Vermillion Blooming

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"Florecimiento bermellón"

La puerta se abrió e Izuku la miró fijamente, no sabía lo que esperaba pero no había pensado que vería a su amigo allí parado. Iida tenía los ojos muy abiertos detrás de unas gafas que estaban ligeramente torcidas y se veía tan confundido como él. Al instante, las lágrimas se asomaron a los ojos de Izuku, no sabía si quería llorar o reír de alivio.

—¡Iida! —Izuku habló ahogándose con la palabra de la persona que lo iba a salvar. Al instante, Iida entró en la habitación e Izuku saltó para abrazarlo. Se sintió abrumado, no había visto a otra persona desde hacía semanas además de Kacchan. Esas semanas se sintieron tan largas y no se dio cuenta de lo vacío que se sentía hasta que sus ojos se posaron sobre su buen amigo.

—¡Midoriya! ¿Qué diablos pasó? ¿Estás bien? —preguntó Iida abrazándolo con fuerza, Izuku negó con la cabeza, su garganta se cerró mientras comenzaba a llorar. La cadena que estaba unida a él se hundió en su garganta debido a la ligera distancia de la cama, pero a Izuku le importaba menos en este momento.

—¿Dónde está Uraraka?

Y con esa pregunta Izuku se congeló. Cierto. ¿Dónde estaba ella, de nuevo? Un recuerdo confuso se abrió paso hasta el frente de su mente. Oscuro. Rojo. Gritos. Ataduras apretadas. La sensación de unos brazos atrapándolo contra un cuerpo. La respiración de Izuku se volvió errática y de repente se apartó de Iida con fuerza haciendo que el sorprendido hombre retrocediera. Confundido, Iida miró a su amigo mientras la respiración de Izuku se volvía superficial y sus piernas temblaban, se alarmó cuando las piernas de Izuku se doblaron y cayó de rodillas con las manos metiéndose en su cabello para tirar de el luciendo terriblemente atormentado.

—¿Midoriya? —Iida preguntó dejando que su preocupación se apoderara por completo y se agachó junto a Izuku sin saber cómo ayudar. El hombre de anchos hombros miró la cadena que seguía su rastro hasta donde estaba enganchada a la cama. Hizo una mueca antes de volverse hacia su amigo y, vacilante, extendió la mano para agarrar sus brazos tratando de apoyar al otro hombre. Izuku estaba mirando al suelo, aparentemente mirando algo muy distante.

—¡Midoriya, por favor cálmate! ¿Dónde está Uraraka? ¿Y dónde están las llaves de este grillete? —preguntó Iida apretando ligeramente los brazos de Izuku en un intento de que su amigo se concentrara en él en lugar de lo que Izuku estaba viendo. El propio corazón de Iida latía con fuerza y en lo profundo de sus entrañas el temor se elevó cuando los ojos de Izuku no dejaron de derramar lágrimas saladas, le tomó unos minutos más repetir las preguntas antes de que los brumosos ojos verdes de Izuku se encontraran con los suyos una vez más.

—No lo sé —Izuku susurró labios temblorosos, porque no lo sabía, no sabía a dónde llevó Katsuki a Uraraka. ¿Dónde estaba ella ahora mismo? ¿A dónde la había llevado?

—Por favor, necesito que me cuentes lo que pasó, ¿está en la cabaña? —preguntó Iida tratando de sacar todo lo que pudiera de Izuku antes de que Izuku se cerrara de nuevo. Preciosos segundos pasaban y no sabía cuándo regresaría Bakugou.

—No lo creo —Izuku susurró sollozando.

—Bien, ¿sabes dónde están las llaves de tu grillete? —preguntó Iida solo para que la cara de Izuku se desmoronara y sacudiera la cabeza. Lo primero es lo primero. Necesitan salir de aquí, Iida apartó el rebelde cabello de Izuku a un lado para ver mejor el cuello haciendo muecas, ya que parecía estar hecho de metal sólido. Había traído una gran cantidad de herramientas para atravesar las rejas de la ventana por la que entró pero con su límite de tiempo no podrían quitar el collar. Tendría que conformarse con el cortador de pernos que tenía en su coche.

Immure [KatsuDeku]+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora