Alec llegó al cementerio con una rosa en la mano. Había pasado una semana desde que acabaron con Jonathan y volvía a reinar la calma en el Mundo de las Sombras. Estar en aquel lúgubre lugar le hacía recordar lo efímera que era la vida. Un día podías despertar, estar feliz junto a tus seres queridos y marcharte para no volver, dejándoles destrozados. La vida de un Shadowhunter era así, debían agradecer a los ángeles por cada día nuevo.
Cuando iba acercándose a la tumba, se paró de golpe al observar que dos personas estaban allí. Eran una pareja y aunque se encontraban a varios metros de distancia de él, pudo distinguir de quiénes se trataban. La chica que se encontraba arrodillada era Tessa, una cambiante con muchos años de edad. Al parecer, había conocido a los amores de su vida en el pasado, donde perdió a uno de ellos. El chico, que se encontraba de pie con una mano apoyada en su hombro, era Jem Carstairs. Uno de los amores de Tessa, ahora su marido. Vio morir a su Parabatai hace muchísimo, se convirtió en Hermano Silencioso y ahora era humano. Se estremeció al pensar que aquella chica también le perdería algún día.
En cuanto se fueron, él se acercó y lanzó la rosa al suelo. No dejaba de leer las palabras del nicho hasta que una mano sujetó la suya.
-Gracias por venir- dijo.
Alec puso media sonrisa, después se giró. Observó los brillantes ojos que le miraban con amor y no dudó en besarle.
-Prométeme que cuando yo ya no esté, aunque olvides mi cara, mi voz o todo, vas a recordar que una vez te amé- tenía la mirada cristalina. Imaginar que algún día dejaría solo a quien era su vida entera, le destrozaba.
-Alexander, mi amor. Siempre estarás en mí- esta vez fue Magnus quien le besó.
Contemplaron la tumba por última vez: "Will Herondale" leyó Alec mentalmente y agarró el colgante de protección que el brujo le regaló. Recordó a Jace, su Parabatai, no quería imaginar cómo sería su vida si alguna vez lo perdía. Sin duda, aquel Will había tenido a un gran compañero de vida. Aunque había pasado poco tiempo junto a Jem, estaba en deuda con él por salvar a Magnus.
El arquero recordó lo que su madre le dijo después de la batalla. Cuando tenía 11 años, alguien le salvó la vida. Fue el mismo hombre al que ahora amaba. Sus caminos volvieron a juntarse porque estaban destinados, al menos así quería pensar él. Le miró, quería guardar en su mente todas las imágenes posibles de esa cara tan bonita. Algún día llegaría la última vez, por lo que quería aprovechar cada oportunidad que tuvieran juntos.
La vida es eso que pasa mientras piensas demasiado las cosas. Lánzate, vive el ahora, ama, disfruta de las pequeñas cosas. Permítete llorar, estar triste, sentir en general. Recuerda que hoy estás aquí, pero mañana no sabemos. Quiere mucho y bien, nadie sabe dónde está el final.
Alexander Gideon Lightwood lo consiguió. Se enfrentó a los demonios, sus propios miedos. Superó los obstáculos que sus padres le pusieron, protegió a quien más quería, descubrió su valía y amó con todo su corazón a la persona correcta.
Dos años después, Alec y Magnus se casaron. Pasada la luna de miel, adoptaron a Max, un pequeño brujo azul con cuernos y a Raphael, un Shadowhunter. No todo fue fácil en sus vidas, en el Mundo de las Sombras nada lo es, pero consiguieron ser felices a pesar de todo.
Clary y Jace estaban prometidos, se casarían al año siguiente en Idris.
Simon pidió matrimonio a Isabelle en mitad de uno de sus conciertos y esta aceptó.
"Amar es destruir y ser amado es ser destruido". Pero todos decidieron arriesgar, por lo que acabaron siendo felices.
FIN
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El amor verdadero nunca muere (Malec)
FanfictionLos demonios atacan de nuevo a los mundanos y los Cazadores de Sombras se preparan para luchar contra ellos. Alec Ligthwood, no solo tendrá que enfrentarse a esos seres, también deberá superar los problemas familiares, cumplir con sus obligaciones y...