Capítulo 3. Primeras veces

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Créditos del edit al autor/a.


Pasaron semanas desde aquel día y Alec terminaba de desayunar cuando apareció su hermana con expresión alarmada. Le agarró del brazo y tiró de él mientras el chico daba el último trago a su vaso de zumo.

-Izzy, ¿qué ocurre?- preguntó al ver que la chica cada vez iba más deprisa.

-Ahora lo verás- entraron en la habitación y ella le tiró un papel a la cara.

-¿Qué es...? ¡Espera!, ¿papá y mamá pertenecían a El Círculo? ¡No es posible!- un grito se le escapó de la garganta.

-Pues al parecer, sí que lo es. Nos han estado mintiendo todo este tiempo- su tono de voz era frío.

-¿Se lo has contado a Jace?

-Todavía no. Está acompañando a Clary para buscar a Simon. Creo que no se lleva bien con el resto de vampiros...- respondió algo triste.

-Normal, no se aguanta ni él mismo- resopló- joder, todo me sale mal. Necesito salir de aquí- después de pasear varias veces por la estancia, salió de allí sofocado y se dirigió a la calle.

Sin darse cuenta, sus pies le llevaron al lugar menos esperado. Pasó las manos por su pelo y sin pensarlo, se montó en el ascensor. No sabía por qué iba hacia allí, pero necesitaba el apoyo de alguien fuera de su entorno.

-¡Alexander, qué grata sorpresa! No te esperaba por aquí después de tanto tiempo.

El arquero se sentó en el sillón sin decir ni una sola palabra. Apoyó los codos sobre sus piernas e hundió la cara en las manos. Vio pasar a Presidente Miau por debajo de él.

Magnus fue a la cocina y le preparó una taza de chocolate caliente mientras para sí mismo, llenaba una copa de Martini. Se sentó a su lado y se la ofreció.

-Cuéntame lo que te ocurre- dijo casi en un susurro mientras Alec se restregaba los ojos.

-Mis padres piensan que soy un inútil, no me sale nada bien y he descubierto que formaban parte de El Círculo. Nos intentaban dar lecciones cuando eran unos auténticos farsantes- respondió con la voz rota y mirando al infinito.

-Alexander, consiguieron darse cuenta, ahora seguro que están arrepentidos. La gente cambia, todos nos equivocamos. Lo importante es aprender de los errores- su voz era calmada, suave. Como una melodía que escuchas por casualidad pero jamás olvidas.

-Ellos no aprenden, siguen odiando a los subterráneos y quiero demostrarles que es un error. Pero...- volvió a echarse las manos a la cara- no sé qué hacer.

Magnus le alzó el rostro, en el que vio un par de lágrimas cayendo. En aquellos brillantes ojos contempló la pureza de su alma.

-Escúchame, eres increíble y puedes hacer cosas muy grandes. Solo tienes que confiar en ti, vales mucho más de lo que crees- le secó las lágrimas con la punta de los dedos. Acto seguido, el arquero se lanzó hasta besarle.

El brujo le agarró por la nuca para apretarlo contra él mientras Alec puso las palmas de sus manos sobre su pecho, que se presionaba con el suyo.

El Cazador de Sombras se quedó paralizado unos segundos, hasta que su mente comprendió que aquel deseo que tenía desde que lo conoció, se estaba haciendo realidad. También sintió miedo por no saber qué hacer ante aquella situación. Alec presionó sus labios contra los de Magnus para no dejar de saborearlos ni un segundo.

Las palmas del brujo acariciaron sus mejillas. Después, esas mismas manos se deslizaron por su pelo y apretaron. El arquero notó cómo unos dientes mordían con fuerza su labio inferior. Un ardiente calor incendiaba su cuerpo cada vez que aquel hombre rozaba mínimamente cualquier zona de su físico.

El amor verdadero nunca muere (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora