"Rainy days"

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–Las historias nacieron para ser contadas en días como estos.

Una lluvia torrencial se cernía sobre Konoha.

Las pesadas gotas golpeaban los ventanales con sonidos pesados. De cuando en vez se podían sentir los golpes de los trozos de granizo, el invierno se acercaba.

Sakura, envuelta entre frazadas, observaba la lluvia caer desde su sofá. Su cabello, ya más largo de lo que solía ser, se encontraba recogido en un moño desenfadado y sólo llevaba una camiseta ancha de vestimenta.

–¿Historias?.

–Sí, historias, ¿no tienes ninguna?.

Sasuke se acercó a ella y le tendió una de las tazas que llevaba en manos. A diferencia de la chica él sí estaba vestido.

Se sentó a su lado y ella se acercó para cortar distancias. Apoyó su cabeza en su hombro y sopló su chocolate.

–¿Qué tipo de historias?–preguntó Sasuke.

Sakura dio un sorbo y sonrió al sentir el dulce en su paladar.

–De tu pasado.

–Sabes que las historias de mi pasado no son gratas.

Suspiró.

–¿Y... de tu infancia?–preguntó temerosa, sabiendo que no le gustaba aquel tema.

El pelinegro se quedó viendo el té en sus manos. Su rostro se reflejaba en el líquido. Se detalló; sus ojos bicolores, el cabello negro y lacio, las cejas delineadas. Era consciente de ser de buen ver para las mujeres. Algo que no le importaba mucho, incluso había llegado a ser un inconveniente algunas veces por acosos de las féminas.

Sasuke se consideraba guapo, sí. Pero lo hacía porque era la réplica de su madre. Y su madre era la mujer más hermosa que él había visto en toda su vida.

Sakura iba en segundo lugar.

–Lo sient...

–Tengo buenos recuerdos de mi infancia–la cortó de repente.

La chica pensaba que no contestaría por lo personal de la pregunta. Era difícil llegar a Sasuke incluso para ella. Nunca podía saber que pasaba a ciencia cierta lo que pasaba por la mente del Uchiha. Era todo un acertijo.

–Ajá.

Lo instó a continuar hablando.

–Mi padre era recio y pocas veces sonreía, pero era un buen padre.

–Tal como tú–bromeó ella.

Él sonrió.–Sí, tal como yo.

–Mi hermano era mi ejemplo. Mi héroe, todo lo que quería ser cuando creciera.Adoraba pasar tiempo con Ni-san y aprender de él.

Ese era un tema sensible. La mención de Itachi no era muy común. Sakura sabía que el odio se había eliminado del alma del Uchiha pero el dolor persistía. Y era uno que tardaría en sanar, o que no sanaría nunca. Las cicatrices de ese tiempo continuarían para la eternidad, siendo un recuerdo del pasado no tan distante y desgarrador.

Como su extremidad perdida.

–¿Y tu madre?.

Sonrió.

–Solo hallo una palabra para describirla: mágica.

La lluvia empeoró.

Por todo lo demás la casa estaba en silencio.

Entre la bulla del golpeteo del agua se percibía la calma.

Los tenues sonidos de un balbuceo bebé llegaron a sus oídos. Ambos sonrieron al mirarse.

Bebé Sarada estaba despierta y debían retomar los roles de padres.

Sasuke se levantó del sofá primero que Sakura. Yendo al encuentro de su pequeña hija.

La bolita redonda movía como torbellinos sus piernitas y bracitos cuando su papá llegó a ella. Cada día estaba más inquieta y sus ansias por conocer el mundo a su alrededor se acrecentaban.

El cabello negro y brillante como el de él, los mismos ojos ónix pero el brillo en ellos era herencia materna. Esa sonrisa sin dientes en el dulce rostro infantil solo podía ser dada por Sakura.

Sasuke asomó su cara a la cuna y la niña soltó una sarta de palabras en su idioma acompañadas de burbujas de baba.

Él sonrió y tomó a su hija con su único brazo. Al principio había tenido miedo, mucho miedo, de no poder sostenerla bien y dejarla caer. Parecía ser tan frágil que creía que se rompería en cualquier momento.

Caminó con la niña mirando todo sobre su hombro.

Su esposa lo esperaba en el mismo lugar donde la había dejado. En el sofá tomando chocolate. Sarada dio un gritito de alegría al ver a su mamá y estiró los brazos hacia ella.

La de cabellos rosa, estiró sus labios tintados de un rosado tenue natural en una sonrisa apacible y hermosa.

–¿Es que no quieres estar con papá?–preguntó bromeando.

Uchiha se la pasó con mucho cuidado y cautela para no dañarla. Sakura siempre se reía y le decía que se portaba sobre protector con ella pero él sentía que era su deber cuidarlo la más que podía. Era un sentimiento que nació en él el día que se enteraron del embarazo.

La pequeña pelinegra se encontraba feliz entre los brazos de su madre, sintiendo el amor de ambos padres sobre ella. Su madre sujetó sus manitos gorditas y las mordía.

Sasuke las veía desde fuera y no cabía en su felicidad. No expresaba nada más que una simple sonrisa de labios cerrados. Pero por dentro el calor suave y gustoso que crecía cada vez que miraba a su familia ya empezaba a surgir.

Navegó entre sus recuerdos, ¿quién lo iría a decir?. Esa compañera chillona de pelo rosa descuidado que no paraba de incordiarlo ahora era la madre su hija y compañera de vida.

Pensó que para él no existiría el amor y entonces apareció ella.

Ella, con sus risas locas y comentarios arrogantes y a la vez bondadosos. Ni siquiera recordaba cuando se enamoró, solo que un día despertó amándola y no pudo volver a ser el mismo.

Años pasó ignorando ese sentimiento hasta que decidió afrontar la realidad como un hombre.

Y cuando pensó que no podía ser más feliz, ella le regaló a ella.

A Sarada Uchiha, su pequeña bebé. La luz de sus ojos y estrella de su vida.

Ahora las veía frente a él, riendo y siendo tan originales y espontáneas como solo ellas podían ser.

Miró por la ventana y vio el agua deslizándose por el cristal. Se acercó y las envolvió en su brazo.

Sakura sonrió dulce y le dio un beso en la mejilla.

Los días de lluvia estaban en Konoha y el calor de las familias daban refugio al corazón.

Y la pequeña familia Uchiha estaba plena en su sencillo nido de amor.

Mientras Sasuke pensó que a su arsenal de recuerdos se irían agregando muchos más, esta vez serían historias hermosas. Tal como antes.

✿One Shots SasuSaku✿ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora