•𝙴𝚙𝚒𝚕𝚘𝚐𝚘•

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—¿Estás lista? —preguntó Pietro.

Yelena lo miró en silencio y soltó el aire retenido para después encogerse de hombros.

Había pasado tiempo desde aquel incidente que casi cobraba la vida de Yelena y desde entonces todo había sido bueno. Se amaban y no tenían miedo ni pena a demostrarlo, incluso Tony se había puesto insoportable con las burlas y siempre les decía que serían los responsables de que algún día le diera diabetes por ser tan dulces. Por supuesto Pepper se había encargado de callarlo y es que si había algo que a Tony le diera más miedo que Pepper enojada, eso era Pepper embarazada y molesta.

La pelirroja, pareja del millonario se había enterado que estaba embarazada y desde entonces había estado emocional y sensible, lo cual para Tony era un verdadero reto, y eso que la chica apenas estaba de 26 semanas. Contrario al resto de la familia, quienes estaban vueltos locos con la llegada de la pequeña Morgan.

Alexei y Melina se habían mudado a Ohio y estaban en constante contacto con sus hijas, luego de limar asperezas, llorar y pedirse disculpas un día. Melina había amenazado al hombre para que hiciera las pases con Pietro y dejara en paz a Steve, asi que una vez al mes tanto Natasha como Yelena viajaban junto a sus parejas para tener una cena en familia, las cuales solían terminar en desgracias divertidas.

Mientras que el resto de los vengadores estaban llevando una vida "normal" si es que se le podía llamar así a su estilo de vida.

Y ahora ahí estaban ambos, dentro del auto y sin moverse. Acababan de volver de una misión y llevaban unos quince minutos aproximadamente estacionados fuera de las instalaciones del recinto de los héroes pero no parecían tener intención de entrar.

—Lena —llamó de nuevo.

—Sabes que se van a poner como locos ¿No? —alzó una ceja mirándolo.

Pietro hizo una mueca al imaginarlo y asintió estando de acuerdo con ella.

—Lo sé. Wanda tal vez llore —miró al frente, justo donde se veía la gran casa.

—Y Natasha tal vez te quiera matar, ya sabes en nombre de Alexei —aportó ella, jugando con el cinturon de seguridad.

—Bueno, sabiamos a lo que nos enfrentaríamos cuando decidimos dejar de ser novios —volvió a mirarla y ella asintió estando de acuerdo.

Apartando la mirada, Yelena dejó caer suavemente la cabeza hacia atrás y cerró los ojos tomando un respiro largo.

Pietro tomó valor para enfrentarse a su caótica familia cuando les dieran las noticias y puso el auto en marcha directo al garage de las instalaciones.

Al llegar y estacionar el auto, ambos bajaron del auto. Pietro se encargó de bajar el par de maletas que habían llevado, mientras que Yelena bajó su mochila y salió del garage adelantándose a buscar a Fany.

Unos ladridos se escucharon a lo lejos seguido de unos pasos corriendo, acercándose.
Yelena sonrió al ver a su pequeña mascota correr hacia ella.

—¡Hola Fany! ¡Hola mi amor! —se agachó para quedar a la altura del cuadrúpedo.

Fany, la perrita que Yelena había adoptado unos meses atrás, ladró, jugó y se removió evidentemente felíz por el regreso de su dueña.

—¿Estás feliz de ver a mamá? ¿Si? Yo estoy felíz de estar de regreso —agudizó su tono de voz mientras la abrazaba y sentía como Fany daba un par de lengüetazos haciéndola reír.

Pietro sonrió al alcanzarla y verla tan emocionada jugando con la perrita. Cuando Fany lo divisó, se escapó de los brazos de Yelena y corrió hasta llegar a él y saltar varias veces en busca de llamar su atención.

HOLD ON •𝑀𝑎𝑥𝑖𝑙𝑜𝑣𝑎•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora