—Tami ¿vendrás el viernes por la noche?—. Esa era la voz de Ángel.
Toda la semana su grupo de amigos de la habían pasado hablando sobre el viaje que harían el sábado por la mañana.
—¿No es sábado?— Inquirió.
—El plan es estar juntos desde el viernes por la noche, queremos ver películas de terror y comer golosinas—. Hugo se encogió de hombros y se llevó una papa frita a la boca.
Si, estaban en el mercado, se habían pegado con ella desde la clase de inglés. Y no se quejaba, últimamente se había acostumbrado a ellos, eran un desorden pero también eran divertidos.
—Además os pondré mascarillas—. Intervino Miriam. —¿Habéis visto sus caras?, Están muy descuidados—.
Tamara puso los ojos en blanco y sonrió. Definitivamente Miriam era su segunda mejor amiga.
—Esa chica no me agrada Tami—.
Las palabras de Marlen sonaron en su mente y se puso sería. Últimamente Marlen cada vez estaba más distante con ella, siempre que quería ir a su casa ponía cualquier excusa, y los sábados cuando iba a su bodega, se la pasaba viendo el móvil, o platicando con Carlos.
—siento como si quisiera alejarte de mi—.
En cierta forma eso no estaba pasando, Tamara quería acercarse más a Marlen pero aquella chica no colaboraba.
—¿Tamara?—. Preguntó Hugo—¿Estás bien?
—Oh… si, bueno le envío un texto a Mare para avisarle—. Dio un trago a su botella de agua y miró a los chicos que tenía frente a ella.
Jesús aún llevaba el collarín, y los moretones que tenía en el rostro ya estaban desapareciendo, lo miro a los ojos y una sonrisa se formó en su cara. Se sentía bien saber que se estaba componiendo.
—¡Ustedes me vuelven loca!— Miriam alzó la voz y los señaló con el dedo índice—¡¿No sé gustan o qué?!—.
Tamara borro la pequeña sonrisa que tenía y desvió la mirada. No quería tocar ese tema nuevamente, no quería sentirse mal otra vez.
—Habla la que tiene miedo de hablarle a la chica que le gusta—Le dijo con voz burlona Ángel.
Las mejillas de Miriam se colorearon y se cubrió la cara con ambas manos.
“Espera ¿Qué?”
“¿Chica?”
Pensó y se volvió a su amiga, que estaba más colorada que un jitomate.
—¿Te gustan las chicas?—. Tamara pregunto con miedo.
No era homofóbica, pero nunca imaginó que Miriam fuera parte de la comunidad LGBT.
—Bueno, solo me gusta ella—. Dijo con pena.
—Y ¿Quién es?— Tamara sonrió.
—Su nombre es Verónica, y estudia medicina—. Interrumpió Ángel con una risa burlona.—Yo la conozco como la güera, deja busco una foto de ella—.
Y frente a ella apareció una chica con la que varias veces se había topado en los pasillos, era bonita y muy inteligente, pero aquella joven tenía pareja.
—¿No es encantadora?—.Marlen dijo con voz chillona y la cara roja.—Mira esos ojos, estoy cien porciento segura que no hay humano en la tierra que tenga el mismo color de ojos—. Hablo muy enamorada.
—Emm si… bueno—.Tamara tartamudeo.—Quizá su hermana gemela—.
—¿Cómo las puedes diferenciar?— Dijo Hugo quien no había dicho ni una sola palabra a su amiga.—Son idénticas.
—Cuando estoy cerca de ese par de mujeres y la miró mi corazón no deja de latir muy rápido, solo se que yo lo se—.
—¿Qué?—. Tamara se empezó a reír.
E inmediatamente todos le siguieron, estaban pasando un buen momento y eso la hacía sentir muy bien.
Y cuando levantó la cara lo vio, e inmediatamente su risa cesó. Ahí estaba aquel pequeño, con su uniforme escolar, de la mano de su madre quien sonreía a un par de chicas de la misma edad que ella. Todas con bolsos de mano y de marca.
Su respiración se quedó atascada y su cuerpo empezó a temblar, hasta que sus ojos conectaron con los de ella.
“Te extrañe tanto” Tamara quería gritarle.
Quería correr y refugiarse en su brazos, aspirar su aroma y escuchar los latidos de su corazón, quería estar cerca de el, anhelaba poder estar junto a aquel niño aunque sea por unos segundos.
—¿Tamara?—. La llamo Miriam.
—¿Si?—.
—¿Estás llorando?—.
Limpio las lágrimas de las que no fue consiente, y negó con la cabeza.
—No, anoche me quedé hasta tarde estudiando, y mis ojos están muy sensibles—.
Lo miro por última vez y se dio cuenta de que, el pequeño se había cortado el cabello y había rizado su cabello.
“Cada vez me siento más enferma, por querer pertenecer a tu mundo Daniel” pensó con amargura y tragó con dureza.
Miró a su grupo de amigos y sonrió falsamente.
—Así qué…—. Dijo con voz burlona.—Te gusta Vero—.
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Maximiliano tenía demasiado trabajo, toda la semana estuvo muy ocupado y apenas y dormía, estaba llevando un caso un poco complicado; dio un sorbo a su taza de café bien cargado y siguió leyendo los expedientes que tenía en las manos.
Unos golpecitos en la puerta lo interrumpieron.
—si—. Dijo y cruzó los brazos.
Entró su secretaria, una joven de veinticinco años que llevaba trabajando para el un tiempo.
—Señor mi hora de salida ah llegado, y usted debería descansar pronto se presentará ante la juez, y tal parece que las cosas están a su favor—. Sonrió y se encogió de hombros.—Creo que está victoria es de usted—.
—Hmn… Tal parece que si Isa—. Le devolvió la sonrisa y le dijo:—Puedes ir a casa, ya solo me falta revisar unos documentos y todo estará terminado—.
—Su esposa a llamado—. Lo miro.—Dijo que la pasará a recogerla a casa de su amiga Leticia, y dijo que Daniel estaba con ella—.
—Gracias, pasaré más tarde—. Suspiro.— Te veo mañana—.
Volvió su atención a los papeles que tenía frente a él y siguió leyendo un rato mas; de levantó y fue hasta su estante a buscar un libro, hasta que al fondo vio el pequeño cuaderno que su hijo le había dado.
—Hmn chorradas debe de haber en esa cosa—Pensó.
Cogió el cuaderno y soltó un suspiro. Se sentó y empezó a hojear, al principio no había anda importante, no eran más que dibujos desfigurados, y estaba por botarlo hasta que vio un escrito con lápiz.
Hoy eh soñado algo muy confuso:
Una hacienda algo grande, de paredes color ladrillo, y una infinidad de caballos. Yo cabalgaba sobre uno de color negro como la tinta, su pelaje es tan brilloso y suave que parece algodón puro.
Yo era grande, quizá un joven; veía mi cuerpo en el reflejo del espejo, unas botas café cerca de las rodillas, y una capa negra junto con un sombrero del mismo color.
Trato de recordar mi cara pero todo es borroso.
Mamá dice que de grande voy a ser un chico muy apuesto, y me he puesto a pensar que quizá me parezca al joven que soñé.
Y hoy por la mañana cuando desperté, de mi boca salió el nombre de “ Camille”.
—Que mierda—. Maximiliano hizo una mueca.—Son puras estupideces, le eh dicho a Sofía infinidad de veces que no vea sus novelas aburridas frente a mi hijo—.Refunfuño.
Paso a la siguiente hoja, y había una nota escrita con un lápiz de color café, las letras ocupaban toda la hoja en blanco.
Mamá me ah dicho que es normal, que quizá este creciendo. Pero porque siento la necesidad de encontrar a un chica que no conozco.
Siguió hurgando en el cuaderno hasta que encontró una nota con tinta negra.
Ahora sé que en mi otra vida, fui muy rico y me llame Joshua, pero no sé qué es lo que me pasó. ¿Por qué Morí?
—Mi hijo está loco—. Soltó el cuaderno con brutalidad y se puso de pie.—¡Nadie muere y vuelve a nacer! ¿Qué cojones está pasando?—.
Jalo su cabello y cogió su portafolio, tenía que hablar con su esposa y antes que nada con sus padres.
¿Por qué su hijo sabía de la existencia de Joshua?
¿Por qué le estaban llenando la cabeza de tanta mierda?
Estaba que echaba humos, le dolía la cabeza, manejo con rapidez hacia la casa de Leticia, su esposa y el tenían que hablar muy seriamente.
Toco el claxon cuatro veces con insistencia hasta que vio a Sofía salir de aquella casa, con Daniel en sus brazos, abrió la puerta y le dio un pequeño beso en la mejilla y todo su mal humor de fue por la borda.
Amaba mucho a su esposa.
—Hola mi amor—. Le dijo Sofía con voz cansada.—¿Qué tal te fue?—.
—El día estuvo de mierda, pero bien—. Encendió el auto y se puso en marcha—. Sofí… debes dejar de ver tus novelas—.
—¿Por qué?—.
—Creo que a nuestro hijo le está afectando—. Se encogió de hombros y suspiro—. Al menos no las veas con el, quiero que nuestro hijo disfrute su niñez y no ande pensando babosadas—.
—¿A qué te refieres exactamente?—. Sofía se cruzó de brazos y alzó una ceja.
—Nuestro hijo piensa que ah vuelto a nacer—. Apretó el volante con fuerza.—Entiendes la gravedad del asunto—.
Miró a Sofía de reojo, quien lo miraba con una mueca. Aparcó frente a su casa y soltó un pequeño suspiro.
No quería pelear, al menos no ese día, estaba cansado a más no poder, el caso que llevaba lo estaba consumiendo, y no tenía cabeza para pensar en temas de reencarnación.
—Por favor Sofí—. Sonrió con cansancio.— Sabes que te adoro y nunca te prohíbo nada, solo te pido eso, se más cuidadosa, nuestro hijo es un niño—. Dijo y le dio un beso.
—Esta bien amor—. Sofía le acarició la barbilla—Pero me prometes que no le gritaras más cosas espantosas, déjalo ser es un niño quizá todo esté en su mente, cuando crezca solo quedará como un recuerdo—.
—Esta bien, y este fin de semana tenemos que ir a misa—. Salió del auto y se encaminó hacia la casa.—Creo que un poco de la palabra de Dios nos hará bien—.
—Sube a Daniel a su habitación— Dijo Sofía— Prepararé el baño—.
—Wow… ojalá y todos los días fueran así—. Maximiliano sonrió.
—Solo por hoy—. Le dijo mientras le robaba un beso y acariciaba su espalda.
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Amor Ilegal.
Teen Fiction"Siempre te buscaré; en cada una de nuestras vidas, siempre te encontraré"