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Despertó cuando los rayos relucientes que emanaba el Sol golpearon su rostro y lo obligaron a abrir sus ojos. Su mano derecha tanteó su cama hasta dar con el objeto; su celular. Tan sólo iba a revisar la hora en la que se encontraba viviendo, sin embargo, las toneladas de notificaciones que le llegaban lo distraían como para llevar a cabo su objetivo.
Su día a día era así, mentiría si dijera que estaba acostumbrado a ello porque realmente no lo estaba. Al principio de todo era agradable ser reconocido en todos lados, pero luego comenzó a incomodarte la situación. Pero qué más daba.
Él era Kim Doyoung, una estrella en las redes sociales. Conocido mayormente por su rostro de facciones casi que perfectas. En las fotos y videos que publicaba se le veía tener una vida perfecta, lo que ocasionaba envidia en varios. Tenía una casa perfecta, amistades perfectas, una familia perfecta. Kim Doyoung era sinónimo de perfección y vida soñada. Eso era lo que creían todos aquellos que sabían de él.
Si tener una vida perfecta significaba tener amistades que sólo lo quieren por su fama, entonces las personas estaban en lo correcto. Cada día extrañaba cuando no era nadie, cuando era extraño que alguien conociera su nombre o supiera de su existencia.
Lo que más deseaba era volver en el tiempo y darle una golpiza a su mejor amigo, Bang Yedam, por haberlo inducido a publicar esa selfie que se había tomado un día que salieron a un parque de atracciones. Si tan sólo no le hubiera hecho caso a Yedam, si no hubieran llegado esos millones de Me Gusta, si tan sólo no hubiese seguido publicando más contenidos multimedia, él no se estaría sintiendo tan horrible.
Desde que leyó las conversaciones de sus amigos se siente de esa manera. Se enteró de que ellos sólo lo utilizaban para colgarse de su fama, ya que al ser amigos de Kim Doyoung ellos también se volvían famosos. Leer aquellos mensajes le había dolido como nunca. Jamás imaginó que él llegaría a vivir algo así. No obstante, no puede alejarse de ellos, por alguna razón no quiere soltarlos y estar (más) solitario. Aunque siempre dicen; mejor solo que mal acompañado. Él se siente atado a estar con aquellos amigos. Pero eran buenos chicos —o eso aparentaban con él—.
Se levantó de su cómodo colchón y se dirigió a la ducha dispuesto a tomar una ducha que lo despertara por completo. Estaba a punto de retirar la camiseta de su torso, cuando sus ojos se posaron en el espejo ubicado en el lavamanos. Observó su rostro con detenimiento. Era lindo, vaya que lo era, pero le disgustaba en cierta parte. Ese rostro sólo le había entregado popularidad y una mala vida pretendiendo ser buena en cámara.
La popularidad lo perseguía, y se traía consigo a la soledad como mejor amiga. Eran inseparables, y la cabeza Doyoung era su casa del árbol donde jugaban todo el tiempo hasta cansarse y abandonar el lugar en la noche, cuando Doyoung dormía.
Por esa razón él ama la noche para descansar de todo. Por eso ama estar durmiendo y soñando todo el día. Últimamente soñaba con conocer a su otra mitad, se lo imaginaba como alguien de corazón puro y que lo quisiera por cómo era y no por quién era, aunque eso ya era muy difícil.
