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El mundo era de plástico, o eso era lo que Asahi había aprendido en los diecisiete años que llevaba viviendo. El amor estaba conformado por la felicidad, el engaño y el interés. En el mundo actual —o en el que Asahi había crecido—, amar se trataba de dar y recibir, pero no siempre era dar o recibir afecto, sino cosas materiales y de alto precio; mientras más gastaras por tu pareja, más demostraba el cariño que le tenías.
Todo tenía precio, incluso el corazón y los sentimientos.
Asahi había perdido cualquier esperanza en enamorarse y ser correspondido, pues él no tenía riquezas ni nada para ofrecer. Terminaría solo, de eso estaba completamente seguro. Por eso, era doloroso cuando sentía que se enamoraría de alguien y debía olvidar la existencia de aquella persona para no desarrollar sentimientos.
Deseaba con toda su alma que existiera la posibilidad de dejar de sentir amor, pues enamorarse era doloroso y él no quería sufrir.
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Junto con sus dos amigos pasaba el receso, la mayor parte del tiempo platicando porque el trío compartía la cualidad de ser demasiado flojos como para pararse del asiento en el que estaban para hacer alguna actividad. Todo ocurría como un día normal y cualquiera, realmente nada interesante sucedía, hasta que uno de sus amigos habló.
—Hey, chicos —llamó Mashiho—. Hoy llegó un chico nuevo a mi salón, como hoy es su primer día no conoce a nadie y seguramente está solo, ¿está bien si le ofrezco que se una a nosotros? —Preguntó, estando expectante de las respuestas de los otros.
—Por mí está bien, no creo que vendría mal uno más —respondió Haruto.
Ambos chicos miraron a Asahi, esperando alguna respuesta del chico. Asahi, por alguna razón, se sintió intimidado al tener las miradas de su amigos encima suyo, así que rápidamente se encogió en su lugar y asintió con la cabeza, aceptando la propuesta de Mashiho.
Mientras el chico fue adonde su nuevo compañero de clase se encontraba para preguntarle si le gustaría pasar el receso con ellos, Haruto y Asahi compartían una conversación tranquila, sin mucho que destacar realmente. Siguieron así hasta que apareció Mashiho con su compañero.
—Bueno, él es Yoshinori. Apartir de hoy será parte de nosotros —presentó Mashiho al chico.
Asahi lo vio y tuvo un extraño sentimiento con tan solo verlo por primera vez. Era como si tuviera nervios repentinos y náuseas, no le gustaba cómo se estaba sintiendo, pero no quería que sus amigos se preocuparan por su malestar, así que simplemente calló y se mostró lo más tranquilo posible.
El chico de nombre Yoshinori, se sentó a un lado de Asahi puesto que era el único lugar libre en aquella banca. Claramente, eso solo logró que lo que Asahi estaba sintiendo empeorara, pero siguió sin hablar.
Pasaron todo el receso hablando entre los cuatro, y Asahi no supo cómo fue que logró soportar tanto tiempo las náuseas, pero cuando Yoshinori se alejó pudo respirar tranquilo. Era como si su presencia lo ahorcara e impidiera que respirara con normalidad.
