LEMICK |Eruri|

Prólogo

Lemick, un lugar que parecía perfecto, muchas personas querían pertenecer allí, todo parecía marchar bien, el clima era agradable, las personas amables, la naturaleza parecía de otro planeta por lo hermosa que era, los niños corrían sin preocupaciones por los campos y las calles, quién imaginaría que realmente era un lugar lóbrego el cual escondía varios secretos, estos no podían ser descubiertos por cualquier persona debido a que pondría en peligro a la mayoría de los habitantes de Lemick, a través de los años muchas personas intentaron averiguar que clase de secretos eran los que guardaban, años y años pasaban pero ninguna podía lograr obtener aquella información y las pocas que lo hacían pues lastimosamente morían, algunas personas del territorio no sabían que era lo que pasaba pues la fuerza armada se encargaba especialmente que aquellas muertes no sean difundidas. Las personas que se enteraban de los secretos eran asesinadas cruelmente por soldados, uno en especial, Erwin Smith, comandante militar, uno de los rangos superiores.

Había ganado ese puesto con el paso del tiempo, gracias a su habilidad y perspicacia en asesinar personas sin mostrar algún grado de compasión, su padre desde pequeño le había enseñado todo acerca de Lemick, ya que este de igual manera era parte de las Fuerzas Armadas y conocía cada detalle de la nación. Erwin sabía que no todas las personas podían guardar tanta información y no todas podían soportarla por lo que, sabía que era necesario matarlas una vez que estas lograban descubrirlas, claro que al comienzo era difícil para él acabar con la vida de aquellas personas inocentes pero, según su padre era por el bien de los habitantes así que poco a poco le fue enseñando de una manera dócil, su primer asesinato fue a los 14 años.

>>> Erwin nunca pensó en que llegaría a matar a alguien, él realmente no quería hacerlo, no podía hacerlo, tenía miedo, pero el día llegó, su padre había entrado como normalmente lo hacía en su oficina, mientras que el pequeño leía libros no pudo evitar ignorar la presencia de su padre.

— Erwin voy a enseñarte algo nuevo, necesito que vengas ahora mismo. — Habló su padre para luego salir de la oficina esperando a su hijo afuera, con inocencia, confusión y con un poco de curiosidad el menor siguió a su padre, ambos caminaron a través de los pasillos hasta llegar al lugar, bajaron las gradas a lo más profundo del cuartel hasta llegar al sótano, el cual era oscuro, frío y bastante aterrador.

El pequeño rubio no sabía que sería lo siguiente que su padre le enseñaría, cuando vio a dos soldados parados a cada lado de una persona , el cual tenía la boca tapada y estaba un poco golpeado, miró confundido a su padre esperando que le explicase lo que estaba sucediendo.

— Pueden retirarse. — Ordenó adentrándose más al lugar y acercándose a la persona, el menor se quedó estático en el lugar observándolo, los soldados que se encontraban con la persona salieron de allí dejándolos solos. — ¿Sabes por qué estamos aquí hijo? — Preguntó mientras sacaba una de sus armas y la cargaba sin mirar al menor. Erwin sabía que esa persona sería asesinada pero lo que no sabía era que él sería la persona quien lo haga, miró a su padre y asintió un poco temeroso. — Bien, me alegro que ya te estés dando cuenta de la situación, solo que esta vez será diferente, vas a matarlo tú.

Tras escuchar esas palabras, las ganas de escapar de Erwin eran grandes, no quería hacerlo, pensaba que era una pésima broma por parte de su padre, pero no lo era. Se acercó con el arma y se la puso en sus manos.

— Es simple Erwin, solo tienes que disparar en su cabeza, ya es hora de que aprendas a hacerlo. — Dijo poniéndose detrás de este con los brazos cruzados, antes que el menor pudiera decir alguna palabra se escucharon pasos apresurados y segundos después entró un soldado a la habitación.

— Señor necesitan su presencia en la sala principal. — Habló aquel soldado

— Estoy ocupado.