pasó de ser el salvador a convertirse en un verdugo enviado para arrebatarle a un ser tan querido.
El cuerpo inerte de Nina se desplomó sobre la nieve, impotente ante tal injusticia de la vida. Que no pudiera moverse para proteger a Hyun Joong no era una casualidad, se trataba de un castigo divino, por no haber intentado proteger a su mamá de sus captores. Y por sobrevivir a ellos, cuando lo correcto hubiese sido buscar el mismo final que tuvo ella.
- Lo lamento - Hyun Joong se quitó la venda de los ojos y la miró con aquellos iris oscuros una última vez, sin arrepentimientos, antes de que el estridente disparo del arma la despertara.
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SU REFLEJO EN EL
FanfictionLuego de seis años de alejarse de los conflictos e intereses de su familia, Hyun Joong regresa a Seúl para brindar apoyo al único amigo que tiene en la ciudad. Su vida se complica cuando conoce a Nina Nóvicova, una bella joven acaudalada a quien la...