Capitulo 36

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El viaje para alivio de las chicas fue bastante corto, Irene intercalaba las instrucciones con toques sensuales muy cerca de la entrepierna de Sana, quien se dejaba besar y acariciar por ella.  Una vez que llegaron a la casa de Irene, Sana se sorprendió, era uno de los mejores barrios de Busan, la chica tenía una gran y hermosa casa, aunque eso era lo que menos le importaba en ese momento, lo único que quería era poder sacarse esa amarga sensación que le había dejado Dahyun. 

Se apresuraron a entrar e Irene la dirigió a su habitación. Lo que había dicho antes era cierto, ella nunca había llevado a una chica que conocía la misma noche a su casa, podría si se daban las cosas cogérsela en el baño del bar o el auto, pero llevarla a su habitación era totalmente nuevo para ella y no sé lograba explicar que tenía esa rubia que con unos besos la había vuelto loca.

-¿Qué estás esperando?-. Exclamó Sana deslizando su vestido-. Quiero que me hagas todo lo que dijiste que harías-. La retó-. 

-A sus órdenes-. Contestó comenzando a besarla desesperadamente-.  Sana le quitó la chaqueta y la camiseta que llevaba muy deprisa, mientras Irene desprendió el sujetador y disfrutaba de sus pechos dándole especial atención a sus pezones, los mordía, apretaba y la llevaba a la cama para una vez que se quitó los pantalones y la ropa interior para tumbarse desnuda sobre ella.  -Joder eres lo más sexy que he visto-. Murmuró la castaña presionando la entrepierna de la rubia mientras le mordía el cuello-. ¿Te gusta así?-. Sana lo único que hacía era gemir, disfrutando de cada caricia que le daba la chica, sobretodo ahora que sentía como estaba bajando directo a su entrepierna. Irene sacó la tanga para impregnarse del aroma que expelía Sana, pasó su lengua probando los jugos que derramaba la rubia.  -Estás tan húmeda-. Le dijo volviendo a pasar su lengua por el clítoris hinchado.

-Necesito más...-. Irene sonrió y siguió con sus movimientos más rápido introduciendo toda su lengua dentro de Sana, quien movía sus caderas en busca de más contacto, la castaña se dio cuenta e incluyó uno de sus dedos penetrándola lentamente, subiendo su boca hasta encontrarse con la de Sana quien la recibió con un apasionado beso, sintiendo su propio sabor en los labios de la chica.  -Necesito otro...-.Gimió Sana-.  Irene incluyó de golpe otro dedo y comenzó a penetrarla de manera más rápida, ella también estaba muy húmeda por lo que comenzó a montar uno de los muslos de Sana, la fricción que se provocaba, sentir como sus pechos chocaban con los de la rubia y sus erectos pezones se acoplaban la hacía estar a punto de acabar. 

-Ya... me falta poco-.Murmuró Sana echando su cabeza para atrás-. 

-Igual a mi preciosa-.  Aceleró la penetración con sus dedos agregando un tercero que hizo que Sana arqueara la espalda y soltara un grito de placer, segundos pasaron cuando sintió que la rubia se contraía y sus dedos se empapaban con su esencia. 

-¡Joder eso ha estado impresionante!-. Exclamó Sana muy agitada intentado controlar su respiración-. Irene no tardó mucho más en llegar y apoyó su agotado cuerpo sobre Sana.  La rubia al sentir que se recostaba sobre ella y con la necesidad ya satisfecha cayó en cuenta de lo que había hecho. Toda la culpa le vino de golpe y si antes su cabeza era un lio ahora lo era mucho más. 

Lisa estaba en recepción esperando a que Jennie bajara. Una vez que llegaron a su habitación ella se metió primero a la ducha ya que ella tardaba a lo más quince minutos, mientras que Jennie en darse un baño y prepararse tardaba una eternidad. Así que al salir, se cambio y le aviso que la esperaría abajo. Optó por usar un jeans oscuro, una camiseta blanca con botones adelante y su chaqueta de cuero, porque irían a cenar pero había consultado en recepción por algún restaurant que tuviera buen ambiente y que cumpliera con algunas de las cosas que buscaba y le recomendaron uno, que era informal y tenía buena fama con la comida.  Había pasado un buen tiempo desde que bajo y no podía negar que estaba algo nerviosa, eso se sentía como una cita, una que no habían podido tener nunca en Busan. 

Inalcanzable Jenlisa Gip Donde viven las historias. Descúbrelo ahora