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El lunes llego con rapidez y Joshua estaba cada vez de peor humor. Esa mañana justo cuando llegó a la casa de la que prontamente sería su esposa; aspiro con fuerza y se sentó frente a los padres de Lucia. Su madre se había puesto aquel vestido color gris perla, y su padre un traje negro; la chica estaba increíble se había maquillado un poco, había resaltado más esos ojos profundos y aquel cabello lo había peinado muy bien.

La mujercita le sonrió.

Ambos salieron a caminar por el patio de aquella gran casa. Los sirvientes los miraban y bajaban la cabeza para murmurar entre ellos, y eso a Joshua no le interesaba.
—¿Y qué tal estuvo tu viaje?—. Le dijo Lucia y se sentó justo frente aquella fuente que estaba en el patio.
Joshua miró con atención los árboles y las plantas que habían en el lugar, estaban bien cuidados, el jardinero hacia muy bien su trabajo. Inclusive le había dado forma a las copas de los árboles.
—Bien, nada fuera de lo común—. Joshua se encogió de hombros.
—Debe ser agotador salir de viaje casi todos los días—. Dijo la chica.—Y más aún que sea por motivo de trabajo—.

“Cielos que absurda” pensó.

—Hmn… ya estoy acostumbrado—. Dijo.—Es curioso sabes…

Lucia lo miro con curiosidad. Ella estaba encantada, ese chico le encantaba, recordó que hace varios meses atrás le había insistido mucho a su padre de que llegara a un acuerdo con el señor Hernán, ella quería casarse. En verdad lo anhelaba.
—Eh visitado casi todos el mundo, y eh conocido a infinidad de mujeres—. Joshua sonrió con ironía.
Algo en el Interior de Lucia se removió.
—Y me comprometí con una mexicana—.

“Menudo idiota” pensó Lucia.

—Bueno puedo demostrarte que las mexicanas somos las mejores.

Joshua negó con la cabeza y la miró a los ojos. Él le dedicó una mirada fría y le dio una sonrisa falsa. Cómo era todo en ese momento.
—Y… ya habéis pensado a dónde ir de luna de miel—. Joshua cambio de tema.
Inmediatamente el rostro de la chica se iluminó; ese par de ojos se achinaron y sobre su rostro apareció una sonrisa radiante.
—Bueno mamá me dijo que quizá Europa sería una buena opción.
—Mm suena bien y ¿tú? ¿A dónde crees deberíamos ir?
Lucia lo pensó con detenimiento, Europa sonaba muy bien. Quizá si debía hacer caso a su madre, pues las madres nunca se equivocan.
—Creo que me quedo con Europa—.
Joshua rodó los ojos y con fastidio se puso de pie. Le dio la mano a la chica que estaba sentada al lado de el y volvieron a caminar despacio.
—Yo quisiera ir a Canadá sabes… además la boda está pensada para las fechas decembrinas nos iría muy bien si esquiamos.
—Creo que está bien Josh—.

“Mierda no me llames así”

Se volvió hacia ella con desagrado y unió sus labios con los de ella y cerró los ojos. Imaginando que a la que estaba besando era a Camille, su Camille.

Ese día había sido cansado tanto físico como mental para el, tenía dolor de cabeza y estaba de mal humor; por fin después de varios meses de espera el había formalizado aquel compromiso sin sentido.
Se dejó caer sobre el suave colchón y cogió el teléfono, marco el número de Camille y espero a que alguien del otro lado le cogiera la llamada. Joshua sabía que ella nunca le contestaría, sabía cuan enojada estaba con el y no era digno de su perdón; escucho con aburrimiento como el famoso pitido del teléfono sonaba.
Soltó un largo suspiro y cerró los ojos. Imagino a detalle el rostro de su amada, y aún en su mente se puso a contar el número de pequeñas pecas que había en su rostro, imagino que uno de sus dedos rozo la dulce piel de su mejilla, y pronto su mano comenzó a hormiguear podía jurar que se había transportado a aquel lugar en su mente y sentía todo lo que el hacia.
—¿Hola?—. Dijeron al otro lado de la línea.
Joshua abrió con rapidez los ojos, reconoció aquella dulce voz, tan suave como el terciopelo, tan fresca como las mañanas, tan enloquecedora como siempre. Sonrió plenamente y carraspeó.
—Mi Camille gracias al cielo que escucho tu voz—. Dijo.—¿Sabes?... Me estaba volviendo loco.
Se sentó sobre el suave colchón y jugó con el cable del teléfono.
—Ah… es usted—. Le respondió Camille con voz fría.—No pierda su tiempo.
—Escuche se que cometí un error.—Hablo apresuradamente.
—No importa lo que haya pasado, adiós.
—Se lo de su compromiso con Lucas.— Dijo el con voz amarga.—¿También debo de sentirme herido?
Camille se quedó en silencio. Ese día estaba sola en casa, su padre había salido a revisar a los caballos y su madre estaba con la abuela. Por suerte ella había cogido la llamada no lo iba a negar, todas las noches ella rezaba porque Joshua se contactará con ella.
Pero se había quedado estática cuando lo escucho decir eso, y no pudo evitar sentirse culpable, debió decirle desde un principio lo que pasaba pero algo en su interior le gritaba que no lo hiciera, y así lo hizo sin saber que prontamente el se iba a dar cuenta.
—No es lo mismo.— Dijo ella.—Quizá lo mío tenga perdón… pero lo de usted no creo poder tolerarlo.

Amor Ilegal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora