Lágrimas amargas, esas que derramé cuando te fuiste, desde ese día, conocí de funerales, del dolor, de la gran pena.
Lamento decirlo así, pero prefiero dejarte ir con gran cariño, recordarte en tus días buenos, olvidando tus defectos, esos que no querías que nadie notará.
Leí en tú diario los miles de planes que querías vivir a mi lado, eras romantico, tanto que ganabas en romance a cualquier película de Hollywood, lo querías lograr todo conmigo antes de que tus ojos no vean más la luz del sol.
Lo sabés, te amé como a nadie, maldito suceso imprevisto que nos roba a quienes amamos sin dudar.
Logré por primera vez amar hasta desangrar, supé lo difícil que es decir adiós, lo entendí cuando besé tus heladas mejillas en ese adornado ataúd.
Lágrimas amargas, un corazón marchito, es lo que dejaste cuando dijiste adiós.
