IX

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La clase fue muy cansada esa mañana. Todos los jóvenes se quejaban, habían dado los resultados de las pruebas, y también era la reapertura de un nuevo semestre. Nuevos proyectos y nuevas tareas todos y cada uno de los jóvenes se les veía con una mueca de disgusto en el rostro, aquel profesor les había encargado una infinidad de trabajos y todos para el día siguiente a primera hora.
—¡Tamara! — Jesús le gritó.
No habían hablado desde hace mucho, las tareas los tenían tan ocupados que solo se saludaban con una mirada y una sonrisa.
—Hola— Dijo cabizbaja— ¿Cómo vas?
—Mal, no aprobé ese jodido examen— Se detuvieron frente a los casilleros y se miraron a los ojos.
—Lo siento, esfuérzate más la próxima vez—
—Eres muy bonita Tami, cada día me gustas más—. Susurro y le sonrió.
Si esas palabras se las hubiera dicho antes de el día de su cumpleaños, todo lo que le estaba pasando no existiera. No hubiera cometido la estupidez de enamorarse de un niño, y mucho menos desearía que aquel chico se alejara de ella.
—No quiero incomodarte Tami, quiero que nos conozcamos mejor quiero hacer las cosas bien contigo—. acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja y beso su frente.
Aquel contacto se sintió mal, se sintió sucio. Jesús no era Daniel
—Te veo más tarde Jesús, tengo que ir a la biblioteca, no termine la tarea de el profesor Robles y no quiero suspender su asignatura—. Dijo y se pegó los libros al pecho para después perderse de vista.

[…]

La tarde de veía animada en casa de Marlen. Era su cumpleaños, y había organizado un pequeño “convivio” para ella y sus amigos, aquella chica alegre estaba cumpliendo su mayoría de edad.
Su casa estaba llena de vasos rojos, con algún líquido embriagante. En la sala se podían ver varias parejas amorosas, era su día especial.
Se había puesto su vestido favorito, y obligó a su mejor amiga que también usará uno. Ambas se habían metido dentro de la habitación de Marlen desde muy temprano, para arreglarse y prepararse para su pequeño convivió. Sus padres habían salido de viaje de urgencia, dándole la autorización para llevar acabó aquello.
Ambas amigas se habían maquillado y parecían otras personas, Tamara se había negado en un principio, pero una vez que se miró al espejo dejó salir un “wow” y después quedo conforme. Se había puesto el único vestido que tenía, uno que le había regalado su madre en navidad, era un vestido blanco de tirantes y con estampado floral que le daba ese aire juvenil y fresco; María le había dicho que cogiera sus sandalias, que hacían juego con su vestido. Se había recogido el cabello en una cola alta y había hecho unos pequeños rizos en las puntas, Marlen se había encargado del resto, le había puesto lápiz labial, y un poco de iluminador, había dejado atrás a la vieja Tamara desarreglada, y había dado vida a una Tamara joven y llena de vida y belleza.
Por otro lado Marlen se había puesto aquel vestido que se adhería a su cuerpo como una segunda piel, y unos tacos negros altos. La hacían ver más grande.
—No creo poder salir de esta habitación con esto— Susurro Tamara sentada en la cama, mirando su teléfono.
—¡No hice mi mayor esfuerzo para que te quedes aquí!— La reprendió Marlen— Luces genial, te confianza—. Le sonrió.
Ambas jóvenes bajaron y disfrutaron aquel convivió, era un ambiente fresco y divertido. Las pláticas con los amigos cada vez eran más graciosas, o quizá era el hecho de que en sus cuerpos ya había una buena cantidad de alcohol que todo les parecía divertido.
Jesús, Miriam, Ángel y Hugo habían hecho una rueda en el piso, frente a ellos había varios vasos rojos casi ya vacíos.
—¡Si!— Hablo fuerte Miriam— Jesús es un pesado— sonrió
—¿Porqué?— Tamara arqueo una ceja y pregunto.
—No hay minuto, en que no hable de ti— Dijo y termino lo que había en su vaso.
Se escucharon, las risas de sus compañeros al escuchar eso. Tamara sin en cambio se sintió mal, no podía corresponder aquellos sentimientos; La mano de Jesús la saco de su trance, ese chico la miraba con emoción, la tomo de la mano y la llevo con el.
Una vez fuera de la casa el frío los golpeó con fuerza, haciendo que el alcohol se les subiera a la cabeza. Siguieron caminando calle abajo, sin decir nada solo contemplando la compañía de ambos. Fue hasta que Tamara visualizo a lo lejos su casa y se detuvieron, bajo aquel farol que alumbraba la calle.
—Tami…— Jesús rasco su nuca y se acercó más a ella. — Hoy estás muy bonita.
—Gracias— Tamara se sentía mal, quería llorar, sabía lo que iba a pasar, y sinceramente no lo deseaba.
—¿Porqué no me puedes querer?— Dijo y pego su frente a la de ella.
Tamara tembló.
—¿Es que acaso no soy atractivo?— Dijo con coraje.
—No es eso Jesús—.Susurro, no había suficiente aire en sus pulmones, sentía que en cualquier momento ella se desmayaría. Levantó la cara y lo miro; y cuando lo hizo se quedó muda, aquel que estaba frente a él no era Jesús, era un joven con un traje negro y un sombrero, tenía la piel ligeramente morena y los ojos oscuros, sus labios formaban una sonrisa, cerca de su labio inferior había un lunar.
“¿Qué está pasando?” pensó “¿Estoy loca?”
Aquel hombre alzó su mano y acaricio su cara, con suavidad y amor. Y eso la hizo estremecer, su corazón latía cada vez más rápido, y se sentía triste. No conocía a ese sujeto, pero se le hacía muy atractivo y muy familiar.
—Cumple tu promesa, yo debo ser tu primer amor, tu primer beso—.Dijo el joven y acercó su rostro al suyo.
Y ahí fue cuando se dio cuenta de que, era el mismo aroma de aquel niño, el mismo toque, pero no la misma persona. Abrió los ojos y lo miro, aquel pequeño que había besado su frente días antes estaba frente a ella, con aquel traje y convertido en todo un hombre le sonrió y todo se volvió negro para ella.

Amor Ilegal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora