No era para tanto, ¿verdad?
Digo, era una verdadera sorpresa que el chico que me gustaba desde hace meses me pidiera salir con él.
¿Era normal estar tan nervioso al punto de encerrarme en el baño de mi habitación por más de media hora al recibir un mensaje suyo diciendo que estaba en camino?
Yo creo que sí.
Después de todo, era Dylan quién me había pedido salir con él, ¿cómo no estar nervioso?
Quise odiar a Nell cuando abrió la puerta del baño y me obligó a salir, ella de verdad sostenía una silla con sus manos por encima de su cabeza, dispuesta a dejarla ir a la mía cuando me negué despegar mi culo de la taza del inodoro. Dylan, al ver que yo estaba tardando tanto en salir, entró a mi casa sin importarle ser visto por mi familia. Era una suerte que justamente ese día, nuestros padres tuvieran que viajar a Nueva York para reunirse con sus nuevos socios.
Mis nervios aumentaron cuando cubrió mis ojos y me obligó a subir a su motocicleta.
—¡Dylan, auch! ¡Ve más despacio, acabas de lastimarme! — chillé cuando sentí un fuerte impacto contra mi rodilla.
Escuché la melodía de sus carcajadas a unos centímetros detrás de mí. Sentí la piel de mi cuello erizarse.
—Lo lamento— susurró cerca de mi oreja—. Debo admitir que este traje negro me tiene verdaderamente mal. —Comentó, refiriéndose a la ropa formal que había decidido usar esa noche; pantalones formales oscuros, hechos a mi medida, camisa de mangas largas del mismo color y zapatillas puntiagudas.
Caminamos por unos segundos más, y claro que los tropiezos y más disculpas por él, no faltaron. Era muy consciente de cómo su mano derecha descansaba en mi espalda baja y la otra tomaba delicadamente la mía.
—¿Dylan? — pregunté, temeroso, cuando lo sentí alejarse. No me respondió. Me sobresalté al oír un estruendoso ruido cerca de mí, seguido de las maldiciones del pelinegro.
Di un respingo cuando alguien tomó mi mano. En verdad esperaba que ese alguien fuese Dylan, no quería ser la víctima de algún psicópata y convertir mi hermosa cita con el chico que me gustaba en una película de terror dónde sacaban mis órganos sin censura en alguna cabaña en medio del bosque.
—¡Llegamos! ¿Te gusta? —gritó, entusiasmado.
—Dylan, cielo, no sé si te habrás dado cuenta, pero tengo mis ojos cubiertos con un pedazo de tela— me burlé.
—Oh, cierto —se apresuró a quitar la tela que me impedía ver. —Tienes que perdonarme. Esta es mi primera cita, estoy muy nervioso.
—¿Es tu primera cita? — pregunté, sorprendido.
— Sí, así que más te vale no arruinarla.
Sí, sobre eso… ¡joder!
Cuando por fin ya nada cubría mis ojos, me giré en su dirección y ¡madre de todos los pecadores! casi me doy de culo al poder observar detalladamente su aspecto; su cabello negro estaba desordenado, apuntando a todas direcciones, y unos cuantos mechones cubrían su frente y un poco de sus cejas. Llevaba una camisa formal blanca, las mangas las había enrollado hasta sus codos, dejando ver la mitad de sus fuertes brazos. Tragué saliva al darme cuenta que su pantalón formal se marcaba descaradamente en algunas áreas de su cuerpo. Traía puestas unas zapatillas parecidas a las mías.
¡Sus dedos iban cubiertos de anillos negros! Joder… creo haber descubierto uno de mis fetiches.
¿Eran posibles los orgasmos visuales? Yo creo que sí, estaba a punto de tener uno.
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Una D para Lucas
Genç KurguLucas Jackson es un buen chico, pero vive bajo la sombra de su padre, hace lo que él dice, jamás desobedece sus órdenes. Lucas era un títere dormido, hasta que él llegó a su vida. Dylan Brawn, el dulce chico que cerró sus ojos y se dejó llevar por l...