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A quienes me leen y me hacen tan feliz con sus comentarios. No me cansaré de repetir lo agradecida que estoy con ustedes por el apoyo y lo feliz que me hace que les guste esta pareja. Les quiero y espero que disfruten el capítulo.
Advertencia: escenas con contenido sexual leve.
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Yelena deslizó sus delgados dedos por el torso desnudo del sokoviano haciéndolo suspirar sobre sus labios y besarla con vehemencia. No podía creer que luego de tanto soñarlo ahí estaba, sintiendo sus besos y carícias, anhelando por más.
Soltó un jadeo involuntario cuando Pietro besó desde su cuello hasta sus clavículas de forma experta.

Pronto ambos sintieron como si la ropa quemara y en un santiamén se habían deshecho de esta, regandola por diferentes lados en el piso de la habitación.

Él la miró, con deseo centelleante en su mirada azul. Juró que ante sus ojos estaba la mujer más hermosa que había visto jamás. Era una diosa, perfecta para él.

Yel apenas sintió la cama hundirse bajo su peso cuando toda su atención se enfocó en el sokoviano besando y recorriendo su cuerpo con dedicación, cerró los ojos sintiéndose en el paraíso.

No pudo evitar devolver las caricias sobre la suave y blanquecina piel del chico que le robaba suspiros. Se permitió sentir cada musculo y se permitió besarlo una vez más poniendo todos sus sentimientos y sensaciones en cada beso, en cada caricia y en cada mirada.

Ambos se miraron con respiraciones agitadas, sus pieles brillosas cubiertas con una fina capa de sudor y un deseo latente. Se sentía como si fuese la primera vez que intimaban con alguien, se estaban entregando no solo en cuerpo, lo sabían, ambos estaban entregando su corazón.

Yelena sintió su corazón saltar en su pecho al sentir la mano de Pietro bajar peligrosamente hacia su centro, deslizándose por su vientre de forma seductora. Ella detuvo su mano y lo miró con los labios entre abiertos.

—Piet...

—Liberar tensiones, Lena —susurró en su oído haciéndola estremecer y soltar su mano.

Pietro deslizó sus ágiles dedos hacia su centro, tocó y exploró a su antojo, haciéndola cerrar sus ojos y recargar su frente sobre su hombro, robándole jadeos, y sus gemidos sobre su oído le erizaban la piel, pero no detuvo sus movimientos.

Yelena se dejó llevar por el placer, gimió cuando él bombeó un dedo en su cavidad y arañó su espalda cuando él enfocó su velocidad en este haciéndolo vibrar. Fue una sensación indescriptible, juraría que sus gemidos podrían oírse hasta el resto de habitaciones. De pronto el placer y el calor arrasaron con ella, con su espalda encorvada y las manos empuñando las sabanas se dejó ir sobre su mano estimulante.

Se miraron. Ambos respirando de forma irregular, una sensación electrica recorriendolos por completo.
No pasó mucho tiempo para que él se posicionara y se deslizara dentro de ella. Tan suave, tan profundo y tan maravilloso.

Yelena podía jurar que nunca se había sentido tan bien con alguien. Su vaivén era lento y suave, como si él temiera lastimarla.

Maximoff la tomó por las mejillas y la besó, aumentando el ritmo esta vez un poco más. El jadeo sobre sus labios le confirmó que ella lo estaba disfrutando, y era todo lo que él quería, hacerla sentir bien.

Se sintió extasiado. Cada roce, cada caricia y cada estocada. Amaba la sensación de sus paredes, suaves y sedosas, envolviendolo a la perfección. Nadie nunca le había causado tal sensación y él supo que se debía a estar entregándose enteramente a ella.

HOLD ON •𝑀𝑎𝑥𝑖𝑙𝑜𝑣𝑎•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora