Capítulo 6. Fuego ardiente

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Clary se encontraba en su habitación dibujando. Desde que descubrió el mundo de las sombras, apenas había tenido ganas de hacerlo. Pero ahora que su madre estaba bien pensó en retomarlo. Estaba en el escritorio, con muchos lápices alrededor del cuaderno y el suelo lleno de hojas arrancadas hechas bola. Nada le salía bien, quizá en todo ese tiempo había perdido práctica. Dejó el lápiz en la mesa junto a los demás y se echó las manos a la cara, desesperada. Alguien llamó a su puerta, era Jace, que le había preparado una taza de café. La pelirroja se lo agradeció, eso le ayudaría a tranquilizarse o incluso a tener inspiración. El rubio paseó la mirada por la estancia, viendo el panorama que había allí. Se acercó a ella hasta cogerla en brazos y tumbarla en la cama. Él hizo lo mismo, con la cabeza apoyada en su pecho. Adoraba estar así con alguien, eso le permitía escuchar el corazón de la otra persona, saber que estaba viva. El de Clary sonaba cada vez más deprisa, parecía una bomba a punto de explotar, sobre todo cuando el chico levantó su camiseta llena de pintura y empezó a besar su vientre.

-Jace, no soy capaz de dibujar nada- dijo mientras él le quitaba la prenda del todo para lanzarse a su pecho.

-Aquí estoy para animarte- besó sus senos, después subió las manos por su espalda para quitarle el sujetador.

-Para, por favor. Esto es importante para mí- su voz sonó casi como una súplica.

El chico se incorporó en la cama y acarició su mejilla. Ella le miraba expectante, sin duda tenía a su lado la mejor obra de arte.

-Lo siento, sé lo que significa para ti. Ojalá pudiera ayudarte en esto- Clary se sentó también, sin apartar la mirada de sus ojos.

Fue hacia el escritorio, cogió el lápiz y el cuaderno. Volvió a sentarse en la cama, empezando a dibujar. A veces paraba durante unos segundos para seguir mirándole. Veinte minutos después, le enseñó lo que acababa de crear. Jace lo contempló boquiabierto, en el dibujo se le podía ver a él con un par de alas saliendo por su espalda. Parecía tan real que si fuese otra persona, creería que estaría viendo una fotografía.

-Clary es... perfecto- sintió una punzada de felicidad en el corazón.

Jace Wayland - Lightwood, el guerrero, hijo, hermano, amigo perfecto. El que no podía equivocarse nunca para no decepcionar, aquel que era mejor en todo. Pero ella había ido más allá, llegó hasta su corazón y quiso quedarse ahí. Era la luz que iluminaba su oscuridad, el ancla cuando su vida se iba a la deriva, la paz en medio de la guerra, la calma después de la tempestad. Aquel no era un simple dibujo, mostraba lo que Clary veía en él y eso le conmovió. Se tumbó encima de ella como había hecho antes, abrazándola fuerte para que nunca se fuera. Para sorpresa de ella, Jace estaba llorando de la emoción. Era la primera vez que lo hacía desde que tenía once años.

Llegaron al apartamento para seguir con la cita. Ahora tocaba un plan romántico: sofá, manta y película. Alec puso un DVD que Simon le había recomendado. No fue de su agrado tener que pedirle ayuda, pero era lo más parecido a un mundano que había cerca. Podría haber hablado con Clary, sin embrago ella en ese momento estaba haciendo una visita a su madre para después ir con el vampiro al saber dónde.

-Es una película de amor. No me gustan mucho, aunque pensé que a ti sí y para la ocasión...- le ponía de los nervios tener una idea sin saber si era buena o no. Aquel momento era especial, por lo que no quería estropearlo aburriéndole.

-Seguro que es preciosa, ¿cómo se llama?- preguntó curioso. Al ser una persona con muchos años, había tenido tiempo de sobra para ir al cine y ver toda la cartelera.

-50 Sombras de Grey. Me la ha recomendado el vampiro, supongo que con lo de sombras, se referirá a que también matan demonios- dijo el arquero convencido.

El amor verdadero nunca muere (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora