Capítulo 4. La dificultad del amor

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Alec hacía la patrulla habitual por las calles de Nueva York para comprobar que todo estaba en orden. Solo su carcaj estaba glamurizado, en esos tiempos tan modernos era habitual encontrar a un chico lleno de tatuajes, por lo que no había problema en que la gente le viera.

Iba caminando tranquilamente cuando escuchó unos cercanos gritos. Enseguida se puso en alerta, echó un vistazo detrás de él y comprobó que un grupo de chicas se abrazaban, gritando como locas. Todo iba bien, habían sido ellas reencontrándose después de al saber cuánto tiempo.

-Malditos mundanos, son ruidosos incluso cuando se muestran cariño- dijo para sí mismo mientras ignoraba a aquellas chicas y seguía a lo suyo.

El móvil le vibró. Lo sacó del bolsillo, tenía un nuevo mensaje, era de Magnus.

"Alexander, tenemos una conversación pendiente. Ven a verme cuando encuentres un hueco".

Debería seguir con su trabajo, pero le podían las ganas de volver a verle. Mientras fuese de camino, vigilaría la zona aunque esta vez, caminase más rápido. Sería muy mala suerte que durante el tiempo que estuviese con él, pasara algo malo. Cumpliendo con sus obligaciones, continuó observando la zona, aunque tenía la cabeza en otro sitio.

Llegó al apartamento del brujo más rápido de lo que había previsto donde le esperaba él, con una copa de Martini en la mano, sus brillantes vestimentas y esa luz que desprendía.

-Qué pronto has llegado, ¿estabas cerca?- preguntó mientras le ofrecía una copa que el chico agradeció.

-Sí... E- estaba haciendo la patrulla y justo iba por esta zona- dio un trago, nervioso.

El brujo lanzó una sonrisa fugaz, después se colocó de espaldas a él mientras repasaba mentalmente lo que estaba a punto de decir. Pasó toda la noche dándole vueltas para no hacer daño al chico. Valoraba mucho su amistad, era el único Cazador de Sombras que realmente se preocupaba por el submundo y siempre le prestaba atención. Se giró de nuevo, acercándose a él mientras el arquero le miraba esperando a que dijese algo.

-Lo de anoche estuvo bien. Yo llevaba tiempo sin... estar con alguien y tú parecías necesitar... cariño. Pasó, ya no hay vuelta atrás pero creo que fue un error, no debería haber ocurrido- se sintió como si se hubiera quitado un peso de encima, aunque también, notó lástima.

Alec se quedó paralizado, intentando asimilar la situación. Cada palabra se le clavó como un puñal, notó un gran vacío dentro de él. Estaba decepcionado, aquel chico le había utilizado como su juguete sexual. Era ridículo por su parte creer que los sentimientos hacia él habían cambiado. Ahora pensaba que sus padres tenían razón.

-Fue mi primera vez. No habrá otra y la recordaré para siempre como un momento especial mientras que para ti... -suspiró- fue un error, una noche más como las miles que habrás tenido- le miró por fin a los ojos.

Magnus se sentía como si le hubiesen tirado un cubo de agua congelada por encima. Sus intenciones de no hacerle daño habían fracasado.

-Alexander, no sabía que tú...

-Déjalo, me voy de aquí. No quiero volver a saber nada más de ti, ¿me oyes? Seré ese error que solo cometas una vez- soltó la copa en la mesa, dando un fuerte golpe y salió del apartamento decepcionado.

El brujo se dejó caer en el sofá mientras Presidente Miau se sentaba encima de él. Le acarició, era suave y agradable. Sonrió al imaginar que así era la piel de Alec. Se mordió el labio inferior al recordarle: la forma de besarle, el delicado tacto de sus dedos sobre su espalda, esa sonrisa tonta que ponía después de reventarse a besos, lo bien que se sintió estando con él, los cosquilleos que notó en su estómago al percibir el calor de su aliento...

El amor verdadero nunca muere (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora