ADVERTENCIA: contenido cachondo.
¡Amarren bien esas bragas!DYLAN.
Esa mañana sentí como mi mundo estaba a punto de derrumbarse, esa llamada hizo temblar a mis huesos por debajo de la piel. Sentí aquel nudo agonizante en la garganta después de recibir una mala noticia. Papá había tenido un accidente después de salir del local, le rogué un centenar de veces que no fuera, que guardara reposo. Claro, era Gael Brawn, el hombre más necio del planeta. No me escuchó. Cuando recibí la llamada del hospital, no pensé en nada que solo fuera correr hasta él, saber si estaba bien, porque él tenía que estar bien. No podía dejarme solo en esto.
No pude contenerme, sabía que me quería lejos de él, pero mi miedo a perder a mi padre era más grande que cualquier cosa. Lo llamé. Mi mano temblaba y mi respiración estaba contenida en mis pulmones mientras escuchaba los timbres de llamada, apreté mis labios cuando la llamada fue respondida después de unos segundos. Solté lentamente el aliento y empecé a hablar sin darle oportunidad a él de decir algo. No quería escucharlo de nuevo, pidiéndome marcharme de su vida para no ser lastimado. También quería escuchar las últimas palabras que habían salido de su boca.
Lucas estaba jugando con mi cordura, tambaleando el hilo donde iba trazando mis pasos temblorosos. No podía decirme que me amaba si después tomaría la decisión de marcharse. Era irónico que me pidiera aquel día, recostado en mi cama, que no lo sacara de mi vida, cuando claramente era él quien tenía que haber hecho esa promesa.
Y una vez más, el destino nos estaba jugando en contra, porque de nuevo estaba ahí, en mi apartamento, enredando sus largos dedos en las hebras negras de mi cabello desordenado, mientras su boca saqueaba la mía con desespero y su entrepierna se pegaba a mi cuerpo, con anhelo. Mis manos se detuvieron en su pecho, donde su corazón latía con fiereza, amenazando con salir de su caja torácica.
El beso fue interrumpido por la intensa necesidad de oxígeno. Sus manos acunaron mis mejillas mientras sus ojos oscurecidos por el deseo me miraban con intensidad, sus labios hinchados estaban entreabiertos mientras permitían llevar aire a sus pulmones. Y yo no me quedaba atrás, era un desastre de nervios, de mi boca no salía una sola palabra, solo podía permitirme regresar mi mirada de la misma forma que él lo hacía. Era tan hermoso, tan vulnerable y perfecto.
—Jamás pensé que amar a alguien doliera tanto— susurró, bajando sus ojos a mis labios. —¿Por qué tenía que enamorarme de ti? Todo era más fácil antes de conocerte. Menos complicado y tan... miserable.
—Pues yo era hetero antes de conocerte— solté una risita ante mi broma. Rodó los ojos para ocultar la sonrisa que amenazaba con salir.
—Nadie es heterosexual por completo— comentó, alejándose de mí. Quise quejarme por la lejanía de su calor, pero opté por acercarme a mi celular e ir a mi playlist.
Ninguno de los dos pronunció palabra alguna mientras yo elegía una canción al azar de mi reproductor. Vi de reojo como Lucas se dejaba caer en el pequeño sofá de la diminuta sala. Parecía relajado y... yo tan nervioso. Una canción de alguna chica famosa empezó a sonar, llevándose consigo el silencio.
—King of my heart— pronunció lentamente con una sonrisa. —Buena elección. Nell la escucha todo el tiempo.
—¿Si? La escuché hace unos meses gracias a una amiga. —sonreí al recordarla— Había creado un hermoso video con esa canción de fondo. Es muy buena editando videos ¿sabes?
—Pues gracias a ella creo que hemos encontrado nuestra canción— susurró, con la mirada fija en el suelo, pensativo.
—And all at once, you're the one i've been waiting for— sonreí mientras repetía la letra de la canción.
—King of my heart, body and soul— cantó, bajito, pero fue suficiente para erizar los vellos de mi nuca.
No lo pensé dos veces y caminé en su dirección. Con los ojos clavados en los suyos, subí a su regazo y tiré suavemente de su cabello hacia atrás, para levantar su mentón y quedar sus labios a la misma altura que los míos. No dijo nada, pero en su mirada estaba ese brillo que me suplicaba que no me detuviera. Y no lo haría.
Mis labios encontraron los suyos de un momento a otro, sus manos se enredaron en mi cuello para profundizar el beso. Gemí. Mis caderas empezaron a menearse de atrás hacia adelante, creando una deliciosa fricción con nuestras partes íntimas. Mi pecho subía y bajaba por la adrenalina del momento, por el deseo de nuestros cuerpos.
Mis manos bajaron hasta el dobladillo de su camiseta y la subí lentamente para descubrir su duro abdomen. Ahora su boca había abandonado la mía para dejar una cadena de besos, desde mi mandíbula hasta al final de mi cuello, apreté los labios mientras observaba el techo. De un segundo a otro, nuestros torsos estaban desnudos, nuestras camisetas tiradas en algún lugar del suelo y nuestras manos traviesas explorando nuestros cuerpos sudorosos.
Gemí cuando empujó su entrepierna, encontrándose con la mía en el camino. Mis labios besaron los suyos con fiereza, para luego descender hasta su hombro, dejando una suave mordida en este mientras sentía los roces de su intimidad, provocándome, invitándome a tomarlo sin delicadeza alguna.
—¿Te apetece una ducha? —preguntó entre jadeos.
Asentí, sonriendo peligrosamente.
En dos parpadeos, Lucas y yo ya estábamos metiéndonos al baño, sin dejar de tocarnos, sin dejar de besarnos y provocarnos. Sus manos desesperadas se dirigieron hasta el cierre de mis pantalones y los desabrochó. Solté un jadeo cuando los bajó, junto con mis boxers, sin contemplaciones, liberando la erección que imploraba ser acariciada. Apreté mis labios cuando me di cuenta de lo que haría; se arrodilló frente a mí, tomó mi erección entre sus manos, dejando leves caricias. Gemí cuando el contacto de su lengua acarició mi glande. Sentí mi cuerpo tensarse cuando se lo metió entero a la boca. Mis manos se enredaron en su cabello mientras succionaba con entusiasmo. Maldición, iba a venirme demasiado rápido si seguía así.
—Te ves tan malditamente bien desde este ángulo— gruñí.
Lo alejé de mi pene, para atraer sus labios a los míos, probando mi sabor en el camino. Lo incité a levantarse, y lo hizo sin objeciones. Acaricié su rostro con el dorso, sonreí, dejando un pequeño beso en la punta de su nariz. Bajé mis manos a sus pantalones y me deshice de ellos con lentitud.
Cuando ambos estuvimos totalmente desnudos, tomé su erección con mi mano y empecé a acariciarla suavemente. Ambos éramos una tormenta de nervios y calenturas altas, ambos jadeamos y gemimos cuando tomó nuestras erecciones y los colocó uno al lado de la otra entre sus manos, sus caderas empezaron a ir y venir, creando la más maravillosa de las fricciones.
Lucas encendió la ducha y nos introducimos en ella. Sus labios se movían con dureza sobre los míos mientras su lengua se adentraba en mi boca, buscando desesperadamente la mía. El agua caía sobre nuestras cabezas, bajando lentamente por nuestros cuerpos. Solté un jadeo cuando giró mi cuerpo, quedando frente a frente con la pared del baño. Mis manos se sostuvieron de ella, al tiempo que su pene rozaba tentativamente mi entrada.
Solté un gemido cuando entró en mí, con una lentitud tortuosa. Luego de unos segundos, el cuarto de baño se nubló por el deseo. El silencio fue reemplazado por nuestros jadeos y siseos. De pronto, mi vista se nubló al igual que mis pensamientos y fuimos arrastrados al mundo del placer.
—Te amo tanto— susurró, dejando caer su frente en mi hombro.
—Promete que vamos a arreglar esto— supliqué— Porque vamos a luchar por lo nuestro, ¿verdad?
Mi pecho dolió cuando no recibí una respuesta.
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Una D para Lucas
Fiksi RemajaLucas Jackson es un buen chico, pero vive bajo la sombra de su padre, hace lo que él dice, jamás desobedece sus órdenes. Lucas era un títere dormido, hasta que él llegó a su vida. Dylan Brawn, el dulce chico que cerró sus ojos y se dejó llevar por l...